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El primer gran lleno del Festival de Cine de Gijón (FICX) llegó con una figura de moda y una de las películas más arriesgadas. La proyección de «Tardes de soledad», de Albert Serra, triunfó en el teatro Jovellanos, abarrotado de público, con más de 900 personas, y grandes colas en Begoña para poder ver esta película que llegó al FICX tras lograr la «Concha de Oro» del Festival de San Sebastián. «Tiene un planteamiento muy interesante del tema», coincidieron en valorar algunos de los espectadores tras visionar la película y escuchar el coloquio posterior con su director. «Es el mejor película de toros que se ha hecho», afirmó Serra, mientras se refería a su contacto con la cuadrilla durante el rodaje y todo el ambiente taurino, en un trabajo sobre la figura del torero Roca Rey. «Es que esta gente genéticamente no existirá, tiende a desaparecer. Esto en cinco años posiblemente no se podrá hacer», subrayó.
Reconoció Serra que, «aunque no sea fanático de esto», su primer contacto con las corridas de toros fue de niño junto a su padre, y que retomó el contacto hace diez años debido a que un amigo nacido en su pueblo era el apoderado de José Tomás, con lo que retomó el contacto con las plazas. «A partir de ahí estaba suficientemente orientado para tener una información del ritual, aunque con esa cosa de distancia y curiosidad. Por eso en la fase de creación iba con esa actitud de mirar lo interesante de los planos, y eso fue un aprendizaje», recalcó.
En el turno de diálogo con los espectadores, le plantearon a Serra que esta película puede llegar a gustar tanto a los antitaurinos, con los planos cortos, que reflejan la parte más cruel, como a los taurinos con los medios que muestran la belleza de la tauromaquia. «Esta película es más real que la realidad, más verdadera, va a durar más porque la realidad ya pasó, pero esto tendrá más recorrido y reverberará más en el tiempo», explicó Serra, antes de explicar también: «No me gustan las películas violentas, considero que las películas de genero son para degenerados. Pero aquí hay una poesía entre la vida y la muerte, porque el toro no sabe lo que es la vida ni la muerte, ni que va a morir, pero es que lo que queda es como que la vida le va abandonando lentamente».
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Serra insistió en la «autenticidad» y «honestidad» de un trabajo que hasta el momento ha causado todo tipo de reacciones. Desde por ejemplo la mala valoración del torero Roca Rey, protagonista, que como ya confesó en otro encuentro en Gijón Serra le dijo que «le había traicionado». O con algún colectivo antitaurino, que ayer se situó para recoger firmas a la entrada del Jovellanos en los instantes previos y posteriores a la proyección. Pero Serra también dejó su opinión: «Pienso que la tauromaquia es mejor que exista, pero eso es algo que tiene que decidir la gente».
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