Balfegó invierte 35 millones en unas nuevas instalaciones que le permitirán dar el salto a los platos preparados

Hace un par o tres de años fue el caldo de pescado. También el tartar y el carpacho de atún congelados. Ahora, «previsiblemente en un plazo de dos a tres años», indica Pere Vicent Balfegó, van a probar con los platos preparados, «de tipo oriental o asiático, pero también alguna receta tradicional de aquí», agrega el copresidente del grupo Balfegó, una empresa dedicada a la pesca, engorde y comercialización del atún rojo y que el año pasado facturó 107,6 millones de euros, un 25% más que en 2024. Este martes, la compañía ha presentado unas nuevas instalaciones en L’Ametlla de Mar (Baix Ebre), en la que se han invertido 35 millones de euros y que permitirá ampliar la actual plantilla de 330 empleados, ya que ahora se podrá duplicar la actividad.
«Es un gran esfuerzo el que hacemos en un momento convulso«, ha admitido el director general del grupo, Juan Serrano, que ha añadido que a esos 35 millones de la nueva nave industrial hay que sumar otros ocho millones más invertidos en la puesta a punto de las piscinas en las que se engordan los atunes rojos y en el acondicionamiento de otras dos naves situadas junto a la ahora inaugurada. El nuevo complejo, con una superficie de 12.000 metros cuadrados, sustituye a las instalaciones que sufrieron un incendio en 2018 y, según asegura la compañía, «acoge la planta de procesamiento del atún rojo más avanzada del mundo».
Sala de enrutamiento y empaquetado de atún rojo en las nuevas instalaciones del grupo Balfegó en L’A Ametlla de Mar (Tarragona). / María Jesús Ibáñez
Parte del crecimiento que la empresa ha registrado este último año, ha indicado Serrano, se ha debido a los cambios normativos que ha aplicado la Unión Europea, que han permitido a Balfegó sacar al mercado unas 4.500 toneladas de atún rojo. «De cada animal se extraen hasta una veintena de piezas distintas, desde los lomos o la ventresca hasta las agallas o el corazón», ha detallado Joan Grau, director de Márqueting, durante una visita a las instalaciones marítimas de la compañía, unas piscinas en las que cada año entran unas 3.300 toneladas de atunes, que son capturados vivos por la flota propia de Balfegó y otros pescadores asociados.
Pendientes de EEUU
«Estamos sufriendo las turbulencias de los aranceles, pero tenemos la esperanza de que las negociaciones con la Unión Europea revertirán la situación», ha indicado, por su parte, Pere Vicent Balfegó, antes de señalar que la compañía vende un 38% de su producción a Estados Unidos, lo que convierte a ese mercado en su principal cliente. En la actualidad, el atún rojo está ya gravado en ese país con una carga del 10% en frontera y la empresa está a la espera de saber si esa tasa se va a duplicar, como ha amenazado el presidente Donald Trump, o no. En todo caso, el copresidente de Balfegó ha destacado a China como una alternativa a la que exportar que cada vez cobra más peso. «Pudimos entrar en ese mercado hace unos años, cuando Pekín se negó a comprar atún a Japón tras el incidente de la central nuclear de Fukushima», ha explicado.
También Brasil, los Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y países cercanos como Francia e Italia se suministran de los atunes de esta empresa familiar tarraconense, dirigida por dos primos que son ya la quinta generación de pescadores. La diversificación en la que trabaja la empresa para no depender tanto de EEUU pasa por la expansión a otros destinos, «pero también por la búsqueda de nuevos canales de venta y de productos«, ha apuntado Grau. Entre otros, la compañía, que hasta ahora está centrada en suministrar a grandes suministradores y a la hostelería y la restauración (el llamado canal horeca), no descarta entrar también en la venta al detalle, el denominado ‘retail’.
Las modernas instalaciones de L’Ametlla de Mar, que cuentan con varios certificados de sostenibilidad y prevén autoproducir al menos la mitad de la energía eléctrica que consuma en un futuro breve, dispone también de un laboratorio en el que se analizan a diario todas las piezas sacrificadas en alta mar y que luego son despiezadas en sus salas. «Comprobamos la cantidad de grasa, la coloración e incluso si el animal ha sufrido estrés, para así poder decidir qué destino se da a cada uno de ellos», ha detallado la directora de Innovación y Sostenibilidad, Begonya Mèlich.
También está previsto que acoja un centro de experimentación gastronómica orientado a chefs, investigadores y profesionales de la restauración. Allí podrán desarrollar o implementar nuevas técnicas, aplicaciones y recetas en torno al atún rojo, a la vez que se fomentará la colaboración con escuelas de cocina, centros de I+D y figuras emergentes del panorama gastronómico nacional e internacional. De momento, al acto de inauguración de este martes, han estado presentes un nutrido grupo de chefs de renombre, como Ferran y Albert Adrià, Martin Berasategui, Andoni Aduriz, Nandu Jubany, Jeroni Castell y Lluís Valls.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí