el 87% de los universitarios terminan el grado con contrato
Realizar prácticas en una empresa mejora las competencias y las habilidades de los universitarios y dispara las opciones de encontrar trabajo. Según estudios de la Fundación Universidad Empresa (FUE), el 87% de ellos son contratados o se encuentran en procesos de selección una vez finalizan las prácticas académicas, que pueden ser curriculares (forman parte del plan de estudio y son obligatorias) o extracurriculares.
Ante el debate suscitado por el futuro Estatuto del becario, con el que el Ministerio de Trabajo quiere regular las horas de los estudiantes y que estos reciban una ayuda para compensar gastos de trasporte y comida, la Red de Fundaciones Universidad Empresa (REDFUE) ha presentado esta mañana en Madrid el Libro blanco de las prácticas. El texto recuerda que las prácticas académicas se llevan regulado por ley desde los años 80 y que se trata de una actividad formativa supervisada por las universidades. Los estudiantes en prácticas están dados de alta en la Seguridad Social -algo obligatorio desde enero de 2024- pero la retribución es voluntaria por parte de las empresas o las entidades públicas, que acogen entre el 40% y el 60% de los estudiantes. La compensación de gastos por transporte y comida tampoco es obligatoria. En la Formación Dual Universitaria (FDU), un sistema relativamente nuevo en los campus, la remuneración de los estudiantes en prácticas es obligatoria mediante contrato. Una de cada tres universidades españolas (37%) cuenta ya con alguna titulación dual, que se oferta en 11 comunidades, entre las que destacan Euskadi y Andalucía, y a más, distancia, Cataluña.
Competencias
El libro blanco -en el que han colaborado los rectores y rectoras de las universidades (CRUE) y la patronal CEOE- subraya que las prácticas son una herramienta fundamental de la educación. “Favorecen la adquisición de competencias que preparan a los estudiantes para el ejercicio de actividades profesionales, facilitando su empleabilidad y fomentando su capacidad de emprendimiento”, destacan los autores, que concluyen que el objetivo es “complementar la enseñanza con la aplicación práctica de la teoría aprendida dentro de un contexto profesional”. El documento resalta que los estudiantes que realizan prácticas incrementan en cuatro puntos la posibilidad de encontrar su primer empleo en menos de seis meses y reducen en ocho puntos el riesgo de desempleo a los cuatro años de graduarse.
El futuro Estatuto del becario introduce un abanico de nuevas sanciones para aquellas empresas o entidades públicas que abusen de la figura del estudiante en prácticas. También pone un tope de horas de prácticas que un alumno puede realizar al año, así como la obligatoriedad de que gastos como el transporte, el alojamiento o el material le sean compensados. Antes de que entre en vigor esta norma que está desarrollando el Ministerio de Trabajo y que necesitará el visto bueno del Consejo de Ministros, REDFUNE -organismo del que forman parte 48 universidades y 300 empresas- ha publicado el Libro blanco para aclarar qué son prácticas y qué no. El documento puntualiza que los becarios son otro tipo de estudiantes, aquellos alumnos o investigadores que recibe una ayuda económica para su desarrollo académico o profesional.
Qué son las prácticas
Las prácticas académicas, mientras, son las curriculares o extracurriculares y tienen más carácter formativo que laboral. Oficialmente también se consideran prácticas académicas las llamadas estancias formativas, que integran teoría y práctica como parte esencial del currículo y son las que tiene el alumnado de FP dual y Formación Dual Universitaria. Las prácticas no laborales, los voluntariados, las becas de investigación, los contratos predoctorales y los contratos formativos no son, oficialmente, prácticas académicas.
Los autores del documento hacen hincapié en que las prácticas no solo benefician a los estudiantes sino también a las empresas. Las firmas “encuentran tienen una vía de acceso al talento joven, potencian su marca empleadora y fomentan la innovación interna”, asegura el documento. Las universidades salen también beneficiadas dado que refuerzan su vinculación con el mercado laboral y actualizan sus contenidos curriculares y el diseño de programas ajustándolos a la realidad del empleo.
El Libro blanco destaca la necesidad de integrar las prácticas como parte esencial del currículo. También pide fomentar el diseño de programas con empresas y entidades públicas y promover “una evaluación estructurada basada en competencias”. Además, subraya la importancia de la formación y certificación de los tutores tanto académicos como empresariales y el seguimiento continuo del estudiante. Para garantizar los derechos de los estudiantes en prácticas y que obtengan experiencias formativas de calidad, los autores consideran que hay que establecer límites claros en los convenios sobre las tareas que pueden desempeñar y asegurar que se enfoquen en el aprendizaje.
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