el nuevo plan para ‘resucitar’ la industria naval de EEUU y frenar a China

La Segunda Guerra Mundial marcó el punto culminante del poder industrial de los Estados Unidos. Durante el conflicto, el país pudo Construya casi 3.000 barcos en menos de cinco años. Hoy, esa maquinaria se oxida: los astilleros agonizan, muchos cerrados y la mayoría apenas reciben órdenes.
Trump quiere regresar esa gloria perdida. Su propuesta es tan simple como explosiva: Imponer una tasa de tres millones de euros a cada barco chino que lleva en un puerto estadounidense. Con ese ingreso, promete reactivar la industria naval nacional. Es su nueva política industrial: reemplace los chips con barcos como símbolo de soberanía estratégica.
Pero el plan tiene riesgos. Muchos. Porque en un mundo interconectado, cualquier presión sobre la cadena logística puede tener efectos devastadores. Los barcos chinos podrían dejar de asar en los Estados Unidos y desviar sus rutas a México y CanadáSaturar su infraestructura y dejar inoperativas cientos de pequeños puertos estadounidenses que viven en ese tráfico.
Además, obligarían a los Estados Unidos a asumir Una posición de aislamiento Logística que podría dañar su economía más que China.
El dominio marítimo de China ya es un hecho
Los números no mienten: China fabrica hoy la mitad de todos los barcos construidos en el mundo. En 2000, apenas produjo 5%. Y no solo construye: los mares están llenos de sus embarcaciones. Más de 5.500 barcos chinos navegan por los océanos. Estados Unidos, solo 185.
Este dominio tiene consecuencias económicas y políticas. China controla una gran parte del comercio global Simplemente porque tiene la capacidad de transportarlo. Si algún día decide no llevar bienes de un país, ese país está fuera del sistema. Y eso, para Trump, es inaceptable.
El Ártico como un nuevo borde del poder naval
Pero detrás del renovado interés en los astilleros hay algo más profundo: El deshielo del ártico. El cambio climático está abriendo nuevas rutas marítimas que acortan el comercio entre Asia y Europa. China y Rusia ya están posicionados para dominarlos. Estados Unidos, por otro lado, casi no tiene presencia. Y para competir allí, las intenciones no son suficientes: se necesitan rompehielos. Un tipo de barco que EE. UU. No ha fabricado durante 25 años.
Por lo tanto, también el interés de Trump en Groenlandia. No era solo una excentricidad: la isla es una base estratégica Perfecto para controlar nuevas rutas polaresMonitorear los cables submarinos y explotar los recursos minerales. Pero sin flota, todo eso es solo un mapa vacío.
La visión de Trump puede parecer anticuada, pero responde a una lógica clara: Los barcos no solo transportan mercancías. También proyectan poder, garantizan la presencia y garantizan el acceso a los recursos estratégicos. En un mundo donde la inteligencia artificial y los microchips monopolizan los titulares, Trump quiere recordarle a su país que sin barcos, no hay comercio. Y sin comercio, no hay hegemonía.
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