¿Quiénes son los autores de los atentados en Colombia? El papel de los clanes de la droga
«Este es uno de los presuntos responsables del atentado en Cali con camión/bomba, capturado por la comunidad en el lugar de los hechos. Es alias Sebastián y pertenece a las estructuras del EMC, dirigidas por alias Marlon, subordinado a la Junta del Narcotráfico». Así era el mensaje que publicaba en X el presidente de Colombia, Gustavo Petro, horas después del doble atentado en Cali y Antioquia, que ha causad al menos 18 muertos y decenas de heridos.
La violencia sigue asolando Colombia. Petro vislumbra ya la sombra de las elecciones de 2026 sin haber alcanzado la «paz total» que prometió. El entramado criminal sigue marcando al país después del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, que desmovilizó buena parte de la guerrilla, entre el 85% y el 90%, 13.000 guerrilleros. No obstante, varios grupos se negaron a dejar las armas o regresaron a ellas poco después, alimentando una nueva generación de estructuras híbridas: organizaciones con discurso político, pero sostenidas principalmente por el narcotráfico y otras economías ilegales. A ese escenario se suma el Clan del Golfo, heredero de las autodefensas paramilitares.
El Estado Mayor Central (EMC)
El Estado Mayor Central es hoy la disidencia más poderosa de las antiguas FARC. Surgió cuando, incluso antes de firmarse el acuerdo de paz, el Frente 1, bajo el mando de alias Iván Mordisco, anunció que no se desmovilizaría. Posteriormente, se sumó alias Gentil Duarte, y entre ambos articularon una red con presencia nacional.
Las filas del EMC cuentan con unos 3.500 integrantes, organizados en bloques con autonomía relativa. Su fortaleza se concentra en el Cauca, Valle del Cauca, Nariño y el Meta, donde controlan corredores estratégicos para el narcotráfico. Se financian con la cocaína, la minería ilegal y la extorsión.
En 2023, el Gobierno de Gustavo Petro reconoció al EMC como interlocutor en su plan de «paz total», pero en 2024 se fracturó: una facción bajo el mando de Iván Mordisco rompió el cese al fuego y se lanzó a la confrontación militar, mientras otra, liderada por alias Calarcá Córdoba, estuvo en la mesa de negociaciones espuriamente, hasta que en mayo de este año, después de que el Gobierno no renovara la suspensión de operaciones ofensivas contra la facción, quedó claro que ya no estaba cubierto por el cese al fuego. El Bloque Occidental Jacobo Arenas del EMC, activo en Cauca y Valle, es la facción más beligerante y ha protagonizado los últimos ataques contra la fuerza pública.
Aunque el EMC se reivindica como la «verdadera FARC«, los analistas subrayan que está lejos del poder que alcanzó la guerrilla en los años 2000: hoy depende casi exclusivamente de economías ilícitas y carece de la estructura nacional centralizada de antaño.
Segunda Marquetalia
La Segunda Marquetalia nació en 2019, cuando excomandantes de alto perfil de las FARC —entre ellos Iván Márquez, Jesús Santrich, El Paisa y Romaña anunciaron su regreso a las armas. Alegaban que el Estado incumplió los compromisos del acuerdo de La Habana de 2016.
A diferencia del EMC, que nunca se desmovilizó, la Segunda Marquetalia está formada por mandos históricos que desertaron del proceso de paz. Mantienen un discurso político marxista-leninista y bolivariano, pero en la práctica se sostienen gracias al narcotráfico, la minería ilegal, las extorsiones y los secuestros.
Su base de operaciones se concentra en zonas como Caquetá, Guaviare, La Guajira y la frontera con Venezuela, aprovechando redes transnacionales para mover cocaína. Tras la muerte o desaparición de varios de sus líderes, su poder ha disminuido respecto al EMC, aunque sigue siendo una de las principales disidencias armadas en el país.
Clan del Golfo (Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC)
El Clan del Golfo es la mayor organización criminal de Colombia y, a diferencia de las disidencias, no tiene proyecto político. Su origen está en los restos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el gran bloque paramilitar desmovilizado en 2006. Desde entonces, bajo nombres como Los Urabeños o Clan Úsuga, se consolidó como un cártel con estructura empresarial.
Su objetivo es el control del narcotráfico, en especial las rutas de exportación de cocaína por la costa Caribe y el Golfo de Urabá. También participan en minería ilegal, extorsión y microtráfico urbano. Aunque su máximo jefe, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, fue capturado en 2021 y extraditado a Estados Unidos, la organización mantuvo su capacidad operativa gracias a una red descentralizada de mandos regionales. El 20 de agosto se reaunudaron las negociaciones en Qatar entre el Gobierno de Petro y el Clan del Golfo, que encuentran su origen en 2023.
De la «paz total» a la «paz chiquita»
Los atentados de Cali y Antioquia llegan en un momento de fuerte reconfiguración de las disidencias de las FARC. En paralelo a los ataques del EMC, las facciones rebeldes libran una guerra intestina en la Amazonía, lo que exacerba el recrudecimiento de la violencia. La Fundación Ideas para la Paz, principal centro de estudios del país en los campos de paz y seguridad, elaboró un mapa en 2024 que ayuda a comprender el alcance geográfico de los grupos armados.
Los ya mencionados Iván Mordisco y Calarcá Córdoba —ambos pertenecientes a distintas facciones del EMC («Estado Mayor de Bloques y Frente» –EMBF– en el caso de Calarcá)— se encarnizan en una lucha sangrienta para protagonizar el bastión guerrillero principal contra el gobierno.
Así pues, lo que nació como una gran apuesta de Petro para desmontar de raíz la violencia, se ha reducido a lo que algunos expertos llaman una «paz chiquita»: acuerdos parciales con grupos menores como los Comuneros del Sur y el Frente 33 en Catatumbo, mientras las grandes estructuras siguen en pie de guerra.
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