Caretas fuera: irrita un CGPJ independiente
En la España de la polarización y las lealtades inquebrantables, salirte del redil en el que te han situado o de la trinchera a la que te han empujado y ejercer tu independencia tiene un precio. Lo acaban de comprobar la presidenta del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, y el vocal nombrado a propuesta de Sumar, Carlos Hugo Preciado.
[–>[–>[–>Hace poco más de un año, PSOE y PP sellaron un pacto para renovar este órgano tras un lustro de bloqueo. Se vendió entonces como un paso decisivo hacia la «independencia judicial»: paridad ideológica, fin de las puertas giratorias, consejeros de reconocido prestigio… Un avance que parecía alejar la Justicia de las guerras partidistas; un ejemplo de regeneración democrática. Poco ha durado la ficción, porque la independencia, cuando se ejerce de verdad, incomoda a los que se han llenado la boca con ella.
[–> [–>[–>El sector progresista del CGPJ se ha lanzado a la yugular de Perelló y de Preciado por actuar con criterio propio, al pactar con el bloque conservador la renovación de comisiones clave. Les acusan de «romper el consenso» y de acabar con el «equilibrio» –político, se supone–. De nada sirve que en otra veintena de ocasiones se hayan rechazado nombramientos conservadores.
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Lo que hace un año se saludaba como sana independencia ahora se considera deslealtad por priorizar el mérito sobre la disciplina ideológica. Se celebra la autonomía cuando favorece, pero se censura cuando cuestiona los intereses de un bloque determinado.
[–>[–>[–>El acuerdo de 2024 prometía un CGPJ soberano, con reglas que reforzaban la meritocracia y limitaban las injerencias políticas, pero, como sospechábamos, todo era una ficción. Los progresistas, que en su día exigían la despolitización del CGPJ, ahora critican la autonomía de los vocales cuando no se pliegan a sus intereses: la independencia incomoda cuando escapa al control.
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Perelló y Preciado, blandiendo criterio propio e independiente de quienes los propusieron, han puesto el dedo en la llaga.
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