3 consejos fundamentales para firmar un contrato de alquiler y no llevarte sorpresas
Firmar un contrato de alquiler parece, a primera vista, un trámite sencillo. Pero lo cierto es que muchos inquilinos cometen errores que luego les cuestan tiempo, dinero y más de un disgusto. El experto en finanzas y derecho responsable del canal de TikTok “Empleado Informado” destaca una serie de recomendaciones legales esenciales para cualquier persona que esté a punto de firmar un contrato de arrendamiento. Si sigues estos tres consejos, evitarás abusos y tendrás una mayor seguridad durante tu estancia en la vivienda.
Revisa bien la cláusula de subida del alquiler
El primer consejo —y quizás el más importante— tiene que ver con la actualización de la renta. Según explica el experto es fundamental comprobar si el contrato incluye una cláusula de subida del alquiler. ¿Por qué? Porque si no dice nada al respecto, el arrendador no puede subirte el alquiler durante cinco años (si eres persona física y el contrato es de vivienda habitual). Esta protección está recogida en la Ley de Arrendamientos Urbanos, pero muchos propietarios intentan imponer actualizaciones injustificadas si el contrato no deja claro este punto. Así que antes de firmar, léelo con atención.
Firma en todas las páginas del contrato
Otro error frecuente que señala el abogado es no firmar todas las páginas del contrato. Parece un detalle sin importancia, pero puede marcar la diferencia si más adelante surge algún conflicto legal. Si solo firmas la última página, el arrendador podría —de forma fraudulenta— añadir cláusulas nuevas o modificar el contenido. Por eso, el consejo del experto es claro: firma en cada hoja de modo que quede constancia de que estás de acuerdo con todo el contenido del documento.
Al final del contrato, pon “FIN CONTRATO” y tacha lo que sobra
Cuando llegues al final del contrato, hay un truco legal muy útil para evitar que se añadan condiciones una vez tú ya hayas firmado. Se trata de escribir a mano «FIN CONTRATO» y tachar cualquier espacio en blanco que quede al final. Esto impide que alguien agregue texto posteriormente. Además, este simple gesto deja claro que el contrato se cerró exactamente en ese punto y que no existe más contenido válido después de tu firma.
Omitir estos detalles puede dar lugar a situaciones muy incómodas. Por ejemplo, que el arrendador te suba el precio arbitrariamente cada año, que aparezcan cláusulas con las que nunca estuviste de acuerdo, o que se pretenda aplicar normas no pactadas. Aunque la ley te protege en muchos casos, tener pruebas claras desde el principio facilita cualquier reclamación futura y te evita conflictos innecesarios.
Aunque estos tres consejos son los pilares, hay otros aspectos del contrato que también conviene revisar: duración del alquiler, fianza, condiciones para rescindir el contrato, quién paga los suministros o cómo se gestionan las reparaciones. Además, si el contrato incluye alguna cláusula que no entiendes o te parece abusiva, no dudes en consultar con un abogado o un experto. Más vale preguntar antes que lamentar después.
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