la invasión del universo Nvidia en todos los sectores
El fenómeno tecnológico del momento es Nvidia, una compañía creada en 1993 por el ingeniero eléctrico taiwanés Jensen Huang, junto a dos directivos de Sun Microsystems e IBM, con una aportación inicial de apenas 40.000 dólares. A principios de noviembre desbancó a la todopoderosa Apple como la empresa cotizada más valiosa del mundo, con una capitalización bursátil de 3,42 billones de dólares. Hoy rompe récords de ventas cada trimestre y sólo genera una pregunta entre los analistas: ¿será capaz de atender toda la demanda de chips que está recibiendo?
La historia de Nvidia es la de un éxito basado en apostar por los fundamentales. Huang había sido diseñador de procesadores en AMD antes de fundar la compañía y tenía en mente introducir una forma de computación distinta para abordar los nuevos desafíos de la informática, mucho más intensivos en gestión de datos y exigentes en velocidad. Desarrolló una tecnología que funcionaba especialmente bien para crear gráficos en 3D y encontró en el mundo de los videojuegos un nicho en el que podía aportar un valor diferencial.
Pasó el tiempo y el nivel de ingresos de Nvidia no dejaba de ser discreto para el sector de tecnológico, nunca superior a los 4.000 millones de euros anuales. Hasta 2021, año en el que comenzó el estallido de la inteligencia artificial (IA) generativa, la tecnología capaz de crear contenidos nuevos a partir de un entrenamiento previo, y base de aplicaciones como ChatGPT o Claude. La tecnología de Nvidia estaba ya en el mercado y resultaba ser la única madura capaz de llevar la IA a cualquier lugar y en cualquier momento. Hoy, la facturación trimestral del grupo de Huang se sitúa en 35.100 millones de dólares.
Enorme abanico de posibilidades
Conviene acercarse al universo Nvidia con las ideas claras. El abanico de posibilidades que ofrece su explosiva tecnología es enorme: se puede simular el funcionamiento de robots y coches en un entorno virtual con datos en tiempo real, tratar de forma masiva documentación en vídeo, texto y audio, o se pueden diseñar nuevos fármacos. Hay tantas opciones como permite la IA. Los coches de Tesla llevan incorporados siete chips de Nvidia para funcionar de forma autónoma, por ejemplo. Los expertos aconsejan pensar bien para qué se van a emplear sus chips antes de plantearse adquirirlos.
El Ministerio de Defensa fue pionero en España en la incorporación de los famosos GPU (unidad de procesamiento gráfico) de Nvidia, sobre los que corre hoy a toda velocidad la IA por las redes neuronales de la economía. Y su interés no cesa. El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial acaba de adjudicar a SYVALUE un contrato para crear un «prototipo de módulo de procesamiento de inteligencia artificial». El proyecto incluye la compra de una decena de GPUs. Será la pieza central del futuro Centro de inteligencia artificial (CIA) del Centro Tecnológico de Desarrollo y Experimentación (Cetedex) ubicado en Jaén. Entre sus tareas estarán algunas como el descubrimiento de patrones, la interpretación de imágenes y vídeos y el desarrollo de sistemas de robots. Los chips de Nvidia avasallan a la competencia en esos nuevos campos de la IA.
En Europa ni se diseñan ni se fabrican chips de altas prestaciones. La mayoría de los poderosos chips de Nvidia en suelo europeo, más allá del área de control de los Ejércitos, se concentran en los grandes centros de computación, como el Barcelona Supercomputing Center (BSC).
Su esfuerzo por competir y avanzar en las nuevas fronteras de la IA es incuestionable, pero hay un dato que pone de manifiesto la desproporción que existe hoy a nivel global en materia de computación: el BSC cuenta con 4.480 procesadores Hopper de Nvidia, los más potentes conocidos en la historia; Meta dispone de 350.000 y Elon Musk anunció hace un par de meses que incorporaría 200.000 para avanzar con sus LLM (modelos de lenguaje extenso, la tecnología sobre la que se construyen las aplicaciones de IA generativa).
Entrar en el universo Nvidia tiene sus complicaciones. La palabra de Huang es sagrada en el sector tecnológico: el propio Mateo Valero, director del BSC, reconocía en el Encuentro de AMETIC en Santander que es él quien decide a quién vende sus chips y a qué precio. Es lo que sucede con los monopolios de facto.
El siguiente episodio en materia de chips de Nvidia, después de los Hopper, será el modelo Blackwell. Haciendo inferencia, será 30 veces más potente, y en el conjunto de capacidades, pueden multiplicar por 100 la tecnología actual. Con Siemens, a través de Omniverse, Nvidia permite simular el trabajo de plantas completas del sector del automóvil en lo que ha bautizado como metaverso industrial; colabora con Google Deepmind en sus trabajos en la IA frontera, desde las proteínas hasta los nuevos materiales; el tratamiento de audio, tanto para convertirlo en texto como para traducción simultánea, emerge como una gran tendencia; y en un reciente encuentro en París, la biotecnología, la genómica y la creación de fármacos se llevaron los focos.
Colaboradores en España
Algunas voces están advirtiendo de que estamos asistiendo al mayor vendor lock-in (cuando un cliente está tan vinculado con un proveedor que le resulta prácticamente imposible cambiar) de la historia de la tecnología, con la IA como gran protagonista. El volumen de demanda es de tal dimensión que Nvidia apenas da abasto para atender comercialmente a las grandes compañías tecnológicas y a los principales clientes industriales del mundo. Para la tarea de aterrizar país por país se suele apoyar en socios locales. España ni siquiera cuenta con una oficina de contacto (Palestina tiene tres y Armenia, Grecia y Ucrania, una cada una) y Javier Sánchez Rojas es su director general de ventas para España y Portugal.
Uno de los socios locales con los que trabaja Nvidia en nuestro país es el Grupo Aire, con sede central en Elche. Se trata de una empresa atípica porque está presente en ámbitos tan confluyentes, pero a la vez habitualmente separados, como infraestructuras, redes, sistemas o entornos de la nube. Eso le ha valido para convertirse en un proveedor de servicios del gigante tecnológico.
«Tenemos acceso a todos los expertos que están trabajando en los diferentes modelos y tecnologías», explica el CIO del Grupo Aire, Zigor Gaubeca. Además, «con Nvidia estamos en varios proyectos no sólo para mejorar procesos internos, sino también de gestión documental para todo el grupo«.
Las grandes corporaciones españolas se han incorporado al universo de Huang, aunque en su mayoría todavía se mueven en la fase de proyectos piloto. Utilizan modelos ya preentrenados para desarrollar casos de uso. La IA está poniendo a prueba la calidad de los datos de las empresas. Se paga a Nvidia por los chips y por la licencia de uso de los modelos y los entornos informáticos creados por ella en sus procesadores, que es donde únicamente pueden funcionar.
Dependiendo del tipo de tarjeta se pueden comprar sueltas o integradas en un servidor. Los últimos Hopper, los H100, o los Blackwell, utilizan un tipo de conexión de cables, diseñado especialmente para ellos, que complica que se puedan adquirir por separado. El papel de la Administración pública como cliente principal de Nvidia ha provocado que haya nubes de alto secreto montadas con su tecnología en España, dedicadas a gráficas, sistemas tridimensionales o sistemas de simulación. Empresas como Indra o GMV se han convertido, por ello, en grandes integradoras.
Tanto en el sector público como en el privado, la inmensa mayoría de los chips de la corporación norteamericana están en la propia sede de las empresas o las instituciones que los adquieren, lo que en el sector tecnológico se conoce como on premise. «La gente lo que no quiere es sacar los datos de su casa», afirma un experto consultado. Esos datos son la clave para entrenar los sistemas.
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