GUERRA COMERCIAL | La India recurre al recetario chino para aguantar el pulso a Trump tras la entrada en vigor de los aranceles del 50%
Esperaba la India de Donald Trump un descuento de amigo y ha amanecido con los aranceles más altos de Asia. «Estamos perplejos», había descrito la semana pasada el Ministerio de Exteriores. Contra las exportaciones indias ha levantado Trump un muro casi infranqueable con tremendas repercusiones económicas y geopolíticas: a los iniciales aranceles del 25% añadió otros del mismo valor como castigo a las compras de petróleo ruso que han entrado en vigor este miércoles. Comparte India esos criminales aranceles del 50% con Brasil, otro gigante del Sur Global que no se ha arrodillado ante Washington, lo que sugiere su declinante capacidad intimidatoria.
Carece de explicación racional el hundimiento de las relaciones entre dos viejos aliados tan unidos por el comercio como por la voluntad de frenar el auge de China. La economía india descansa en las exportaciones y tenía en Estados Unidos a su principal socio. Sus intercambios alcanzaron los 129.000 millones de dólares el pasado año con un déficit estadounidense de 45.000 millones de dólares. Un 55% de las exportaciones indias quedarán malheridas con los aranceles, alertan analistas independientes. Los sectores más amenazados son el textil, la joyería, el automovilístico y el alimentario, según el ‘think tank’ indio Global Trade Research. Al menguadísimo caudal de bienes hacia la primera potencia mundial se añade otro efecto inquietante: India pierde el atractivo para muchas multinacionales que, como Apple, estaba rebajando su producción en China. Ese trasvase había sido espoleado por Washington, lo que explica la perplejidad india.
No hay solución a la vista. Ha sido cancelada la sexta ronda de negociaciones planeada para la próxima semana. En las cinco anteriores se había esforzado Nueva Delhi en rebajar los primeros aranceles del 25% al 15%, los mismos que logró la UE y otros aliados asiáticos como Corea del Sur o Japón. Parecía un objetivo factible y se había mostrado optimista India hasta que las negociaciones descarrilaron. India ha vencido todas las presiones para abrir su mercado a los productos lácteos y agrícolas estadounidenses porque esas industrias dan de comer a millones de indios. «Los intereses de los granjeros, pequeños comerciantes y productores de leche son prioritarios para mí. Mi Gobierno se asegurará de que no quedan afectados», defendió recientemente Narendra Modi, primer ministro.
Cuestión de ego
Las disputas económicas se agravaron, sostienen varios analistas, con el dañado ego de Trump, quien no recibió de India los hiperbólicos halagos con los que sí le premió Pakistán tras un reciente conflicto armado. Islamabad había atribuido el alto el fuego al presidente y le propuso para el Nobel de la Paz.
En ese escenario carecía de más salida el ultranacionalista Modi que seguir adelante. Capitular ante el matón global le habría hundido ante un electorado que le ve como el elegido para traer la grandeza a India. Modi arenga al país estos días para pelear y anuncia un plan que se parece muchísimo al que ha venido pregonando China desde que entendió que el mundo se estaba convirtiendo en un lugar impredecible y cada vez más hostil al comercio internacional. Consiste en la autosuficiencia.
«El egoísmo económico está creciendo en el mundo y no podemos sentarnos y llorar por las dificultades sino levantarnos sin esperar a que nos sostengan otros. Debemos ser autosuficientes, pero no por desesperación sino por orgullo«, animó Modi en los recientes fastos del Día de la Independencia. El objetivo es admirable y no le falta a la India talento ni mano de obra, la misma con la que contaba décadas atrás China, pero ahí acaban las similitudes. No son comparables en desarrollo tecnológico ni en músculo industrial, y aún más relevante, carece la India de un Gobierno fuerte, que se hace escuchar en todas las esquinas del país y con la suficiente clarividencia y estabilidad para trazar planes a décadas vista.
Otra estrategia para navegar en la tormenta, más asumible y también copiada del recetario pequinés, son las reformas económicas y estímulos al consumo. Modi ha prometido como regalo de Diwali, la principal festividad nacional, una «masiva bonanza fiscal» para la población y pequeños negocios. El autoconsumo, tradicional pilar de la economía india, no ha despegado desde la pandemia. Confía el Gobierno en que las ayudas fiscales, sumadas a los aumentos salariales de funcionarios y pensiones a jubilados, mantengan el crecimiento económico.
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