de la contaminación acústica a la contaminación visual
Las primeras pantallas de insonorización ya están instaladas en la autovía de Mieres. Los vecinos de las viviendas más próximas a la A-66 han tenido que esperar 30 años para protegerse del ruido del tráfico tras las mamparas que, a lo largo de los próximos meses, se extenderán desde Ujo hasta Ablaña. Los primeros beneficiarios son los residentes en Figaredo. Para su sorpresa, unas horas después de que las primeras pantallas fueran instaladas, han aparecido llenas de pintadas. La estructura no ha aguantado ni un fin de semana sin recibir la visita de los grafiteros. La contaminación acústica ha dado paso a la contaminación visual.
«Es increíble la rapidez con la que actúan estos gamberros», señalan los vecinos de la urbanización El Chalet, la más próxima al primer bloque de pantallas instalado en la autovía de Mieres. «Las pantallas acabaron de colocarse el viernes y el sábado ya estaban llenas de pintadas», se quejan los portavoces de la comunidad. Son varios los garabatos de grandes dimensiones que ya embadurnan las pantallas acústicas que se acaban de colocar en la zona sur de Mieres. De momento, ya están instalados dos amplios bloques de mamparas, uno a lo largo de unos cien metros y el otro con casi el doble de esa longitud. Se localizan en Figaredo. En ambas estructuras ya se aprecian grandes grafitis, con un gran impacto visual. «El problema es que la imagen que se proyecta es deplorable, de abandono, cuando la estructura ni tan siquiera está inaugurada», denuncian los vecinos.
Primeras reacciones
La incredulidad de la comunidad ante la rapidez, casi inmediatez, con la que han actuado los grafiteros ha ensombrecido lo que es un avance histórico para los barrios anexos a la autovía de Mieres (Oviedo- Campomanes). Los aproximadamente 300 metros de postes con sus mamparas que ya se elevan junto a la doble calzada son solo una pequeña parte de la cobertura del proyecto, que debe extenderse desde Figaredo hasta Ablaña, con 8 kilómetros en total de protección acústica. Las obras arrancaron hace más de cinco meses y es ahora cuando ya se puede vislumbrar la dimensión de la actuación. «La estructura es más alta de lo que esperábamos», indican los vecinos de Figaredo. Esta primera buena impresión debería conllevar mejoras en la calidad de vida, pero de momento las familias no se pronuncian. «Se nota que hay menos ruido, pero es fin de semana y hay menos tráfico. Habrá que esperar a ver lo que sucede los días laborales, con más circulación», comentan.
La instalación de pantallas acústicas en Mieres no es un proyecto menor. Se trata de una actuación que el municipio llevaba reclamando desde que en 1993 se inauguró la autovía sin este tipo de sistemas antirruido. La colocación de mamparas de protección a lo largo de los citados casi 8 kilómetros conllevan una inversión de 10,8 millones de euros. El coste está financiado por la Unión Europea (Next Generation).
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Tampoco es menor el problema de los grafitis en Mieres. La vigilancia que mantienen tanto la Policía Local como la Nacional sobre los grafiteros que actúan en Mieres no ha logrado persuadir a estos vándalos para que desistan en sus conductas. Se han producido detenciones y varios jóvenes están pendientes incluso de juicio tras haber sido sorprendidos el año pasado haciendo pintadas. El Ayuntamiento se gastó 12.000 euros en la restauración del casi centenario monumento dedicado a Teodoro Cuesta, situado en la plaza de La Pasera. El vandalismo también lleva años campando a sus anchas por el poblado minero de Bustiello, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Inmuebles singulares como la iglesia de San Juan están llenos de pintadas. Pero el mayor problema es que los garabatos surgen a cientos en el caso urbano: en fachadas, cocheras, escaparates, bancos o contenedores. «Hay que poner freno a este deterioro de la imagen del municipio», reclaman los portavoces de la Agrupación Vecinal de Mieres.
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