el precio que paga Rusia por tres años de guerra en Ucrania
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El 24 de febrero de 2022 empezó con una terrible noticia. El sol no había salido todavía en Moscú cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, confirmó los peores pronósticos en la televisión pública: Rusia empezaba la invasión de Ucrania para «desnazificar» y «desmilitarizar» el país vecino. Ni las palabras «guerra» ni «invasión» salieron de la boca del mandatario, que aún incluso a día de hoy, como el resto del oficialismo, suele usar la expresión «operación militar especial» para referirse al conflicto con Kiev. Publicaciones como la de la agencia estatal Ria Novosti del mismo febrero de 2022 delataron la idea de los mandos rusos de que Ucrania aguantaría pocos días, tal y como hizo Tiflis en un escenario similar en la guerra rusogeorgiana de 2008.
A pesar de la voluntad de plantar la bandera rusa en Kiev en una semana, este lunes se cumplen tres años del inicio de la guerra y Rusia ha tenido que pagar un precio por este trienio: tanto económico como político. «Aunque los costes humanos y políticos (de la guerra de Ucrania) son importantes, es importante destacar que a lo largo de la historia Moscú ha estado dispuesto a pagar un alto precio humano por sus guerras y eso parece que no cambia», explica el analista militar independiente Denys Kolesnyk. El coste económico, en cambio, «puede ser más problemático en el medio y largo plazo, especialmente por el hecho de que Rusia sufre una inflación del 10% y con las tasas de interés que probablemente llegarán al 25%», añade Kolesnyk.
Aunque las sanciones occidentales han tenido menos impacto del que se esperaba tanto desde Washington como desde la UE, el músculo financiero ruso ha sufrido durante estos tres años. La moneda oficial, que solía tener un valor cercano de 80 rublos por euro antes de la guerra, aunque vivió un momento de fuerza en 2022, después perdió fuelle y acabó estabilizandose en torno a los 100 rublos por euro, un precio desfavorable para las importaciones. Para el erario público, el conflicto también ha supuesto un desequilibrio significativo. Según el analista, «el gasto militar subió hasta un 20%-30% del PIB, algo inédito en la historia reciente de Rusia». En 1985 la URSS gastó, según estimaciones de la CIA, ente un 12% y un 14% de su producto interior bruto, algo que lastró a la URSS en aquel momento debido al estancamiento económico y otros problemas internos simultáneos. El gasto desmesurado de la actualidad ya ha provocado que otros sectores como el sanitario perciban menos recursos que antes del inicio del conflicto. «Las dificultades económicas están minando la capacidad de Rusia de mantener sus operaciones militares en el largo plazo y podría incluso erosionar la estabilidad interna«, apunta Kolesnyk, quien matiza que este rumbo se produciría si «la presión económica y las sanciones se mantienen o incluso se acentúan».
La inflación ha sido otro de los problemas de los ciudadanos rusos, que han visto cómo los precios de muchos productos se han incrementado. Ya en el año del inicio de la guerra, en 2022, el 70% de los rusos se quejaban de la situación económica. Y no ha mejorado, algo que se nota por ejemplo con productos básicos cuyos precios se han disparado. El problema es tal que incluso el mismo Putin se refirió el pasado 7 de febrero, a la inflación como un «desafío» para su Gobierno, y añadió que Rusia necesita «hacer todo lo necesario para garantizar un crecimiento equilibrado«.
Impacto social
El ruso de a pie no solo ha visto cómo la lista de la compra se encarece. El precio por la guerra va más allá. Miles de hombres han muerto en el frente. Según datos oficiales, 5.900, aunque la cifra no se actualiza públicamente desde septiembre de 2022, y dar otro número alternativo se considera un delito de «desinformación sobre el Ejército ruso«. Solamente esa cifra ya es más alta que la de los fallecidos en la segunda guerra de Chechenia de principios de siglo. Además, se ha creado un problema de alarma social con los presos peligrosos reclutados para el frente. Algunos de ellos ya han regresado a Rusia y han cometido asesinatos y otros graves delitos.
También ha aumentado paulatinamente la represión a toda disidencia que no comulgue con el putinismo. La mayor parte de las voces opositoras se encuentra actualmente en el exilio, algunos de ellos tras pasar un tiempo en las cárceles rusas.
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