Siempre hay dinero para construir (casi) de todo

«La UE se está olvidando de lanzar grandes desafíos de infraestructura» / GOBIERNO REGIONAL
El año 2017, Arabia Saudí presentó el megaproyecto Neom, la creación de un mundo futurista, en el Noroeste del estado dictatorial, que debía acabarse en 2030. Debía incluir desde pistas de esquí hasta una larga y lineal ciudad sostenible (170 kms para nueve millones de personas) sobre el desierto, templos de investigación e islas de lujo. Hasta la fecha, solo esta última, Sindalah, se ha completado. El resto de desarrollos se están redifiniendo. La organización ya estima que tardarán cien años en completar el proyecto original diseñado sobre mapas. Ya podemos empezar a soplar velas.
Esta es la última extravagancia de Oriente Medio. El crecimiento y las inversiones desarrolladas por Arabia, Emiratos, Qatar, Omán y Kuwait son futo de la expansión económica hija del negocio energético. Allí donde hace cien años la urbanización era escasa y las viviendas existentes eran de materiales básicos se han erigido hoy algunos de los centros urbanos más espectaculares del planeta, lugar de trasiego de las elites locales, superejecutivos extranjeros de origen occidental y proletario diverso procedente del sureste asiático. El rascacielos más alto está en Dubai: Burj Khalifa, de 828 metros. En Jeddah (Arabia Saudí) se está construyendo la Jeddah Tower, que superará el kilómetro de altura. Por comparar: la edificación más alto de España, Torre de Cristal, en el Paseo de la Castellana madrileño, mide 249 metros.
Las grandes constructoras españolas se han visto beneficiadas por el desarrollismo árabe. Desde la construcción de líneas de alta velocidad y redes de metro hasta desalinizadoras de agua, entre otros proyectos. Un mercado en auge para compañías cuyo negocio en España y la Unión Europea es cada vez menor comparado con su presencia fuera de nuestro continente. En casos como Acciona, Ferrovial, ACS y Sacyr, más del 90% de la facturación ya se produce fuera de España. Estados Unidos, Australia, Canadá, Latinoamérica y, en menor medida, Asia Oriental, se erigen como los principales mercados.
China es la gran excepción. Un coto cerrado para las empresas internacionales y que funciona bajo el estricto control de los grupos estatales, que ocupan las primeras posiciones en tamaño de facturación.En China, a diferencia de lo que ocurre en otros países, la construcción de infraestructuras se realiza con unas condiciones que serían inaceptables en países occidentales tanto desde el punto de vista laboral como medio ambiental. La presa de las tres gargantas, la más grande del mundo, sirva como ejemplo. Lo cual no impide que el gigante asiático esté construyendo algunas de las obras más imponentes de la actualidad. El factor NIMBY (Not in my back yard), no en mi patio trasero, no les afecta. Si hay que mudar a cientos de miles de personas de lugar para construir, se hace sin problemas. Prohibido protestar.
En el sector de las infraestructuras se han posicionado tres subsectores principales: aquellas relacionadas con todo tipo de movilidad y transporte; sistemas de agua en el sentido más amplio (desde desalinizadoras hasta el canal antiinundacioness que construye Acciona en Dakota del Norte y Minnesota), e infraestructuras de energía. Hay proyectos que pueden combinar estos tres ámbitos, e incluso incluir el tradicional dedicado a la urbanización. Basta con pensar en la creación de islas artificiales ya sea en Oriente Medio o en Asia.
Es difícil pensar en construir islas artificiales en la Unión Europea. Bastante cuesta ampliar aeropuertos, ampliar sistemas viarios o diseñar bien sistemas ferroviarios de cercanías. Basta con darse una vuelta por Alemania o el norte de Italia, conduciendo por los alrededores de Milán o por los centros industriales que orillan el río Rin, para darse cuenta de que hay mucho por hacer en mantenimiento y combatir la contaminación. Movilidad e infraestructuras adecuadas son cara y cruz de la misma moneda.
«La UE debe impulsar más la construcción del infraestructuras de transporte, medio ambiente y energía» explica Julián Núñez, presidente de SEOPAN (Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras). Efectivamente, desde la pandemia, las prioridades han ido oscilando y tras la fachada de la transición digital y verde (a agregar ahora defensa), las diferencias entre regiones europeas siguen agrandándose al carecer de un plan único de inversiones.
Y que las grandes constructoras de la UE se hayan ido a otros lares para crecer es la consecuencia de la falta de grandes y ambiciosos proyectos en nuestro territorio más allá de AVEs.
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