China y Estados Unidos se reúnen en Estocolmo para prorrogar su armisticio comercial
Ginebra, Londres y Estocolmo. China y Estados Unidos se han citado el lunes por tercera vez en tres meses en Europa para solventar sus pleitos comerciales con el viento de cola y un clima cordial. De Suecia se espera que salga una prórroga del armisticio arancelario de tres meses que caduca el 12 de agosto. La decisión ya está tomada, desvelaba ayer el diario hongkonés South China Morning Post citando fuentes de ambos bandos.
El matutino, de solvencia contrastada en asuntos gubernamentales chinos, aseguraba que Pekín intentará profundizar en los pactos después de que las dos primeras cumbres sirvieran simplemente para «desescalar» la guerra comercial. En Estocolmo se citarán de nuevo el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el viceprimer ministro, He Lifeng, pocas horas después de que Donald Trump anunciara un acuerdo comercial con la Unión Europea.
A Washington se le intuye estos días muy poco interesada en otra tormenta arancelaria. Bessent dijo la semana pasada que las negociaciones con China «están en muy buen lugar» y Trump se muestra entusiasmado con su probable viaje a Pekín «en una fecha no lejana» tras ser invitado por su homólogo chino, Xi Jinping. Urge ahora evitar cualquier fricción y Washington, según el diario británico ‘Financial Times’, habría congelado esta semana todas las restricciones a las exportaciones tecnológicas.
Flujo de chips
La medida confirma el giro copernicano. Semanas atrás ya permitió que Nvidia, el mayor fabricante de chips avanzados del mundo, vendiera a China los icónicos H20 que necesitan sus compañías para desarrollar la Inteligencia Artificial. Joe Biden impuso las primeras restricciones en octubre de 2023 y las agravó en los dos años siguientes esgrimiendo el temor a que China los usara para mejorar su Ejército. Trump continuó la senda para zancadillear el desarrollo chino en la IA, un sector clave en la economía presente y futura.
Esta semana se espera que altos funcionarios chinos reciban a una delegación de prominentes ejecutivos estadounidenses. Entre ellos figura un representante de Boeing. La constructora aeronáutica sufrió durante los días más fragorosos la cancelación de las órdenes chinas de compra y necesita de alguna buena noticia tras el último accidente en la India.
Recuperado el flujo de los chips hacia un lado y de las tierras raras hacia el otro, los principales agravios, Pekín espera ahora enterrar de una vez por todas el asunto del fentanilo. La supuesta tibieza que le atribuye Trump está detrás de los aranceles del 20 % aún vigentes. China insiste en que el problema lo ha causado la industria médica estadounidense recetándolo sin mesura, recuerda que ningún cargamento chino ha sido encontrado en Estados Unidos en años y le parece hilarante que alguien la acuse de no tomarse en serio la guerra contra las drogas.
Pekín ha rechazado exigencias estadounidenses como la publicación de los alijos incautados en la portada del Diario del Pueblo y otras medidas por entender que se entrometen en su política interna. Necesita China más concreción, que le expliquen qué entiende Trump exactamente por un “suficiente progreso” y se deje de populismos en el asunto.
Acuerdo con la UE
Llegan a la cumbre los negociadores estadounidenses comprensiblemente crecidos tras arrancar un acuerdo comercial muy ventajoso con la UE y aún lo están más los chinos por haber sometido a la primera potencia comercial. ‘Cómo perder una guerra comercial en 18 días’, el titular de un medio occidental, resume lo ocurrido entre las andanadas arancelarias de Trump y su petición de tablas.
De las conversaciones en Ginebra salió un armisticio por el que ambos se comprometieron a derribar los muros arancelarios y retirar el resto de castigos. Pronto se acusaron de deshonrar lo pactado. Washington seguía sin recibir tierras raras y amenazó con rescindir los visados a estudiantes chinos. Pekín, por su parte, lamentaba el acoso a sus empresas.
La espiral se había descontrolado cuando Trump y Xi recondujeron la situación en una llamada telefónica. Días después sus negociadores se citaron de nuevo en Londres para pactar que seguían vigentes los acuerdos de Ginebra. Suspendieron los aranceles durante tres meses, un periodo de gracia para solventar sus diferencias, pero no parece que China, y especialmente Estados Unidos, quieran regresar a las andadas.
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