rincones secretos y experiencias que conquistan a ‘millennials’ y ‘Gen Z

Si las ciudades fueran personas, Pontevedra sería esa amiga que siempre se lía y sabe dónde ir, dónde comer y en qué rincón perderse para encontrar algo especial. No es casualidad que esté en boca de todos. Esta pequeña gran ciudad gallega, con alma marinera y espíritu tan mayor, como ahora también joven, ha sabido evolucionar sin perder su esencia.
Mientras algunos la conocen por la Escuela Naval de Marín, donde cada año se forma la élite militar (y donde la mismísima Princesa Leonor ha seguido los pasos de su padre), otros se enamoraron de ella durante el triatlón mundial del 2024, muchos veneran sus estrellas Michelin como Pepe Solla, Javi Olleros, Iñaki Beltrán o Pepe Viera; o, simplemente, algunos tienen amigos «PTV» —como dicen los pontevedreses, de «Pontevedra de toda la vida»— que les han llevado a veranear allí, y han vuelto cada año.
Entre sus lugareños, la ciudad de Pontevedra siempre ha tenido fama de ser una ciudad estupenda para formar una familia o retirarse al jubilarse (cuenta con numerosos premios de la ONU por su viabilidad y calles peatonales, lo que la convierte en una de las más cómodas del mundo). Sin embargo, esta ciudad de las Rías Bajas ha sabido reinventarse, y ahora son, cada vez más, los jóvenes deciden quedarse. Más allá de contar con facultades de Bellas Artes, Comunicación, Fisioterapia o Diseño que le dan un aire universitario, respira un aire vibrante en sus calles, un mix entre el sonido de las olas y el bullicio de sus terrazas y bares (donde cada vez resulta más complicado encontrar hueco).
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Imprescindibles: lo que hay que ver
Pontevedra se articula en torno a su Plaza de la Peregrina, el epicentro de la ciudad y punto de encuentro por excelencia. Presidida por la peculiar iglesia de la Virgen Peregrina, con su inconfundible planta en forma de vieira, este lugar es un hervidero de vida a cualquier hora del día. Desde aquí, basta con dejarse llevar para descubrir la Plaza de la Herrería, rodeada de soportales y con vistas privilegiadas al convento de San Francisco. En los días de sol, las pop-ups de la cafetería San Francisco se convierten en el mejor lugar para tomar un vino mientras se observa el ir y venir de la gente.
Siguiendo el paseo, la Basílica de Santa María se alza como una joya del gótico-renacentista, un emblema arquitectónico no muy lejos de las Ruinas de Santo Domingo, que evocan tiempos pasados con sus imponentes arcos y tumbas medievales al aire libre.
Para quienes buscan una experiencia más sensorial, el Mercado de Abastos es una visita obligada. En su interior, los productos frescos del mar y la tierra gallega deslumbran con sus colores y aromas, que a menudo se pueden degustar en los puestos de comida de su primera planta.
Y, uno de los secretos mejor guardados de la ciudad es probablemente su imagen más difícil de olvidar, la que se divisa desde el mirador de A Caeira. Desde este punto elevado, Pontevedra se extiende a los pies del visitante con el río Lérez dibujando su silueta. Al atardecer, la luz dorada baña la ciudad, y compartir una pizza con amigos mientras el sol se oculta tras los tejados es una de esas experiencias que, aunque sencillas, se quedan grabadas en la memoria.
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Cafés y brunchs: la excusa para parar (o seguir)
Si hay un plan que se disfruta en Pontevedra es un buen desayuno sin prisa. De hecho, allí la rapidez no es algo que preocupe, pues la ciudad late despacio, y cualquier recado queda a pocos minutos de distancia.
Para los amantes del café están naciendo cada vez más cafeterías de especialidad que elevan la propuesta de descanso y desayunos en la ciudad. Hi, que se ubicaba antes al lado del Casino, ha cambiado su ubicación y, estando mucho más céntrico en la calle Michelena, es ahora una meca para los amantes del buen café, del matcha, pero también de los churros. Muy cerca se encuentra Moi Bo, que se acompaña de raciones generosas, pero los más modernos verán en Miisto los que buscaban: de una propuesta saludable y deliciosa en un bar de neones y vinilos. Para los amantes de las tendencias, merece la pena conocer Limon Brunch, regentado por la influencer Natalia Maquieira (@natmaquieira).
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Comer y salir: una ciudad que siempre invita a otra ronda
«Pontevedra, boa vila, da de beber a quen pasa» («Pontevedra buena villa, da de beber a quién pasa»), dice el refrán. Y tvaya si es cierto. Pontevedta da de comer y de beber muy bien. Más allá de sus estrellas Michelin, los clásicos como Bar Estrella y Kamelia siguen en el mapa, pero la ciudad no deja de sumar nombres de referencia: Casa Fidel O Pulpeiro, Pintxo e Viño o Padal da Santiña son solo algunos de los imprescindibles para una buena comida. Si el plan es algo más especial, Os Maristas, Bagos o La Estafeta ofrecen opciones con un punto extra.
Para empezar la noche, mientras generaciones anteriores recuerdan la época de botellones en la Zona Vieja y el Recinto, ahora se reúne con las nuevas generaciones en plazas como la Verdura, una de las más animadas para sentarse a tomar algo al aire libre. Los bares que rodean Santa María, como Panderetas, un clásico con buen ambiente. Y otros, de cervezas artesanales y vinos naturales, como el Palm Kids están emergiendo en la escena nocturna de la ciudad.
Para ir de fiesta hay multitud de zonas. Desde la de las Cinco Calles, pasando por la del Teucro (donde el Bazaar, el Bruc, La Pomada, o el Bananas son templos para continuar la noche). Los más animados, eso sí, terminarán en el naútico, que lleva meses siendo discoteca de noche bajo el nombre de Zenit, y, puede, que hasta de after en el Tropicana.
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Naturaleza y deporte: aire libre en estado puro
Pontevedra no solo es ciudad, también es río y verde, mucho verde. En esas jornadas en las que apetece desoxigenarse, caminar junto al Lérez es una opción ideal. Más recurrido por los jóvenes es pasar tardes alrededor de la Alameda (si sus bancos de piedra hablaran saldrían relatos de amor y amistad a tutiplén), o se exploran rincones como la playa fluvial de A Xunqueira y la isla de Covo. Quienes buscan un poco más de aventura pueden ir hasta la cascada de A Barosa, bañarse y tomar algo en ese entorno espectacular… o hacer trekking en Cabo Home y dejarse deleitar por una de las vistas más bonitas de toda la provincia.
Para los deportistas también hay opciones. Además de contar con pabellones municipales, allí hay muchas otras opciones para activar el cuerpo: running a la orilla del río, el boom del crossfit, tenis, piragüismo y una comunidad skaters que se reúne en los alrededores de las pistas de Mollabao, así como de escuelas de surf y surfistas profesionales que cada vez que pueden se escapan a playas como A Lanzada o Foxos.
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Cultura: de los Premios Feroz a las noches de teatro
Pontevedra ha pasado de ser una joya cultural discreta a abrirse al mundo. Este 2025, los Premios Feroz dejaron su huella en la ciudad con visionados exclusivos y charlas con actores que pusieron a la villa en el mapa del cine español, un fenómeno que se repetirá en 2026 también allí. Pero no es un caso aislado. El renovado Museo de Pontevedra ya ha traído exposiciones donde los visitantes han podido pasear entre obras de Maruja Mallo, Picasso o Kandinsky, hasta otras arqueológicas; y sus teatros (el Provincial y el de Afundación A Banca) acogen desde monólogos hasta actuaciones de primer nivel que entretienen los días de lluvia en la ciudad gallega.
Otro de los atributos que la erigen como epicentro de vida cultural es su amplia oferta musical, siendo el indie el patrocinador de la ciudad por excelencia. En Pontevedra se vive el Surfing de Lérez, o el Río Verbena, pero existen muchos otros festivales de música, como el Son Rías Baixas, el Costa Feira o el PortAmérica, que quedan a tiro de piedra.
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Cuando sale el sol: escapadas a las playas
Si algo tiene Pontevedra es su conexión inquebrantable con el mar. A pocos kilómetros de la ciudad, la costa se despliega en un mosaico de paisajes que van desde pueblos marineros hasta playas que parecen sacadas de una postal. La zona más conocida, Sanxenxo, se convierte en el epicentro del verano gallego, con su ambiente animado, sus terrazas junto al puerto y algunas de las playas más codiciadas de la ría.
Aunque la playa de Silgar concentra mucho turismo y juventud, lo cierto es que hay otras menos explotadas que hay que conocer cerca. Entre los imprescindibles, A Lanzada es un verdadero icono de Galicia: una playa infinita de arena blanca y aguas bravas que es el paraíso de surfistas y amantes de los atardeceres espectaculares. Para quienes buscan algo más recogido, Foxos es una pequeña cala de aguas cristalinas donde siempre se respira tranquilidad.
Siguiendo la costa, Areas y Paixariñas ofrecen rincones más íntimos, con ambiente relajado y aguas que invitan a un baño prolongado. Al otro lado de la ría, las playas de Aguete y Mogor son perfectas para encontrar ambiente animado, sin edificios cerca, y con chiringuitos en los que disfrutar tanto de la gastronomía gallega, como de conciertos al caer la noche.
Y si de paraísos hablamos, las Islas Cíes y Ons son la gran joya natural de la zona. Con sus aguas turquesas, sus senderos que serpentean entre acantilados y su arena fina, estas islas protegidas forman parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas y ofrecen una experiencia única. Llegar en barco y pasar el día explorando sus paisajes salvajes es un imprescindible para cualquiera que visite Pontevedra. Incluso, dormir en sus cámpings. Una experiencia que recordar de por vida.
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Dónde dormir: de ‘colivings’ a hoteles con historia
Pontevedra no solo sorprende por su oferta cultural y natural, sino también por su variedad de opciones de alojamiento, pensadas para todo tipo de viajeros. Los nómada digitales que buscan un lugar donde trabajar y relajarse al mismo tiempo, encuentran en el rural Anceu Coliving lo que necesitan: espacios diseñados para el confort y la productividad en el pueblo de Puentecaldelas.
Para visitas, una opción que está muy bien en cuanto a calidad/precio es el Hostel El Charino. Con una estética minimalista y un ambiente joven, este hostel se convierte en el punto de partida perfecto para explorar la ciudad sin que tu presupuesto se resienta. En cambio, quienes buscan una experiencia más relajada y pintoresca, el Mirador de Mollabao y Casa Palermo ofrecen alojamientos turísticos con encanto, perfectos para desconectar. Ambos están situados en zonas estratégicas que permiten disfrutar de las vistas y la tranquilidad de Pontevedra.
En cuanto a hoteles, más allá del Parador (un antiguo convento del siglo XVII), el Hotel Rías Baixas y el Galicia Palace son dos nombres que siempre resultan una opción favorable. Ambos con una larga tradición, te ofrecen una estancia cómoda con la mejor ubicación en el corazón de la ciudad.
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Compras que se realizan en pocos metros
Pontevedra también cuenta con una oferta comercial variada que atrae a los amantes de las compras. Si buscas lo más mainstream y las últimas tendencias, Benito Corbal es la calle que debes recorrer. Aquí se concentran algunas de las grandes marcas nacionales e internacionales como Inditex (con tiendas de Zara, Bershka, Pull&Bear, entre otras), Bimba y Lola, Mango, H&M y Sfera, además de tiendas de belleza como Sephora, Rituals o Primor, donde puedes encontrar todo tipo de cosméticos y productos de cuidado personal. La calle es el corazón comercial de la ciudad, con una amplia oferta que satisface las demandas de cualquier comprador.
Sin embargo, su comercio más auténtico y único habita otros rincones de la ciudad. En la Calle Peregrina, una de las más emblemáticas de Pontevedra, encontrarás el paraíso de los surfers: Mission, una tienda especializada en todo lo relacionado con el surf, donde comprar desde tablas hasta ropa y accesorios para los más aventureros del mar. Justo a pocos pasos, te toparás con Los Bordados de Isabel, una tienda con mucha historia en la ciudad que ofrece una selección de productos de hogar, artículos infantiles y bordados hechos a mano, perfectos para llevarte un pedazo de tradición local.
Otra zona que está cobrando fuerza como destino de compras es la calle Michelena, que ha comenzado a ser un punto relevante con firmas como Adolfo Dominguez, Kave Home o Natura, conocida por su propuesta sostenible y ecológica, además de Paralel, una tienda que mezcla moda y estilo de vida con una estética urbana.
Aún hay más, pues los que sean fans de la moda vintage y la ropa de segunda mano, se rendirán ante Vintage Village y Culebra, dos de las tiendas más populares para los amantes de lo retro y lo reciclado, opciones perfectas para que el bolsillo no se resienta demasiado.
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Cuándo ir y cómo llegar a Pontevedra
Pontevedra es una ciudad que desprende encanto en cualquier época del año, pero para disfrutar de su mejor cara, es recomendable visitarla en primavera o verano, cuando las temperaturas son más agradables y la lluvia da un respiro. Además, durante estos meses se concentran algunas de las fiestas más vibrantes y tradicionales de la ciudad, que permiten conocer a fondo su espíritu festivo.
La Fiesta de la Peregrina, celebrada cada agosto, es la gran festividad de Pontevedra, una celebración que llena las calles de música, procesiones y buen ambiente. En esta época, la ciudad se viste de gala y es el escenario perfecto para sumergirse en la identidad local. Otra de las grandes celebraciones es la Fiesta del Agua, que tiene lugar en agosto en Villagarcía de Arosa y es la versión local de La Tomatina, pero con cubos de agua, creando una jornada refrescante y divertida que convierte a todo el mundo en protagonista.
Además, el broche final del verano no lo pone la vuelta a la rutina, sino la Feira Franca. A comienzos de septiembre, el casco antiguo de Pontevedra retrocede en el tiempo y se transforma en una villa medieval. Durante este evento, las calles se llenan de mercadillos, desfiles y representaciones históricas que transportan a los visitantes a la Edad Media.
Otro punto a favor es que está bien comunicada. Se puede llegar fácilmente a Pontevedra en tren (incluso cuenta con AVE desde Madrid), así como en avión, siendo el aeropuerto de Vigo el más cercano. Precios más económicos, eso sí, barajan los aeropuertos de Santiago o A Coruña, ambos a poca distancia en tren o autobús.
Pontevedra no es solo una ciudad bonita, sino que es una forma de vivir. Su ritmo relajado y su energía imparable hacen de ella el refugio ideal para quienes buscan un equilibrio entre historia, modernidad, tranquilidad y fiesta. La pregunta no es por qué venir a Pontevedra, sino por qué no quedarse.
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