usuarios y dirección chocan por el control de la gestión de la instalación
Los usuarios del centro social de personas mayores de Mieres sienten que se han caído del cielo. Aún peor, perciben que están cayendo en un infierno: «Habíamos conseguido ser la envidia de toda Asturias, dando forma a una gran familia en la que todos se sentían cómodos, y ahora nos vemos empujados a una situación de hostilidad y constante enfrentamiento que pone en peligro lo que hemos construido durante años». La asociación del centro iniciará en breve una campaña de recogida de firmas para forzar el cambio de dirección y ya preparan protestas tanto en Mieres como en Oviedo. En el centro ha estallado un conflicto que hubiera sido impensable hace solo unos meses.
La marcha de la que fue directora de la instalación durante varios lustros ha provocado un relevo al frente del mismo que, en apenas unas semana, ha generado un tremendo desencuentro con la asociación de usuarios, que cuenta con más de 1.200 afiliados. Lo que era una sintonía perfecta con la anterior dirección ha tornado en una total falta de entendimiento. El colectivo se siente atacado. «Hasta ahora todo se hacía de forma consensuada con un entendimiento total, pero ahora se nos quiere imponer una dictadura y las personas mayores no somos niños, queremos participar de las decisiones que nos afectan», apunta José Antonio Álvarez, presidente de la asociación . Este colectivo surgió hace tres años para colaborar en la gestión de actividades ante la creciente demanda.
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«Hemos logrado que ya no se nos vea como un centro de viejos. Somos personas mayores, pero eso no significa, en la mayoría de los casos, ser anciano», subraya Álvarez. El equipamiento depende de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar. Las áreas de actividad en funcionamiento incluyen promoción del envejecimiento saludable, cultura, nuevas tecnologías, programas intergeneracionales y talleres ocupacionales. «En muchos casos son los propios socios los que se ofrecen como monitores», explican los usuarios. Son más de 130 los voluntarios que están al frente de talleres y cursos. El número de actividades que se ofertan, más de 80, es mucho mayor de lo habitual en este tipo de instalaciones. El problema que ha surgido es que la asociación de usuarios participaba hasta hora en la gestión de las diferentes actividades, asumiendo en exclusiva la organización de una veintena, incluidos bailes, fiestas y diferentes talleres como gimnasia o yoga, por citar alguno. «La nueva dirección nos quiere apartar pese al éxito de nuestras iniciativas», lamenta José Antonio Álvarez. Y añade que algunas actividades se han encarecido más de un 60 por ciento. n
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