Siempre se ha puesto como el país con una mayor carga de funcionarios
Que el modelo sueco se basa en un estado de bienestar formidable es algo conocido, pero la figura que lo respalda sigue siendo impactante. En el país escandinavo, casi uno de cada tres trabajadores está al servicio de la administración pública, lo que significa un resonante 30 % de la población Activo estos datos, lejos de ser una anomalía, representa la máxima expresión de un modelo europeo donde el público juega un papel central en la cohesión social y económica. Este sector público robusto es el pilar que respalda los servicios esenciales para la ciudadanía, incluido el sistema de pensiones, cuyo futuro es el objeto de un profundo debate sobre cómo vincular la jubilación con la esperanza de vida.
En este contexto, la percepción de una España de gran tamaño en su sector público se tambalea. El economista Santiago Niño Becerra afirma que las figuras oficiales colocan un empleo público en nuestro país por debajo del 14 %, lo que nos coloca no solo a una distancia abismal del ejemplo nórdico, sino también entre las naciones con una de las tasas más bajas de todo el continente. El debate, por lo tanto, parece comenzar a partir de una premisa errónea, alimentada por un clichuro persistente más que por evidencia empírica.
De hecho, ni siquiera es necesario viajar al norte de Europa para desmantelar el mito. Solo mire a nuestro vecino más cercano: Francia, cuyo porcentaje de funcionarios toca el 17 %. Esta comparación directa, que se aleja de la excepcionalidad, atrae un panorama en el que el modelo español es más modesto que el de muchos de sus socios.
El mito del funcionario español frente al equilibrio europeo
Por otro lado, el economista enfatiza que la comparación frecuente con los Estados Unidos no es muy rigurosa, ya que se debe a Un modelo de estado diferente En su propia concepción. La tradición estadounidense ha optado históricamente por una administración pública mucho menos extensa que la desarrollada en el antiguo continente, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la construcción del estado de bienestar exigía estructuras públicas muy sólidas.
En resumen, la historia de una administración española excesiva es Un tema que se desvanece Al enfrentarlo con las figuras. Aunque el debate sobre la eficiencia en la gestión de recursos públicos siempre será necesario y relevante, la fotografía comparativa muestra que, en el contexto europeo, el problema de España no es, desde lejos, un exceso de funcionarios. Es una falacia que los datos son responsables de corregir con fuerza.
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