España inicia la cuenta atrás del mayor plan espacial militar de su historia
Esta mañana de miércoles ha sido colocado en un contenedor especial, a prueba de desastres, para embarcarlo en un Antonov a bordo del cual cruzará el Atlántico hasta Cabo Cañaveral. El satélite de comunicaciones militares SpainSat NG1 iniciará este jueves su viaje desde el aeropuerto de Toulusse-Blagnac hacia el punto de la costa de Florida desde el que, el próximo 28 de enero, a las 21 horas, las cinco de la mañana del 29 hora peninsular española, será enviado al espacio.
Ya está en cuenta atrás la realización de uno de los más ambiciosos planes de las Fuerzas Armadas. Defensa contará con el satélite de comunicaciones militares más avanzado de Europa. Con las prestaciones que podrá desplegar a 36.000 kilómetros de la Tierra, esta máquina, junto con otra gemela que se ha de lanzar en septiembre, podrá dar un servicio de alto nivel de comunicaciones encriptadas a las tropas españolas en cualquier lugar del mundo, pero también a las de la OTAN si lo requiere esa alianza.
España ingresa así en un reducido club de países con esa capacidad, hasta ahora integrado solo por cuatro socios: Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Francia. La inversión del proyecto, 2.000 millones de euros los dos satélites y la base de seguimiento en Hoyo de Manzanares (Madrid), viene a ser similiar,por cadamáquina puesta en órbita, al coste de una fragata de la clase F100, las más modernas de la Armada.
Cuestión de soberanía
El contrato de Hisdesat, la empresa española que lidera el proyecto, con Airbus y Thales Alenia Space en la alianza, se firmó el 11 de julio de 2019. Ahora culmina «el más importante programa espacial que España ha hecho jamás», asegura Miguel García Primo, Consejero Delegado de Hisdesat. Se va a lanzar, dice, «el satélite de comunicaciones seguras más avanzado que se ha hecho en Europa».
Después de cinco años, uno de ellos de retraso por las vicisitudes que ha atravesado el trabajo, espera su salto al espacio un aparato de seis toneladas, capacitado para geolocalizar cualquier interferencia que trate de intoxicarlo desde tierra, defenderse de la intrusión, aguantar el vendaval eletromagnético de una explosión atómica en la alta atmósfera… Los militares lo llaman HANE, siglas de High Altitude Nuclear Explosion, uno de los ataques más temidos en los modernos juegos de guerra pues barrería a todos los satélites no preparados para esa eventualidad. Pertenecen a esa categoría prácticamente todos los que hoy están rodeando al planeta.
Entre los elementos que convierten al SpainSat NG en un satélite de los más modernos del mundo están las antenas activas del aparato. Son la clave, explica García Primo, por las que esta máquina «multiplica por 16 la capacidad de transmisión del satélite que actualmente tiene España en su lugar». Esas antenas, que amplifican, reducen, adaptan la apertura de su haz y varían su dirección en segundos, se han fabricado bajo diseño totalmente español.
Ha sido una cuestión de soberanía tecnológica, aunque a la fuerza ahorcan en esta carrera espacial española, tras 40 años de inversión en aprender, tecnificarse en un segmento de industria militar de productos habitualmente secretos y mercados muy cerrados. «España se ha tenido que fabricar sus propias antenas activas», confirma García Primo. Sus prestaciones son material clasificado, si bien parte de los avances desarrollados en este campo se están vendiendo ya a dos países aliados.
En casa de Elon Musk
El 28 de enero, el SpainSat NG1 despegará a bordo de una cohete Falcon IX desde la base en Cabo Cañaveral de Space X, la compañía espacial del también dueño de Tesla y X, Elon Musk, el tecnoministro mano derecha de Donald Trump.
La elección de la empresa lanzadora viene determinada por el tamaño y los tiempos del proyecto. Se descartó un cohete europeo Arianne. De hecho, la compañía ni siquiera ofertó para el lanzamiento españo, pues no llegaría a tiempo de construir un Arianne VI para lanzar el satélite. También se descartó lanzarlo con una nave rusa Soyuz; son demasiado pequeñas para un satélite de un tamaño sin apenas precedentes en la industria espacial europea.
De hecho, en el proceso de fabricación hubo que renunciar a piezas rusas una vez iniciada por el Kremlin la invasión de Ucrania. Así, hubo que cambiar sobre la marcha el proveedor de los motores iónicos, que finalmente ha pasado a ser el operador espacial francés Safran.
En cinco años de contrato, no es la única contrariedad que atravesó el proyecto. También se ha debido superar la ruptura de la cadena de suministro que ha supuesto la guerra, sin contar los retrasos que provocó, en plena fabricación, la llegada de la pandemia de covid.
Trabajo meticuloso
El pasado 4 de enero se cargó en el SpainSat NG 1 el propelente, 1.250 kilos de xenon para sus dos motores iónicos, en una de las operaciones más delicadas de todo proceso industrial espacial. Otra carga de combustible, la de hidrazina, se hará ya en suelo norteamericano por su alta peligrosidad.
Todo en este plan español de modernización militar es complicado, fruto de meticulosa preparación. Meter el satélite a bordo del Antonov -que opera una firma de air cargo ucraniana- requiere de una precisión de centímetros, pues el contenedor cabe muy justo en el avión. Aseguran la carga amortiguadores muy precisos, cajas negras del propio contenedor para registrar cualquier problemas en el transporte.
En la misma mañana de este 9 de enero que el SpainSat NG1 inicia viaje a Florida, los ingenieros que construyen el SpainSat NG2 le cerrarán la puerta de su cámara de vacío térmico para entrar en pruebas. Ese es uno de los procesos decisivos de la construcción. Una vez que el segundo satélite haya completado su viaje en otoño y haya hecho sus pruebas en el espacio, el sistema completo podrá estar actuando en plenitud de operaciones en febrero de 2026.
Pymes de todo el país
La siglas NG del nombre del satélite corresponden a la expresión Nueva Generación. Este lanzamiento se enmarca en una creciente racha inversora del Estado en Defensa, sobre la que pesa siempre la condición, la directriz del Gobierno, de máxima nacionalización del proceso. Más del 75% de todo el proyecto, y el 45% del gasto en la fabricación del satélite, se queda en España, certifican en Hisdesat.
Participan en el proyecto, además de las firmas grandes mencionadas y de Indra, 18 universidades y pymes de Catalunya, Madrid, Cantabri, Andalucía, País Vasco, Castilla-La Mancha, con un corolario de empresas que han tenido que realizar sus propias invenciones, como la catalana Sener en el campo de las antenas activas, Tecnobit en placas, Iberespacio en elementos de control… «Prácticamente en todos los casos de aportaciones de pymes a este proyecto es la primera vez que fabrican su producto», cuenta García Primo.
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Entre las innovaciones españolas, el diseño -que no fabricación- de los chips del satélite, proceso que puede iniciar el camino para una industria de los microprocesadores de la que todavía carece España.
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