ESPAÑA Y EL PAPA | El Gobierno de España aprovechó el alineamiento ideológico con Francisco pero no logró su visita

En 1985, solo tres años después de alcanzar la presidencia, Felipe González eligió a Gonzalo Puente Ojea como embajador de España ante la Santa Sede. Puente Ojea era “un ateo recalcitrante” y el nombramiento generó mucho ruido entonces, recuerda un diplomático español. El socialista mandaba a un hombre sin fe a lidiar con la curia romana de Juan Pablo II, un Papa profundamente conservador.
Cuatro décadas después, la situación es diametralmente opuesta. La sintonía ideológica entre el Papa Francisco, fallecido este lunes, y el Gobierno de España ha sido palmaria. Se ha plasmado en acuerdos (sobre el Valle de los Caídos, los bienes de la Iglesia o las víctimas de abusos sexuales) y en la línea política sobre los asuntos del mundo (de Gaza a la inmigración).
Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 1936- Ciudad del Vaticano, 2025) ha sido el Papa reciente más aperturista. Se ha manifestado públicamente a favor de la lucha contra el cambio climático, en defensa de la inmigración, de poner límites al capitalismo salvaje, de la igualdad de género o en contra de la ofensiva rusa en Ucrania o la israelí en Palestina. En estos y otros asuntos ha estado alineado con la coalición de izquierdas que ha gobernado España estos últimos siete años, y cuyos ministros han visitado con frecuencia al pontífice en el Vaticano.
“Al Papa no le gustaba ser calificado como progresista ni como conservador, pero era un gobernante al que le interesaban los desafíos contemporáneos: habló de forma muy clara en relación al cambio climático o la presencia de las mujeres en la Iglesia”, dice, en conversación con El Periódico, Isabel Celaá, actual embajadora española ante la Santa Sede desde 2022. Había también algunas diferencias. Por ejemplo, el Papa Francisco ha sido crítico con la colonización española de América Latina. “Con España ha tenido un gran entendimiento en la cuestión de los abusos de la Iglesia, en la acogida de inmigrantes, en igualdad de derechos de mujeres y hombres, y en términos de cuidados del planeta”, dice la también ex ministra de Educación, que eliminó de la puntuación escolar la asignatura de religión, a pesar de ser creyente y haber estudiado en los jesuitas, la orden del Papa Francisco.
Media docena de miembros del Gobierno en siete años
En 2014, al año de ser elegido, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a los reyes don Felipe y doña Letizia. En 2020, en medio de la pandemia de coronavirus, fue el turno de Pedro Sánchez, que acudió al Vaticano acompañado de su mujer, Begoña Gómez. El presidente del Gobierno volvió en octubre del año pasado. Ambos hablaron de la urgencia de poner fin al conflicto en Gaza y Ucrania, y de la espinosa cuestión migratoria. El Papa defendió la solidaridad social universal en su encíclica «Fratelli Tutti».
Las visitas gubernamentales se han sucedido en estos años: la vicepresidenta y ahora líder de Sumar, Yolanda Díaz, acudió en visita de trabajo en 2021 y luego de nuevo en 2024; Félix Bolaños, ministro de Justicia encargado entre otras cosas de los asuntos religiosos, le vio en 2022, el mismo año que recibió al de Exteriores, José Manuel Albares; en 2024 fue el turno de la presidenta del Congreso, Francina Armengol. También acudió al Vaticano la anterior vicepresidenta, Carmen Calvo, en 2018 y 2019.
Pero el Papa nunca llegó a visitar España. El porqué varía según las fuentes. Dos diplomáticos consultados apuntan a la fuerte división que hay dentro de la Iglesia española, y la oposición de una parte de ella al carácter aperturista del Papa. El jesuita Bergoglio le quitó poder al Opus Dei.
En 2016, rompió con la tradición de sus predecesores y no ordenó obispo al nuevo prelado del Opus Dei. En su carta apostólica “Ad charisma Tuendum” volvió a reducir el poder de la Obra. El golpe final se lo dio en 2023, en que degradaba la orden fundada por el español Escrivá de Balaguer en el organigrama de poder del Vaticano a una mera asociación de sacerdotes. Todo esto le enfrentó a parte de la Iglesia española.
El otro motivo que se alega para que no visitara un país católico tan importante como España es que él prefería los lugares lejanos. “No iba a muchos sitios, por ejemplo de Europa. Decía que, como los viajes iban a ser limitados, iba a elegir lugares lejanos, a los que no se solía ir”, afirma Celaá. “Por ejemplo, el viaje a Mongolia del que habla Javier Cercas en su reciente libro, o Papúa Nueva Guinea, sitios a los que generalmente los Papas no habían viajado antes”
Bergoglio expresó su intención de visitar Canarias, y a ello le invitó Pedro Sánchez, recuerda la embajadora Celaá. También quería ir a la isla italiana de Lampedusa. Ambos son epicentro del drama migratorio, de las rutas por mar en las que miles de africanos pierden la vida.
Los abusos y las inmatriculaciones de la Iglesia
En 2022, el Gobierno y la Conferencia Episcopal alcanzaron el acuerdo sobre las inmatriculaciones de la Iglesia Católica en España. Se cerró la lista de los bienes que le pertenecen, excluyendo cerca de un millar de los casi 35.000 que se fueron adjudicando entre 1998, tras un acuerdo con la presidencia de José María Aznar, y 2015. Era uno de los temas espinosos entre España y la Iglesia Católica resuelto durante el mandato del Papa Francisco.
La relación especial de España con la Santa Sede se definieron en los Acuerdos de 1979, mediante los que la aún embrionaria democracia aconfesional española reformó el Concordato firmado por el Gobierno de Francisco Franco en 1953. El pasado mes de marzo, Gobierno y Vaticano llegaron a un acuerdo precisamente para la resignificación del Valle de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos) tras la exhumación del dictador. Fue tras una negociación en Roma entre el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin. El pacto incluye reformas dentro de la Basílica y permite la continuidad de los monjes benedictinos que residen allí.
El otro gran asunto ha sido la cuestión de la pederastia dentro de la Iglesia. La Iglesia Católica ha aceptado finalmente que el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, supervise la comisión para la reparación a esas víctimas. En su informe de 2024, Gabilondo certificó con testimonios un total de al menos 674 víctimas de abusos sexuales en la Iglesia Católica a las que hay que reparar.
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