Colombia, un país que no puede acostumbrarse a la barbarie
Colombia se despertó hoy con noticias que nunca deberíamos haber escuchado: el senador Miguel Uribe Turbay Murió dos meses después de un ataque que terminó vilmente con su vida. La vida de un político decente.
Un crimen que se suma a una larga cadena de vidas tomadas por lo irrazonable, esa violencia ciega que No comprende razones ni respeta la dignidad humana. En Colombia, casi todas las familias tienen una víctima en nuestra historia. El Torregrosa era mi abuelo, un abogado, que perdió la vida a manos de la barbarie, mató al dejar un juicio en el que un sindicalista defendió.
Crecí escuchando su nombre y la historia de su muerte como una herida que nunca se cierra en absoluto. Tal vez por eso, y debido a que heredé su vocación, decidí dedicar mi vida a la ley, convencido de que la defensa de las personas, en libertad y en paz, es lo más importante que uno puede hacer en este mundo. Tengo la convicción de que El senador Uribe también pensó lo mismo.
Hoy, como jurista, como colombiano y como defensor de los derechos humanos y ciudadanos, Me niego a normalizar la estructura de violenciaL en un país que todavía tiene venas abiertas para heridas letales recientes de más de 40 años de conflicto. Me niego a aceptar que la violencia es el precio de participar en la vida pública, que el miedo es la moneda en nuestra democracia. Cada vez que ocurre un crimen como este, no solo se apaga una voz: la esperanza de millones de colombianos y colombianos está herido.
Pero la esperanza es terca. Y en medio del dolor, debemos recordarnos que la respuesta a la barbarie no puede ser silencio u olvido. Honrar la memoria de Miguel Uribe, como Antonio Torregrosa, como muchos otros, significa continuar luchando por un país donde nadie tiene que morir de manera diferente, por defender sus ideas o para servir el bien común.
Que la muerte de Miguel Uribe no es una estadística más, sino un grito colectivo: ¡ya no! Nunca más viven truncados por la violencia. Nunca más una Colombia resignada. Nunca más un país sin paz.
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