Las grandes preguntas que deja la DANA
Las inundaciones del 29 de octubre han dejado miles de víctimas, innumerables daños y algunas preguntas sobre lo que pasó y lo que está por venir. Catedrático de ingeniería hidráulica de la Universidad Politécnica de Valencia y especialista en riesgo de inundaciones, Félix Francés García lleva 30 años estudiando la Rambla del Poyo y analizando la peligrosidad de esta cuenca caracterizada por sus «inundaciones repentinas», un riesgo que, asegura «Eran perfectamente conocidos por los expertos locales y técnicos de las distintas administraciones. Analizamos con él lo sucedido y las medidas a tomar a partir de ahora.
¿Por qué ha sido tan destructiva esta riada?
La “avenida relámpago”, la gran presencia de vehículos, que no estuviese lloviendo en la zona que se iba a inundar y que fallasen los mecanismos de alerta acabaron siendo el 29 de octubre un cóctel explosivo en l’Horta Sud. Las “inundaciones relámpago” son las que más víctimas producen por el rápido incremento de los caudales y el alto porcentaje de sedimentos, que suponen el 30% de la crecida. El tiempo de reacción de las “avenidas relámpago” para el sistema de emergencias es corto y más en este caso en el que los mecanismos de alerta fallaron.
¿Es suficiente el actual sistema de alertas?
La predicción meteorológica se centraliza en Aemet y la observación hidrológica la realizan las confederaciones hidrológicas, aunque la del Júcar no realiza una predicción de la zona inundable. Pero lanzar alertas basándose solo en la predicción de Aemet o en los puntos de aforo es insuficiente ya que no tienen en cuenta cuándo o dónde se producirá la escorrentía y solo muestran lo que ocurre en un punto en concreto. Por ello, se debería recurrir a otros sistemas de predicción de inundació o hidrológica como el Copérnicus.
¿Hubiera evitado el desastre el plan de inundaciones de 2006?
Este plan de la CHJ sin ejecutar proponía reforestar y construir micropresas de protección contra la erosión en la cabecera de las cuencas, situar balsas de laminación en el barranco de Pozalet y zonas de sacrificio en la rambla del Poyo conectadas por corredores verdes y encauzamientos tradicionales.
Una parte del caudal iría al encauzamiento del Poyo en Paiporta y otra al nuevo cauce del Túria. No hubiera evitado los daños de la riada del 29-O pero sí hubiera reducido el impacto a la mitad.
¿Y lo hubiera evitado el proyecto de la presa de Cheste?
No, pero también habría reducido los daños . A finales de los 90 la CHJ planteó una presa de laminación de avenidas en Cheste que disminuiría los caudales de crecida del Poyo aguas abajo y las conectaría con la Albufera mediante un encauzamiento. No se llevó a cabo por el rechazo del Ayuntamiento de Cheste y, además, hubiera supuesto aterrar la Albufera por la gran carga de sedimentos que arrastran estos barrancos. De este proyecto solo se hizo el encauzamiento a partir de Paiporta.
¿El derribo de azudes ha incrementado el riesgo?
Realmente, se han derribado pocos azudes en España. Para hacerlo, han de no estar en uso y no estar protegidos como obra histórica. Además, no son baratos de derribar. Sin embargo, su efecto es mínimo en la laminación de una crecida debido a su pequeño tamaño, ya que tendrían que haber muchos azudes a lo largo del cauce para que la laminación fuera significativa.
¿Qué le habría ocurrido a València sin el Nuevo Cauce?
No está claro, porque depende del caudal del pico que se haya producido. El caudal pico reportado el 29-O fue de 2.000 m3/s, que sí podría haber sido asumidos por el cauce original del Túria, pero generando problemas graves en los Poblats Marítims y el entorno de la desembocadura. Eso sí, con el actual ajardinamiento del antiguo cauce y elementos como la Ciutat de les Arts, la capacidad de asumir ese caudal hubiera sido mucho menor.
¿Se ha hecho algo en las últimas décadas para evitar riadas?
La principal mejora ha sido la entrada en vigor del plan de riesgo de reducción de inundación Patricova en 2003, que además de establecer una normativa urbanística mejoró y elevó la capacidad del encauzamiento del Poyo en Paiporta. Este plan también ha evitado el incremento del riesgo futuro debido a una mala planificación. Pero la mayor parte de las edificaciones e industrias de la zona anegada se levantó antes del Patricova y ahora es imposible socialmente y difícil económicamente desplazar a más de 200.000 personas a otros espacios sin peligrosidad de inundación.
¿Qué hacer con los sedimentos que ha dejado la riada?
La limpieza de plantas bajas, calles y alcantarillado es uno de los principales costes del proceso de recuperación de cualquier inundación. En el caso de la red de alcantarillado, el coste de la limpieza puede ser tan elevado que se suele recurrir a su nueva construcción total o parcial. Debería analizarse este posible agravamiento durante la limpieza antes de que empeore la situación.
¿Cómo se puede reducir el riesgo de inundaciones?
Mediante encauzamientos y renaturalización de cauces, diques y motas, drenaje urbano para inundaciones pluviales y elevación de parcelas. Para la disminución de la magnitud o frecuencia en la cuenca contamos con embalses y balsas de laminación, restauración hidrológico-forestal, gestión del uso del suelo, derivación de caudales mediante corredores verdes, zonas de sacrificio y sistema de drenajes sostenibles.
En las poblaciones es necesario adecuar edificios e infraestructuras, zonificar usos, mejorar las vías de evacuación y, sobre todo, informar y educar a la pobación sobre los riesgos.
¿Y qué se puede hacer en concreto ahora en l’Horta Sud?
Poco se puede hacer en lo que ya está construido y mucho en lo que se pueda planificar en el futuro. Un plan de reconstrucción se debería aprovechar para aplicar medidas de adecuación en edificios, industrias e infraestructuras dañadas.
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También permeabilizar infraestructuras como la Pista de Silla. No se puede desplazar a la población ni evitar el crecimiento de los municipios, pero sí acometer una planificación territorial que adecue la edificación a la normativa del Patricova.
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