Los acantilados de Cudillero tienen mucho arte (y este experimentado fotógrafo de naturaleza lo demuestra)
«La costa de Asturias esconde uno de los mayores tesoros geológicos de la cornisa cantábrica». Es la sabia advertencia que hace un experimentado fotógrafo de naturaleza, César Llaneza Rodríguez. Especializado en composiciones, contrastes y texturas, su fotografía artística de geología en el litoral occidental asturiano, conseguida a base de abstracciones en piedras de las playas del Silencio, Gueirúa y otras de ese entorno, le han permitido, no solo «expresar mi identidad y personalidad» sino también distinguirse en certámenes por todo el mundo. Con trabajos que, de tan singulares, merecen explicación.
Llaneza fue descubriendo la potencia artística de las formaciones geológicas de los acantilados de la costa asturiana a medida que iba avanzando en su fotográfica, siempre centrada en la naturaleza. «Creo que las conocí por primera vez en 2008», rememora Llaneza, aunque diría que fue alrededor de 2017 cuando se dieron las bases para que aquello que le había llamado la atención a simple vista, tuviera encaje en un proyecto fotográfico. «En esa época es cuando evoluciono mi fotografía hacia un estilo más intimista y creativo, que se caracteriza por encontrar y capturar la belleza en los detalles más pequeños y sutiles del entorno natural; ahí es donde comienzo a mostrar más interés por la fotografía que la geología del litoral occidental me ofrece», cuando. Entonces «mi percepción se va agudizando y mi conexión con el entorno es más profunda», explica. De tal forma que «comienzo a buscar patrones, texturas contraste de colores y sensaciones que a menudo pasan desapercibidos para el ojo no entrenado”.
Llaneza ha encontrado «inspiración» en un litoral que no siempre es apreciado por tal motivo. «Hay paisajes y localizaciones que se prestan a fotografiar y esta zona es, para mí, una de ellas. Imagino que se debe tener cierta sensibilidad y gusto por el arte», dice el autor. A él, en concreto, este proyecto y estos acantilados asturianos le dan «todo eso que yo busco; a través de la geología puedo crear obra que puedo considerar como propia. Es una geología que está repleta de color; de textura; de formas que se complementan y contraponen; con imaginación y creatividad se puede dar vida a simbolismos y metáforas visuales», detalla.
Lo que César Llaneza llama la «santísima trinidad» de la geología del litoral asturiano, y de donde sale el grueso de su fotografía artística, lo constituyen tres playas. Esas son las del Silencio, la playa de La Ribera del Molín y la de Gueirúa, en el concejo de Cudillero. «A la playa de La Ribera del Molín solo se puede acceder desde la marea baja del Silencio, en el pueblo de Castañeras, en Noellana; de hecho, si te descuidas te puedes quedar aislado hasta la siguiente marea. La de Gueirúa, en Santa Marina, requiere de una caminata más extensa y se accede a ella tras superar un buen tramo de escaleras que quitan el aliento. Se requiere algo más de pericia para acceder, sobre todo en marea alta; pues parte del acceso se derrumbó por un argayo y es necesario hacer rapel por una cuerda varios metros. Así lleva varios años ya; nadie se ha dignado a repararlo», cuenta Llaneza.
También hay por la zona otras playas que merecen mención especial como la de L’Airin «que tiene un paisaje sobrecogedor además de una estupenda geología; algunas estructuras son únicas y solo se pueden ver allí; se encuentra a la derecha de la playa del Silencio; entre la playa de La Barquera y la playa de Saliencia; su acceso por un camino del acantilado se perdió hace años debido a un gran argayo y es una pena, pues es un lugar increíble. Hoy en día solo se puede acceder por marea baja desde la mencionada Saliencia tras caminar 300 metros por roca, corriendo el riesgo de quedarse aislado por la marea», cuenta este fotógrafo asturiano.
Su forma de trabajo implica «seleccionar y hacer composiciones con las partes más ‘nobles’, por decirlo de alguna manera, del acantilado. Es donde se dan los contrastes cromáticos más llamativos las texturas más impresionantes y las formas más singulares». Ahí, mientras trabaja, dice César Llaneza que casi entra en trance. «Cuando dedico una sesión de fotografía a estas zonas lo primero que siento es ‘paz’, desconexión del mundo y de las preocupaciones; todo desaparece y solo está el acantilado, mi cámara y yo; el tiempo vuela», describe. Para Llaneza, esos acantilados del occidente astur «están repletos de los motivos, patrones y texturas que busca un fotógrafo de paisaje íntimo como yo».
Y volvemos al inicio: «Asturias tiene una joya de paisaje y en lo que respecta al litoral aún más; hace tiempo leía un blog de un geólogo que visitó la playa del Silencio y decía en su artículo que no está catalogada como Lugar de Interés Geológico y no se está explotado el potencial turístico que su geología ofrece, única en la costa cantábrica».
La insistencia de César Llaneza por que se valore este enclave va pareja al temor que siente de que una «popularización» de esos acantilados, en base al potencial de las redes sociales y el tirón de los «sitios instagrameables» –como se llaman ahora a los puntos más fotografiados por los viajeros– acabe con un paraíso. «Tras la pandemia, el flujo de turistas que está aguantando la Playa del Silencio es abrumador. En el pueblo de Castañeras han visto negocio y necesidad y se habilitan dos parkings temporales durante el verano. Este año incluso se ha asfaltado todo el trayecto, desde el pueblo hasta el camino que lleva hasta la playa del Silencio, para facilitar el paso. No quiero imaginarme si se llegara a explotar su potencial por el interés geológico; el impacto que sufriría este entorno natural sería brutal», dice César Llaneza, que cada vez ve «más basura» abandonada en lugares donde antes «podían acudir cinco personas a lo sumo; ¡tres pescadores y dos fotógrafos!». Esa «presión» también la comienza a reconocer en el tratamiento cruel de los acantilados. «Comienzo a ver las rocas pintadas y rayadas», lamenta con la desazón. Lo que le lleva al convencimiento de que «la gran mayoría de la gente no tiene la sensibilidad para valorar lo que tiene delante; sinceramente lo creo. Es algo único en la costa cantábrica y me atrevería a decir que en la Península».
Pero no todo es preocupación. También sabe que él mismo, con su granito de arena, está propiciando el interés de visitantes mucho más profesionales y cuidadosos. «Estos últimos años y cada vez más, vienen fotógrafos de otras partes del mundo a impartir talleres fotográficos a estas mismas localizaciones que he nombrado. Yo mismo, actualmente, estoy impartiendo talleres fotográficos en las zonas que conozco aportando mi visión artística y creativa de la fotografía y estoy realmente agradecido por que la gente está respondiendo muy bien; llenando las plazas prácticamente en la misma semana que lo anuncio». Sinónimo de que quizá la montaña de los siete colores de los Andes, el colorido parque geológico de Zhangye Danxia (China) o el río de caño Cristales de Colombia, todos enclaves naturales de gran popularidad, van a tener competencia en los acantilados de Cudillero.
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www.fotollaneza.com Instagram: @cesarllaneza
Un procesado mínimo y mucha luz
Pese al anonimato en el que viven estas formaciones geológicas de los acantilados de Cudillero en Asturias, César Llaneza ya ha conseguido situarlas en el foco de algunos de los grandes certámenes de fotografía del mundo. «Uno de mis primeros trabajos de 2017 -a la izquierda, junto a estas líneas- lo presenté a Nature’s Best Photography 2020 y recibió un ‘Highly Honoured’ en la categoría de arte en Naturaleza. Este mismo también fue finalista en el Concurso ‘Golden Turtle 2021’ Y finalmente lo presenté a la primera edición de los Natural Landscape Photogrpahy Awards 2021 y recibí un ‘Recomendación’ de los jueces del concurso. Admiro y pensar que han pasado por sus ojos es realmente un honor. Es una fotografía que me trae muy buenos recuerdos y le tengo especial cariño por la erosión a la que está sometida esta zona por el mar y el viento. . La parte superior se derrumbó», dice.
Otra foto premiada es la primera de la columna de la derecha. Se titula «Paisaje alpino». «Me valió un ‘Altamente recomendado’ en la categoría Paisaje en el prestigioso concurso de fotografía de naturaleza Asférico; ¡se dice que permite muy poco procesamiento en las fotografías!» recuerda Llaneza.
Respecto a la segunda fotografía de la columna de la derecha, Llaneza explica que se trata de un trabajo realizado «en la hora azul; con un balance de blancos frío en la cámara y una iluminación cálida para potenciar las zonas rojas y conseguir contraste cromático de temperatura».
La tercera y última fotografía se titula «Luz y Laminaciones». «Siempre hay que estar atento a la luz; esos rayos mágicos que se cuelan entre los árboles del acantilado y llegan difusamente abajo, iluminando las rocas».
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