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Entramos en el Parador de Limpias, la joya de Cantabria rodeada de jardines centenarios y una misteriosa leyenda

Entramos en el Parador de Limpias, la joya de Cantabria rodeada de jardines centenarios y una misteriosa leyenda
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  • Publishednoviembre 5, 2025



Hay lugares que te reciben como un abrazo, que cuentan historias desde cada rincón y que, sin necesidad de palabras ni artificios, te invitan a quedarte un poco más. El Parador de Liminas en Cantabria es uno de ellos, y sólo he tardado 24 horas en comprobarlo.

Completamente fascinado por los árboles centenarios de su jardín, las habitaciones arboladas cubiertas de alfombras de colores y una atmósfera casi mágica, descubrí un destino ideal para dejarme envolver por el encanto de la autenticidad. Especialmente ahora, en otoño e invierno, cuando este lugar parece una historia.

Imagen multimedia© Laura Negro

Un palacio congelado en el tiempo

Antes de quedarme sin palabras ante la vista de los jardines a través de la ventana de la habitación en la que tuve el privilegio de dormir una noche, lo primero que me llamó la atención fue el arquitectura noble del edificio principal. es el viejo Palacio Eguiliorconstruido en 1903 y transformado en Parador en 2004. Una fecha que no pasa desapercibida dentro de las instalaciones, ya que está bordada en las cenefas de las alfombras que decoran y dan un toque de color a sus zonas comunes, como para recordar que este edificio histórico volvió a la vida el pasado 13 de febrero, durante su inauguración oficial como parte de la red de Paradores de Turismo de España.

Desde la entrada, un monumental escalera de castañoA techo artesonado, imponentes chimeneas y un vidriera que inunda el rellano principal con luz natural Me saludaron con discreta elegancia y ecos de un pasado aristocrático. Y este palacio fue la residencia de verano de Rey Alfonso XIII y presenciar reuniones políticas relevantes. Hoy, su impecable restauración lo convierte en un refugio donde la solemnidad del pasado se fusiona con una calidez acogedora que me hizo sentir como en casa. Pero aunque en su interior hay tranquilidad, también hay algo de intriga; y este Parador no sólo es sofisticado, también es tiene fama de estar embrujado. Aunque lo que sentí fue que su atmósfera invita a imaginar y escuchar atentamente el silencio.

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Imagen multimedia© Laura Negro
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El jardín: un universo mágico en sí mismo

Al abrir las ventanas de mi dormitorio, vi un tapiz verde que parecía interminable. Me llamó la atención la cantidad de ejemplares únicos que componen el Jardines del Paradordiseñado por el propio Eguilio -gran amante de la botánica-: Contemplé con mis propios ojos la belleza del robles americanos, ciprés, castañas de indias y un magnolia de más de 15 metrosdeclarado patrimonio de la humanidad. Bajo el cielo nublado del Cantábrico recorrí senderos cubiertos de hojas otoñales, con el aroma a tierra húmeda y musgo envolviéndome a cada paso. Incluso encontré muérdago en el camino rural que rodea el edificio, un detalle casi mágico.

Este jardín es más que un telón de fondo: vives desde adentro. Desde el restaurante, la terraza o la piscina, el verde inunda los espacios con una paz difícil de explicar.

Sabores ligados al territorio

Mientras mis ojos se maravillaban con el paisaje, mi paladar se deleitaba con los sabores de Cantabria. En el comedor del Parador, con vistas a este jardín encantado, tuve el placer de degustar algunos platos de su rica carta y recibir una breve explicación sobre los mismos gracias al chef Pablo Álvarez, quien personalmente se acercó a mí para transmitirme su pasión por los productos locales.

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Entre todos, recomiendo especialmente probar el venado marinado en queso Tresviso a la hora de comer, por su pronunciado sabor y su impecable presentación, y la calabaza asada con huevo a baja temperatura y queso crema de piñones para cenar, por su ligereza y gran originalidad. Él arroz con langosta y el colas crujientes Mención aparte merecen también, al igual que los postres y desayunos que ofrece el Parador. La variedad de panes y picatostes tradicionales de la zona me convenció por completo. Además, como dulce guiño, el Parador me recibió con una corbata, un obsequio imperdible y típico de la región.

“Naturaleza para los sentidos”: sobaos, marismas y aves

Como parte del programaNaturaleza para los sentidosuna apuesta de Paradores a favor del ecoturismo sostenible, realicé una Taller artesanal de sobaos y quesadas. en la Finca Santa Ana, especializada en la producción de leche de vaca y en actividades de capacitación y sensibilización. Es allí, en pleno Parque Natural de las Marismas de Santoña, donde desde 2012 Sara, agrónoma y propietaria de tierras y animales, perpetúa la tradición de su familia apoyada por su marido Jorge y sus hijas, que pronto se convertirán en la cuarta generación. Más que un curso en sí mismo, fue una inmersión inolvidable en la cultura cántabra, donde la materia prima local y los sabores exquisitos eran el denominador común.

Imagen multimedia© Laura Negro
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Además, el entorno del Parador permite realizar numerosas actividades, como visitar una conservera tradicionaldonde fui a aprender a filetear anchoas. También viajé el marismas del parque natural de santoñaque es hogar de aves migratorias como el águila pescadoray disfruté de un agradable paseo por Laredocon su inmensa playa de 5 kilómetros, ideal para desconectar.

Incluso tuve tiempo de mojarme los pies. Playa de Berríasituado entre el monte Brusco y el macizo de Buciero y frecuentado por surfistas, y conociendo de primera mano la amistosa rivalidad entre Santoña y Laredo… ¿Quién se comió a la famosa ballena? Pregunta a los lugareños. ¡Y ten cuidado! También descubrí que Santoña es la lugar para estar para alternar: sus bares son animados, auténticos y los más accesibles del barrio en cuanto a precio.

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Un lugar que se queda contigo

El Parador de Limpiezas no es sólo alojamiento. Este un palacio encantado con jardines susurrantescon pisos nobles, detalles que recuerdan el año de su renacimiento y una atmósfera que invita a detenerse, observar, disfrutar de momentos de calidad. Perfecto para una escapada de otoño o un retiro de invierno. Y al partir, rodeada por el susurro del viento entre los árboles y el eco de las leyendas que aún recorren sus pasillos, comprendí que regresaría. Porque los lugares mágicos nunca se olvidan.

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