Sergio Toribio, activista de la Flotilla de Gaza: «Voy a demandar a Israel por secuestro»
Sergio Toribio (San Sebastián, 1975) aún está abrumado por la trascendencia mediática que ha adquirido su viaje, detención y posterior deportación por Israel. Este marinero y activista se unió a la misión de la «Flotilla de la Libertad» como mecánico del barco Madleen, asaltado por el ejército israelí para impedir que llegara a la Franja este martes. Dice que, hasta que se montó en el bote el sábado 7 de junio, desconocía que 15 años atrás Israel mató a una decena de activistas que iban como él en otro barco de la Flotilla.
Toribio ha sido parte activa de varias ONG humanitarias del mar como Sea Watch y SOS Humanity. Habla con EL PERIÓDICO desde su casa de Logroño, recién llegado desde Tel Aviv, y a través del móvil de su madre. El suyo, como el del resto de los compañeros de viaje, se quedó en manos israelíes o fue arrojado al fondo del mar para evitar que lo tomaran por la fuerza.
¿Cómo estás, física y moralmente? Físicamente bien, solo con cansancio y necesidad de aseo. Moralmente, bien también, porque se me ha acogido muy bien, especialmente la prensa.
¿Qué vas a hacer ahora? Me han invitado a hacer la «Marcha a Gaza». Vamos a hacer lo mismo, intentar romper el bloqueo, pero por tierra, por Egipto hacia el sur de la Franja. Se trata de dar visibilidad a Gaza. Y, con mi abogado, Jaume Asens, vamos a demandar a Israel en la Audiencia Nacional. Ha sido un acto de piratería en aguas internacionales, y el barco nos lo han quitado. Yo no quería ir a Tel Aviv, sino a Gaza: me han secuestrado a más de 100 millas náuticas de su costa y me han llevado a la fuerza a un sitio donde no quería ir. Decían que habíamos entrado en una zona militar israelí.
¿Tenías miedo cuando te montaste? Hace 15 años mataron con disparos a diez activistas de la Flotilla. No lo sabía, me enteré en el barco. A ninguno de otros barcos desde se les ha tratado de esta manera después.
¿Cómo os preparásteis para el previsible abordaje israelí? Hicimos entrenamientos. Los típicos que se hacen en un barco. Estudiamos las mejores posibilidades ante el asalto. Decidimos que esperaríamos en el cockpit, una suerte de puente del barco, y los más grandes nos íbamos a poner para evitar que los soldados tuvieran fácil acceso a las chicas y a los más pequeños. Si sucedía algo, nos quedaríamos ahí con nuestros chalecos salvavidas, y a esperar a que no nos hicieran nada.
¿Tuviste miedo? Hasta que no se acercó el momento del asalto, no. Primero llegó un dron que se chocó con el palo y se hundió. Luego llegaron otros dos. Uno con un foco super potente y otro que nos echó un líquido viscoso, tipo pintura blanca, que cuando te tocaba se ponía negro y hacía que todo resbalara. Luego llegaron lanchas rápidas con los soldados, una a babor y otro a estribor. Nos pusieron una grabación en inglés diciendo que mantuviéramos la calma, que levantáramos los brazos y que no nos iban a hacer nada. En cada uno, siete militares con ametralladoras M4, escopetas, pistolas y tapados hasta los ojos.
¿Qué hicieron con vosotros? Nos sacaron uno a uno, nos llevaron a la proa y nos cachearon, nos hicieron preguntas. Nos vio un médico. Fue un asalto bastante correcto. No deja de ser que nos han secuestrado, pero no se les fue de las manos. No hubo ni violencia ni amenazas. No cogimos su comida ni su agua.
Sergio Toribio con Greta Thumberg en la flotilla / Flotilla de la Libertad
Ibas con la activista sueca Greta Thumberg, ¿cómo es? Es muy reservada. Estaba prácticamente haciendo vídeos en directo todo el tiempo. Hacíamos pruebas de vida en vídeo todas las noches. Es muy correcta y muy calmada en situaciones como esta, porque está más que curtida: ha sido encarcelada, esposada y rociada con gas pimienta.
Greta Thumberg y tres personas más, incluida Sergio, firmaron los papeles aceptando la deportación de Israel y salieron del país este martes. Pero el resto de la tripulación se negó a firmar nada y siguen en custodia israelí al cierre de esta edición, informa la Flotilla de la Libertad. Las autoridades israelíes trasladaron a dos de los voluntarios -el voluntario brasileño Thiago Ávila y la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan– a instalaciones penitenciarias separadas, lejos de los demás, y los pusieron en régimen de aislamiento. Tiago Ávila fue aislado en la prisión de Ayalon debido a la huelga de hambre y sed que mantiene desde hace dos días. También ha recibido un trato agresivo por parte de las autoridades penitenciarias, aunque no ha llegado a la agresión física. Rima Hassan fue aislada «en condiciones inhumanas» en la prisión de Neve Tirza tras escribir «Palestina libre» en una pared de la prisión de Givon. Fue trasladada a una celda pequeña y sin ventanas, con condiciones higiénicas extremadamente deficientes, y se le ha negado el acceso al patio de la prisión.
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