La pesca de Groenlandia, el gran negocio que EEUU también quiere controlar

La misma frase que tanto se utilizó para repudiar la masacre de Vietnam suena con fuerza 50 años después de su finalización en la mayor isla del planeta. «Yankee, go home«, advertía en letras negras y mayúsculas una gran pancarta expuesta en una de las manifestaciones celebradas en Groenlandia para clamar contra la intención de Donald Trump de anexionar el territorio a los Estados Unidos. El segundo mandato del republicano está centrando su estrategia política en dos pilares: aranceles y expansionismo, ambos bajo el lema ‘Make America Great Again’. Al cambio del nombre del Golfo de México por Golfo de América, la intención de adueñarse del Canal de Panamá, construir un valle de ‘resorts’ sobre la muerte que ha sembrado la guerra de Gaza o intentar hacerse con un buen pedazo del pastel que suponen de las tierras raras de Ucrania se suma la ambición de querer incorporar esta gélida superficie de más de dos millones de kilómetros cuadrados, autogobernada desde 2009 pero pese a ello propiedad de Dinamarca. El magnate alegó hace solo unas semanas frente al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que la anexión es necesaria por «seguridad nacional» y «seguridad internacional», evidenciando su pugna con Rusia. Lamentablemente las sanciones no llegan para Moscú, como sí lo hizo la más reciente y polémica visita a Groelandia del vicepresidente estadounidense J. D. Vance, vista como toda una provocación.
Más allá de ansiar una nueva posición estratégica en el mapa, el avance imperialista de Washington pone en jaque a una nación que vive por y para el mar. La pesca es, con diferencia, su mayor empleador privado: genera el 15% de los trabajos, solo por detrás del sector público (el 44%). Y por mucha más distancia también es la actividad que más riqueza aporta: 516 millones de euros en exportaciones en 2024, el 98% de las ventas al extranjero.
Es un negocio jugoso en buena parte controlado por las empresas Royal Greenland, 100% estatal, y Polar Seafood, ataviadas con una moderna flota con el sello de Vigo bien impreso. Perteneciente a la segunda firma, el ‘Polar Nattoralik’ fue construido por Freire Shipyard, que además diseñó otro pesquero gemelo de 80 metros para la compañía Qajaq Trawl.
Solo el año pasado, España importó más de 1.230 toneladas de pescado procedentes de Groenlandia por un valor superior a los siete millones de euros; de ellos prácticamente uno corresponde a Galicia, que compró más de 115.000 kilos. En las últimas tres décadas, el país ha importado más de 16.000 toneladas de pescado, fundamentalmente bacalao, valoradas en más de 80 millones. Esa es la relación directa, pero la importancia de las relaciones comerciales con la isla y el alcance de sus operaciones es mayor.
La clave es el acuerdo pesquero que Nuuk y Bruselas mantienen, cuya continuidad quedaría en el aire en el caso de la hipotética anexión que persigue Estados Unidos. El nuevo protocolo vigente entre 2025 y 2030 se firmó el pasado mes de diciembre y mediante el mismo, la Unión Europea se compromete a destinar 17 millones de euros al año como contribución (14,1 millones para el acceso a los recursos pesqueros y 3,2 millones para apoyar al sector pesquero groenlandés).
A través del pacto, los Veintisiete intercambian con Noruega una proporción significativa de las cuotas que reciben, a cambio de otras especies que interesan más a la flota, y el resto se asigna a barcos de Alemania, Dinamarca y Francia. Las posibilidades pesqueras indicativas para los buques comunitarios son de casi 31.000 toneladas al año: más de 6.600 toneladas de fletán, 6.500 de camarón, 2.100 de gallineta, 2.000 de bacalao y 500 toneladas de capturas accesorias permitidas.
Según los últimos datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, la industria pesquera estadounidense viene de registrar una caída a tener muy en cuenta tanto en volumen como en valor. De acuerdo con el informe ‘Pesquerías de Estados Unidos’, relativo a 2022 y publicado el pasado noviembre, la cantidad total de descargas en los puertos del país se redujo un 2,6%, alcanzando los 3,8 millones de toneladas. Además, el valor de las capturas se redujo un 11%, situándose en 5.400 millones de euros. El descenso no pilló por sorpresa al sector ya que el anterior ejercicio había sido de «récord», explicó Gavin Gibbons, director de estrategia del Instituto Nacional de Pesquerías.
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