un puñal romano y otros 200 elementos de interés
A pesar de que han pasado casi ocho años desde las últimas excavaciones arqueológicas en la zona de La Carisa, los campamentos romanos encontrados entre los concejos de Aller y Lena siguen siendo enclaves fundamentales para desenterrar la historia y arrojar luz sobre la conquista de las tierras de los astures y los cántabros, las últimas en ser ocupadas por las tropas del emperador Augusto para someter el norte peninsular y hacerse definitivamente con Hispania. Un informe publicado recientemente por la arqueóloga Esperanza Martín, una de las expertas con más horas de trabajo en La Carisa, revela el hallazgo de más de 200 piezas pertenecientes a los ejércitos romanos sólo en los campamentos de L.lagüezos y Cuaña (hay un tercero en Curriel.los). Entre estos objetos se encuentran todo tipo de armamento, herramientas, piezas de uniformes y elementos de equipos militares. «En todos estos años hemos hecho muchas publicaciones, pero hasta ahora no había un estudio monográfico sobro todo este material», explica Martín.
El informe de Esperanza Martín, que lleva por título «Militaria en las guerras Cántabras. La Carisa, eje de operaciones», pone de manifiesto que los romanos tuvieron que luchar con uñas y dientes para doblegar a los feroces astur-cántabros. Entre los objetos encontrados en los campamentos de L.lagüezos y Cuaña se han catalogado hachas, espadas, flechas, pilae (jabalinas), proyectiles de artillería (pila catapultaría) o dardos. De entre todas esas armas destaca un «pugio», un puñal reforzado que podía incluso atravesar las cotas de malla enemigas y que es la joya de la corona. «Es un hallazgo espectacular porque lo encontramos aún dentro de la vaina, que está acolchada con madera en su interior. Estamos esperando a que se restaure para poder hacer un estudio integral de la pieza, porque la decoración externa se encuentra muy deteriorada y no se puede apreciar», explica Esperanza Martín.
El «pugio» mide unos 25 centímetros de largo y tiene una anchura de 5,5. «El mango de hierro es de sección curva y tiene un grosor de dos milímetros, manteniendo una fina capa de material orgánico de color rojo en la empuñadura, que puede corresponder a cuero rojo», recoge el informe de Esperanza Martín sobre la daga, que fue encontrada a escasos dos centímetros de la superficie y tiene remaches de plata.
Entre los hallazgos registrados por el equipo de la arqueóloga hay cuchillos curvos, rectos, de mangos cuadrangulares, de espiga redonda e, incluso, una posible navaja. En el informe de Esperanza Martín se incluye además una azada, cinceles, ganchos, cadenas y hasta un yunque portátil de tamaño muy reducido que se podría haber utilizado para reparar las armas fuera de los campamentos. Durante las campañas de excavación en La Carisa sólo se encontró un arma defensiva. «Es un ‘umbo’, una pieza metálica que se colocaba en el centro de los escudos. Fue localizado en una de las zonas donde los legionarios realizaban rondas de control, en la parte occidental del campamento de L.laguezos, el único punto por donde podía ser atacado», explica la arqueóloga.
Pero en La Carisa no sólo se encontraron armas. Entre los hallazgos que recopila el informe hay además clavijas que se utilizaban para montar las tiendas en las que dormían los soldados romanos, vientos de sujeción y piquetas en su posición original. «Todo esto ha permitido calcular el diámetro de los entoldados, que tenían entre 2,5 y 2,7 metros, unas medidas muy similares a las documentadas en Vindolanda, uno de los fuertes que custodiaban el Muro de Adriano en Gran Bretaña», señala Martín. «Las clavijas, además, no tienen todas el mismo peso y longitud, lo que permite pensar en diferentes manos manufactureras», añade la arqueóloga.
El estudio de Esperanza Martín arroja aún más luz sobre los campamentos romanos establecidos a la vera de la Vía Carisa, la conexión de la meseta con la costa asturiana. Se sabe que esos asentamientos de montaña se utilizaban en verano, pero las conclusiones de la arqueóloga permiten dar un paso más allá. Esperanza Martín está segura de que estos campamentos no fueron utilizados solo durante las guerras cántabras y considera probado que se siguieron usando «durante las revueltas posteriores». Es más, el hallazgo de una llave de grandes dimensiones indica la presencia de una gran puerta. Tiene unas dimensiones de 55 centímetros y cuenta con dos dientes en la broca y una bisagra en el centro de su mango articulado. «Puede ser de especial interés porque puede estar vinculada a una puerta de entrada de los grandes edificios de los principia (cuartel general), lo que significa una cierta estabilidad de las instalaciones, aun cuando fueran estivales». Las excavaciones en la zona superior del campamento han demostrado la sustitución de las tiendas de campaña por cuarteles de piedra
Falta de financiación
La arqueóloga Esperanza Martín considera que en La Carisa todavía queda mucho por descubrir y echa de menos «más implicación» de las administraciones asturianas para continuar explorando los secretos de un enclave que, además de ser una mina para desvelar la historia, podría convertirse en un atractivo turístico para los concejos de Aller y Lena, y para el resto de Asturias. «Desde que Ramón Argüelles dejó de ser alcalde de Lena se acabó la financiación. Es una pena porque en la parte leonesa sí se están moviendo para poner en valor estos emplazamientos», explica Esperanza Martín.
Las primeras excavaciones tuvieron lugar en el año 2005, con Jorge Camino, Rogelio Estrada y Yolanda Viniegra a la cabeza. La calzada de la Vía Carisa ya se conocía, pero entonces salió a la luz el primer gran campamento: el yacimiento de Curriel.los. Durante años, este enclave fue el resto romano a mayor altitud de toda Europa. Ubicado a 1.700 metros, su fortificación se amplió hasta en cinco ocasiones. Después hubo un parón en las excavaciones, que no se retomaron hasta 2010. Fue entonces cuando un grupo de arqueólogos, que sobrevolaban la zona para elaborar un mapa de Hispania, descubrieron otro posible yacimiento. Esta vez, en el Picu L.lagüezos, entre los municipios de Villamanín (León) y Lena. Esperanza Martín dirigió la campaña, siempre bajo la coordinación del experto Jorge Camino.
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El Picu L.lagüezos guarda bajo tierra el que fue el primer yacimiento romano construido en el territorio que actualmente ocupa Asturias. Tiene una extensión de al menos seis hectáreas (como seis campos de fútbol) y albergó, a la fuerza, a una formación militar de envergadura. Esta primera campaña en L.lagüezos se programó con financiación de los ayuntamientos de Lena, Aller y Villamanín (León). La última campaña en Asturias se desarrolló en el otoño del año 2017. Durante esos trabajos los arqueólogos registraron un nuevo hallazgo: localizaron un puesto de vigilancia de los legionarios para evitar la entrada de enemigos en territorio ya conquistado. Este enclave se encuentra en Carraceo, en los montes del concejo de Aller. «Desde entonces las administraciones no mostrado el interés suficiente por este enclave y es una auténtica pena», recalca Esperanza Martín.
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