VOLCÁN MÉXICO | La increíble historia del volcán sin el cual España no habría conquistado México
Hernán Cortés, al mando de un reducido grupo de hombres, logró conquistar el imperio azteca en el siglo XVI, lo que le abriría las puertas al control de sus riquezas. Y, aunque contó con la ayuda de los indígenas de Tlaxcala, que eran enemigos de los aztecas, lo cierto es que además de ello necesitaba otro elemento para someter a un pueblo tan numeroso y bien preparado como eran entonces los habitantes de esta parte de México.
Las armas de fuego eran desconocidas por los habitantes de la nación meshica (de ahí viene la palabra México) y al ver esos arcabuces disparar balas que mataban al instante a un hombre situado a gran distancia, quedaban convencidos de la superioridad indiscutible de su enemigo, que además vestía relucientes corazas e iban montados a lomos de un animal nunca visto: el caballo.
Pero para disparar los arcabuces se necesitaba pólvora, y ésta se iba acabando entre las tropas españolas por la gran cantidad de disparos que tenían que realizar en sus incursiones y saqueos de los pueblos aztecas y del propio Tenochtitlán, la capital. La pólvora se compone de azufre, carbono y nitrato de potasio o salitre. Pero cuando uno de estos elementos se terminaba, había que esperar a que llegara desde España, lo cual era tremendamente lento.
El volcán Popocatépetl aparecía como la solución, según explica el geólogo Nahúm Méndez en su libro ‘Historia de los volcanes’ (Ed. Guadalmazán). Los indígenas eran buenos conocedores del entorno y de sus recursos. Aquellos que apoyaban a los españoles les dieron las pistas necesarias para obtener azufre, que el material más difícil de conseguir lejos de España.
5.400 metros de altura
Este volcán, uno de los más activos de México y cuya cumbre se sitúa a 5.400 metros de altura, tenía, según los tlaxcaltecas, azufre en el interior de su cráter, pero ningún nativo se atrevía a subir hasta él, por las fuertes emanaciones que despedía y las rocas que arrojaba desde su interior. Casi todo aquél que lo intentaba, moría.
Tras unos primeros intentos totalmente fallidos, Cortés mandó subir a algunos de sus soldados, que tuvieron que hacer frente a un ascenso de varios días, pertrechados con víveres y sufriendo temperaturas heladas en la cumbre, aparte del habitual mal de altura de esa zona. Encontraron mucho salitre y muy bueno, según narra Cortés en una de sus cartas al rey en 1524. Pero el objetivo principal era el preciado azufre.
Uno de los españoles fue deslizado hacia su interior, atado por los pies con una cuerda y así, boca abajo, fue descendiendo para agarrar rocas de azufre
Pero este material estaba en el interior del cráter humeante. Así que uno de los españoles fue deslizado hacia su interior, atado por los pies con una cuerda y así, boca abajo, fue descendiendo hasta que con sus manos pudo ir agarrando varias rocas de azufre y llevarlas con él hasta el borde del cráter otra vez.
Hernán Cortés escribió: “He hecho mención de una sierra, que está en esta provincia, de la que sale mucho humo: y de allí entrando un español setenta u ochenta brazas, atado a la boca abajo, se ha sacado (azufre), con que hasta ahora nos hemos sostenido».
Diego de Ordaz fue el primero en subir
Francisco Montaño es el nombre de este soldado, que acudió junto a otros dos, apellidados Larios y Mesa, después de que Diego de Ordaz fuera el primero que había subido a la cima del volcán. Como curiosidad, cuando Ordaz regresó a España reclamó al rey el derecho a incluir en su escudo de armas la figura de un volcán.
El escritor Cervantes de Salazar, que conoció al autor de la gesta, afirmó: “Según me dixo Montaño, era cosa espantosa volver los ojos hacia abaxo, porque allende de la gran profundidad que desvanecía la cabeza, espantaba el fuego y la humareda que con piedras encendidas, de rato en rato, aquel fuego infernal despedía”.
Fue gracias a esta peligrosa hazaña como los españoles se aseguraron de esta materia prima sin la cual no habrían tenido pólvora suficiente para continuar con sus ataques contra los aztecas, que les superaban ampliamente en número y, de hecho, les pusieron en serios aprietos varias veces.
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«Si no hubiese sido por el descubrimiento de estos yacimientos, tanto los de salitre como los de azufre, probablemente la conquista hubiese sido mucho más difícil, ya que el transporte de mercancías desde España era muy lento”, afirma Nahúm Méndez. En resumen, “de no haber sido por el Popocatépetl, quizás la historia de México hoy sería muy distinta”. La película ‘Epitafio’ (2015) recrea precisamente este episodio de la conquista de México tan desconocido por el gran público.
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