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Durante mucho tiempo fue impensable

Durante mucho tiempo fue impensable
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  • Publishednoviembre 3, 2025



El pasado lunes 20 de octubre, horas después Tim Weiner –el gran cronista de la CIA– dijo en una entrevista con EL ESPAÑOL que “otras agencias de inteligencia han dejado de colaborar con Estados Unidos por culpa de los locos encargados de la seguridad nacional nombrados por Trump”, la revista Semana de noticias publicó un reportaje online con sus declaraciones. Finalmente, considerando que Holanda ha decidido reducir el intercambio de información con la primera economía mundial.

“Países Bajos ha reducido parte de la información de inteligencia que proporciona a Washington”, escribió ese día. Ellie Cook –la reportera que cubre asuntos de Defensa en la publicación norteamericana– citando lo que le acababa de decir uno de los jefes del servicio de inteligencia holandés. “Sobre todo, cierta información relacionada con Rusia ha dejado de compartirse”, añade Cook en su texto.

Aunque el funcionario holandés evitó ahondar en los detalles de cómo ha cambiado exactamente En la relación con Estados Unidos, lo que destacó es que desde hace un tiempo sus agentes hablan menos con colegas que están al otro lado del Atlántico.

“La relación con los estadounidenses sigue siendo bastante buena”, dijo esta semana a EL ESPAÑOL un ex comandante militar europeo de alto rango familiarizado con la dinámica de los servicios secretos occidentales. “El problema es que hay un presidente llamado donald triunfo lo cual es un misterio y la gran pregunta es: ¿qué hará o no hará con la información confidencial que tiene sobre la mesa?”

“Ahora mismo, si yo fuera un servicio de inteligencia occidental, me sentiría bastante incómodo compartiendo parte de mis archivos y mis descubrimientos con Washington”, afirmó el exmilitar.

Se confirma el rumor

Aunque las declaraciones realizadas desde Holanda suponen una novedad –hasta ahora nadie había reconocido abiertamente una revisión a la baja de la cooperación con Estados Unidos–, lo cierto es que el rumor venía dando de qué hablar desde principios de año.

El pasado mes de abril, por ejemplo, el periódico francés El mundo informó a sus lectores que “los servicios de inteligencia europeos están preocupados por el futuro de su cooperación con Estados Unidos”. Y un mes antes, en marzo, un artículo firmado por dos académicos especializados en el tema –Premio principal de Ronan y Matt Hefler– ya ha advertido que suspender el intercambio de información con los ucranianos –medida adoptada por Trump al regresar a la Casa Blanca– “ha puesto en duda la fiabilidad de la comunidad de inteligencia estadounidense como aliado estratégico de Europa”.

“Estados Unidos y Europa han sido socios cercanos en el espionaje durante décadas y esa relación ha sido tradicionalmente inmune a los desafíos políticos”, explicaron Mainprize y Hefler en su texto. “Hoy, sin embargo, la supervivencia de la relación de inteligencia euroestadounidense no puede darse por sentada”.

El par de académicos dijeron que una vez terminada la famosa ‘guerra contra el terrorismo’, la Casa Blanca perdió interés en sentirse parte de las circunstancias estratégicas que enfrentaban sus aliados europeos y comenzó a abordar otros desafíos como los que se asomaban en la región del Indo-Pacífico. Tampoco el impulso conciliador lanzado por Trump hacia la Vladímir Putin y el Kremlin.

A todo esto habría que sumarle otro factor. Uno de carácter… cultural. A saber: “La comunidad de inteligencia estadounidense está atravesando una transformación que la hace en gran medida incompatible con sus homólogos europeos”. En otras palabras, Trump regresó a la Casa Blanca a principios de año exigiendo mayor atención al narcotráfico y las operaciones encubiertas.

«Incluso las relaciones personales entre los agentes de inteligencia, que habían superado con calma otros períodos de inestabilidad política, se están desmoronando», concluyeron los autores. “Los despidos masivos y el aterrizaje de leales a Trump en puestos importantes probablemente dañarán muchos de los vínculos que han mantenido a los funcionarios y analistas estadounidenses tan cerca de sus homólogos europeos”.

¿No hay mal que no venga con el bien?

Todo lo anterior explica por qué, tal y como publicó hace unos días la revista PolíticoLas agencias de inteligencia de toda Europa “están dejando atrás décadas de desconfianza y comenzando a construir una operación de inteligencia conjunta”.

A corto plazo el objetivo es afrontar la ‘guerra híbrida’ que mantiene el Kremlin con Europa. A medio y largo plazo, sin embargo, la idea es poder suplir con nuestra propia fuerza y ​​cerebro las carencias que la retirada de Estados Unidos ha puesto de manifiesto.

«En el último año, muchas capitales nacionales han integrado a funcionarios de inteligencia en sus oficinas de representación en Bruselas», dijo el periodista. Antoaneta Roussi en la citada revista. “Y el bloque comunitario está considerando la posibilidad de desarrollar poderes más sólidos, al estilo de la CIA, aunque durante mucho tiempo esto se consideró impensable”.

Trump “merece una Premio Nobel de la Paz«Sí, pero por haber logrado promover la colaboración entre los servicios de inteligencia de Europa», comentó un funcionario de inteligencia occidental medio en broma pero también medio en serio a la propia Roussi.

Y, a diferencia de alianzas de espionaje como la conocida Cinco ojosFormada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, los países de la Unión Europea nunca han logrado forjar alianzas sólidas en términos de intercambio de inteligencia. La seguridad nacional sigue firmemente anclada en las distintas capitales, en parte por los conflictos de intereses que siguen surgiendo entre los países miembros, y en este contexto Bruselas tiende a limitarse a ser un mero coordinador.

Es más: la forma tradicional de comunicación entre los distintos servicios secretos europeos suele producirse a través de una red conocida como Club de Berna lanzado hace medio siglo en la ciudad que le da nombre (en ella también participan británicos, suizos y noruegos). ¿El problema? No tiene sede, ni estructura y sólo se reúne dos veces al año.

Todo eso parece estar cambiando debido a lo que ya se ha dicho: los europeos temen que los foros transatlánticos, que alguna vez fueron plataformas bastante confiables y útiles para compartir información y promover la cooperación, puedan convertirse en un arma de doble filo. Si aún no lo son. Ponga las palabras de Sauli NiinistöEx presidente finlandés: “Para estar bien preparado hay que confiar en los demás… porque sin confianza no hay cooperación”.



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