Los Ángeles no consigue controlar los incendios que la asedian
El fuego mantiene viva la pesadilla en Los Ángeles y aunque los vientos que llevan tres días azuzando las llamas han dado un ligero respiro este jueves, la pausa se teme solo pasajera.
Los graves y devastadores incendios que empezaron a asolar el martes la región metropolitana de la gran urbe del sur de California siguen en su mayor parte, y de forma especialmente en el caso de los tres mayores, descontrolados. La destrucción provocada por la tormenta de fuego es “absolutamente histórica y sin precedentes”, como ha recordado en una rueda de prensa la alcaldesa angelina, Karen Bass. Y ha dejado ya al menos cinco muertos, una cifra que el sheriff del condado, Robert Luna, no está convencido de que refleje aún el coste humano real de la catástrofe. “Francamente, no sabemos aún. Creo que la cifra subirá”, decía en la comparecencia ante los periodistas.
Las dimensiones de la tragedia
Las dimensiones de la tragedia cortan, como el aire irrespirable que se propaga por la región, el aliento. Los incendios han arrasado ya más de 11.000 hectáreas, el equivalente a 27.000 campos de fútbol; han destruido miles de casas, negocios y estructuras, más que ningún otro fenómeno de fuego en la historia de Los Ángeles. La empresa AccuWeather ha calculado que el coste económico puede llegar a superar los 57.000 millones de dólares. JP Morgan el jueves elevaba también a 50.000 millones las pérdidas estimadas, el doble de lo que había anticipado la víspera.
Casi 180.000 personas estaban este jueves bajo órdenes de evacuación obligatoria, mientras 200.000 más seguían en alerta con posibilidad de recibir un aviso para dejar sus casas en cualquier momento. Este jueves había, además, 420.000 personas sin suministro eléctrico. Las escuelas de la zona están cerradas, se han tenido que evacuar algunos centros médicos y la vida cultural e industrial de la ciudad ha sido sacudida. Se han cancelado o retrasado eventos deportivos, rodajes, ceremonias…
Más de 7.500 bomberos luchaban este jueves contra los incendios, con algunos problemas de la primera jornada como la falta de agua en algunas bocas de incendios aparentemente superados. Las condiciones meteorológicas, con vientos que reducían algo su intensidad a lo largo de la mañana, permitían que al trabajo de esos efectivos se sumara, como el miércoles, el aéreo desde helicópteros y aviones y esa combinación fue vital, por ejemplo, para contener un incendio que se abrió el miércoles en Sunset, en el corazón de la urbe, donde para este jueves se permitía el regreso de los evacuados.
Palisades, el más devastador de los fuegos, que ha arrasado casi 7.000 hectáreas en la zona de la costa al oeste de Los Ángeles, seguía con la contención al 0%. Lo mismo sucedía en el de Eaton, al este de la urbe, con 4.300 hectáreas asoladas y más de 1.000 estructuras dañadas y destruidas, aunque en ese caso al menos se lograba frenar “significativamente” la expansión de las llamas, según las autoridades. Hurst, que ha quemado 350 hectáreas, tampoco podía poner a la hora de escribir estas líneas ningún dígito en su porcentaje de contención, algo que sí lograban los bomberos en los incendios de Lidia, Sunset y Woodley, los dos últimos totalmente contenidos.
Malas previsiones
La pausa que daban los vientos de Santa Ana a lo largo de este jueves se anticipaba breve. Para la noche se preveían que soplaran a entre 30 y 50 kilómetros por hora pero con rachas de hasta 100 kilómetros. Sigue sin haber ninguna previsión de lluvia para los próximos diez días y la humedad sigue baja. Esa combinación destructiva hacía que se mantuviera la bandera roja por lo menos hasta las 6 de la tarde del viernes, hora local. Se teme, además, que los vientos fuertes puedan volver el fin de semana y la próxima semana.
Autoridades y afectados repiten palabras como infierno. Tras visitar Pacific Palisades Luna, el sheriff del condado de Los Ángeles, decía que era “como si hubiera caído una bomba”. Y Nathan Hochman, fiscal de distrito del condado, acudía a otro término que nadie piensa exagerado: “apocalíptico”. “No había visto un desastre así en la ciudad desde los años 90, cuando a Los Ángeles le golpearon incendios, inundaciones, un terremoto y revueltas”, decía.
Al menos 20 personas han sido detenidas ya por actos de pillaje en zonas afectadas, donde el fuego no ha hecho distinciones entre estatus socioeconómico y ha destruido desde mansiones y casas de celebridades hasta ranchos hasta modestas propiedades.
Refuerzos y golpes políticos
Otros estados y el Departamento de Defensa han puesto a disposición de California efectivos y material para poder asistir en el combate contra el fuego, que sigue envuelto también en la tóxica humareda de las guerras políticas.
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La extrema derecha está aprovechando los incendios para atacar a la alcaldesa Bass, negra y demócrata, a la que también cuestionan cada vez más residentes por lo que consideran que fue falta de preparación. Pero una de las líneas de ataque a Bass o a la jefa de los bomberos, Kristin Crawwley, que es gay, es que sus cargos son frutos de programas de Diversidad, Igualdad e Inclusión (DEI por sus siglas en inglés) y no por méritos. Era una de las acusaciones que ha lanzado Elon Musk, que ha escrito en X que “han dado prioridad a DEI sobre salvar vidas y casas. Teoría salvaje”, continuaba en su mensaje. “¿quizá, solo quizá, la causa no fue el cambio climático?”. Numerosos estudios científicos constatan que, sin ser la causa directa, el avance del cambio climático está convirtiendo a los fuegos en algo mucho más voraz, intenso y difícil de extinguir.
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