quién vigila que la diversión no salga cara
Un Sonny Angel es una figura creada en Japón y quizás concebida originalmente para el disfrute de los niños, pero que está causando revuelo entre los que llaman ‘kidults’ (adultos de entre 25 y 45 años que coleccionan artículos infantiles). El muñeco con el sombrero temático se vende en AliExpress por 1,92 euros. En Temu, por 6,24 y en la web del fabricante, al menos 12,90. ¿Dónde lo comprarías? Como metáfora perfecta, el más barato llega en una “caja ciega”. Quién sabe qué se encontrará la persona que lo abra y si no se ajusta a lo que pidió, además no será fácil devolver el producto.
El de Sonny Ángel es el primer ejemplo que da a este diario la teniente Raquel del Grupo de Delitos Económicos de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, ya que en las inspecciones aleatorias que realizan a contenedores y cajas se incautan cientos, miles de Muñecas japonesas de frutas, flores y animales. Agentes de consumo y autoridades aconsejan que antes de pedir juguetes no seguros, «si el cliente no tiene claro a quién y dónde se lo devolvería, no lo compre».
Y lo peor en ese caso no sería el dinero que, para ayudar a los Reyes Magos en su carta, se podría tirar a un ‘mercado’ sin dirección postal que reclamar, sino que es probable que ese producto no haya pasado las estrictas normas. de calidad que existe en continentes como Europa, el más rígido del mundo en estos controles. Algunos pequeños trozos se han desprendido de los fraudulentos Sonny Angels ubicados en España, lo que supone un riesgo de asfixia para los más vulnerables, los pequeños de la casa, advierte el teniente. Y luego la diversión sale más cara que esos once euros de diferencia en la compra inicial.
El proceso que sigue cada juguete
La legislación comunitaria fue transpuesta a los Estados miembros con la Directiva 2009/48 y es una norma que compromete a los fabricantes y autoridades de consumidores a garantizar la seguridad de los juguetes. Juan González es técnico del Laboratorio del Instituto Tecnológico de Productos Infantiles y de Ocio (AIJU). Según se explica, la norma europea contiene exigentes requisitos de higiene, inflamabilidad, radioactividad, físicos, químicos (sin pintura tóxica), diseño del producto (sin bordes ni puntas cortantes) e incompatibilidad electromagnética (que al ponerse en funcionamiento no activa el televisor o otro dispositivo).
Las pruebas mecánicas a las que se somete un producto antes de su puesta a la venta son innumerables: en laboratorios como el AIJU comprueban especialmente si la graduación de edad que «conviene que indique el fabricante» -precisa el técnico- es la el correcto. correcto. El mercado es especialmente riguroso con los juguetes pensados para niños menores de 36 meses, para que no se desprendan pequeños trozos o bolitas. Y el peligro en ese caso es de vida o muerte. «La prueba de cilindros es fundamental. Se coloca una pieza en un cilindro con unas dimensiones que evitarían que ese pedacito se atragante”, dice Miró. Y González lo respalda. Explica: la pintura tóxica de un componente, el grosor de la bolsa de plástico que envuelve el juguete, la fuerza motriz de un muñeco para que no se rompa una mano, el efecto de arrastre, su comportamiento ante el fuego (en el caso de una peluca, tienda o disfraz), seguridad eléctrica (si lleva pilas o posibles sobrecalentamientos y cortocircuitos). .. Todo está controlado. En AIJU, situada en Ibi (Alicante), cuna del Valle del Juguete en uno de los pocos países donde la industria persiste no sin dificultades, decenas de personas realizan entre 60.000 y 80.000 pruebas técnicas anualmente que revisan los productos fabricados por los casi. 200 empresas jugueteras (95% pymes), señala la mayor patronal, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ). La AEFJ agrupa a 105 empresas y su sede también está en. Ibí.
dos meses
Uno de esos fabricantes es Injusa y su CEO Luis Berbegal Cuenta a ABC que desde que se concibe una idea de producto hasta que se comercializa pasa alrededor de un año. Dos meses de los cuales se invertirían únicamente en pruebas internas (controles propios de la empresa) y la auditoría externa o exámenes adicionales que se solicitan a laboratorios como el Instituto Tecnológico. Berbegal habla claro: «Alrededor del 10% del precio del juguete. «Se lo quitan los controles por los que pasa para garantizar su seguridad». Las pruebas recogidas por la ley son, sin embargo, voluntarias y algunas empresas pueden buscar un «atajo». «No hay seguridad al 100%, pero el juguete en España sí», porque el fabricante es el primero interesado en que así sea, afirma el técnico González. Miró da en el blanco: «Lo que se juega el fabricante con cada juguete es su reputación. Si sacas al mercado algo que no cumple con los requisitos y se desprende un trozo, es tóxico y causa daño a un niño, no podrás volver a vender ese producto. Y el daño reputacional sería total.
Miró también cuestiona, al hablar de reputación, que «el juguete no está bien valorado en España», y sigue siendo un «atracón» estacional en Navidad sin tener en cuenta el valor psicológico y educativo que tiene el juguete para el niño en desarrollo. resto del año. Recomienda dosificar regalos y compras.
«Es inviable» controlar la enorme mercancía fraudulenta que entra al país también por carretera y en pequeños paquetes postales
Tras la norma europea y la autoexigencia de la empresa, llega la tercera barrera que supera la relevancia de un juguete. El comprador y su conciencia. Por un lado, hay que saber que las falsificaciones provocan cada año la pérdida del 5% de los puestos de trabajo y del 11% de la facturación de la industria nacional. Y luego está el «otro» peligro incalculable. Según el secretario técnico de la asociación nacional, «en 2005 hubo un problema como un juego de arcos y flechas. Un niño se ahogó con una ventosa. Fallecido. Y han dejado de vender por norma general. Lo curioso es que es algo que parece tenerlo muy claro a todos, pero entonces un familiar entra a un bazar multiprecio y lo compra para tenerlo como regalo con su nieto o sobrino, poniendo a la persona homenajeada con su buena acción. «De vez en cuando se producen retiradas del mercado de juegos de arco y flecha ‘falsos'», lamenta.
De China y Turquía
Al igual que los Reyes Magos, las falsificaciones de juguetes también proceden de Oriente. La Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (o Euipo, que también está en Ibi y emplea a 2.000 personas) lo traduce en pérdidas para el sector. La Guardia Civil (agentes de aduanas, impuestos y fronteras) y las autoridades de Consumo -las direcciones generales autonómicas son las que imponen las sanciones por las infracciones cometidas- señalan que los mayores perjudicados por estos gigantescos ‘marketplaces’ o plataformas online donde padres y abuelos Intenta ahorrar unos euros sin tener en cuenta los posibles daños colaterales y la seguridad del juguete. No significa que lo que se compra en China –la mayor potencia juguetera del mundo– no sea seguro; Hay muchos fabricantes de Europa que van a China a producir para ahorrar costes, explican los empresarios, pero hay que saber dónde se compra y qué se compra porque los controles en Asia suelen ser más laxos.
De hecho, según la teniente Raquel, buena parte de los contenedores incautados con productos que no han superado las normas de seguridad proceden de China y Türkiye. La mayoría ya son detectados en suelo nacional, aunque es como buscar una aguja en un pajar, porque muchas veces entran al país por transporte por carretera desde otra parte de la UE «en paquetes postales dirigidos a domicilios particulares»; entonces el seguimiento es completamente “inviable”, resuelve. La última gran operación tuvo lugar el pasado mes de diciembre en el polígono industrial Cobo Calleja, en Fuenlabrada (Madrid). Se incautaron dos millones de juguetes fraudulentos, explica el agente, destinados al carruaje de algún Mago al que le iban a dar la ventaja.
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