“Revisar las heridas duele, porque tiene que ver con asumir cosas que nos han faltado. Pero también libera, porque como adulta me las puedo ofrecer a mí misma”



Hablar de autoestima parece sencillo. Quiérete más, valórate, acéptate… Pero como explica la psicóloga y autora Marta Segrelles En esta entrevista con Bodymente, detrás de la palabra hay un proceso profundo que implica revisar nuestra historia, entender cómo nos miraban y aprender a tratarnos con el cariño que quizás no recibamos.
De todo esto hablamos con Marta con el pretexto de su nuevo libro, No hay nada malo contigoen el que el psicólogo nos enseña a reconciliarnos con nosotros mismospara abrazar la esencia y reconstruir la autoestima. porque, como dice Mario Alonso Puig, la autoestima depende mucho de la forma en que nos hablamos a nosotros mismos.
-¿Qué es la autoestima?
Cuando hablamos de autoestima siempre pensamos que es algo fácil, que se trata de quererse a uno mismo. siempre hablamos de eso autoestima alta, autoestima bajay en realidad es una dimensión que tiene muchos aspectos y que, para resumirlo desde mi punto de vista, tiene que ver con la forma en que nos miramos según hemos sido mirados y cómo hemos aprendido también a tratarnos: a aceptarnos tal como somos, a rechazarnos si nos han mirado con criterio…
Así que para mí la autoestima, como dice la propia palabra, es la estima que tengo por mi mismo. Y depende en gran medida de la naturaleza de esas relaciones previas y cómo me sentí mirado y amado.
-¿Se puede tener una autoestima fuerte si tuviste una infancia difícil?
El trabajo terapéutico está muy orientado a que lo que hemos vivido no se quede con nosotros el resto de nuestra vida, sino que podamos tomar conciencia de lo que hemos vivido pero que, en cierta forma, podemos vivir con ello.
La infancia influye porque, digo en el libro, cuando hemos recibido una crítica o una observación de nuestra personalidad ya no la miramos de la misma manera. Cuando alguien ha criticado mi sensibilidad, mi forma de reír o mi forma de llevar las cosas porque me preocupo mucho, ya no puedo verlo como algo neutro y sin connotaciones. Inmediatamente pienso que No está bien ser así y debería ser diferente..


-¿Cómo nos afecta la baja autoestima en el día a día?
Lo asocio mucho con la autenticidad y la libertad de ser uno mismo. Muchas veces, cuando esto no está presente porque no me conozco lo suficiente, no sé quién soy y no he podido ver todas esas partes de mí, hago ciertos esfuerzos por integrarme. O hay cosas que no hago para no decepcionar, o hay cosas que no digo por miedo a enojar a los demás.
Y ahí, no puedo conectarme con mis propias necesidades. A veces los niego, a veces los hago a un lado, a veces los silencié, pero trato de que no aparezcan en mis relaciones porque siento que tal vez eso tenga un impacto y haga que las cosas salgan mal. Y de hecho, para mí, eso es precisamente lo que te acerca a una conexión más auténtica y real.
-En tu libro nos hablas específicamente de abrazar la verdadera esencia, ¿está esto ligado al autoconocimiento?
Para mí, abrazar la verdadera esencia significa ser la persona que soy, algo que muchas veces no me han permitido ser. Porque lo que sea que se pudiera ver en mí, otros tenían su propia idea de lo que significaba.
Si yo era una persona que tenía ciertos gustos e intereses en casa y yo tenía otros muy diferentes, quizás eso fue juzgado y no apoyado, por ejemplo. Será importante conocerme y ver si lo que me dijeron es real o no.
En mi primer libro, Besa a la chica que eras, Hubo un capítulo que me proponía mirar mi infancia con mis ojos y contarla con mi voz, porque para nosotros seguía siendo muy importante lo que nos contaban.
Sabemos cómo somos por lo que nos dijeron: cuando eras pequeño eras muy bueno o eras muy discutidor y nadie podía decirte nada; o siempre estabas causando problemas y siempre teníamos que preocuparnos por ti, hicieras algo o no; o eras muy maduro para tu edad y te podían llevar a cualquier parte…
Para mí tiene que ver con eso, con poder saber quién soy y cuánto valor le doy a esas cualidades. A veces también habrá algunos que no nos agradan, pero a partir de ahí también podremos reconciliarnos con ellos.
-¿Cuál es el primer paso en este camino hacia el autoconocimiento?
Hay personas a las que les resulta útil pensar en el pasado para conocerse a sí mismas, recordando las cosas que amaban cuando eran niños: pintar, bailar… También ayuda pensar en lo que a veces dicen los que te rodean “eso eres muy tú”: un proyecto o un regalo o una ropa, algo que me identifique. Y luego también ayuda pensar en el presente, en las cosas que, cuando las hago, me permiten sentirme tranquila, libre y conectada conmigo misma.
Conocerse a uno mismo es eso, ver si le doy espacio a lo que me gusta en mi vida diaria o si me resulta aburrido. En algunas historias del libro, lo transfiero. Hay uno, por ejemplo, de una chica que en su grupo de amigas todas escuchaban un tipo de música y conectaban más con la lectura. El hecho de que sus gustos fueran diferentes le hizo pensar que algo andaba mal con ella. Y en realidad no se dio cuenta de que su paz residía más en estos libros que en estos conciertos.
-¿Por qué dependemos tanto de la aprobación externa?
Bueno, en última instancia es necesario, hasta cierto punto, porque necesitamos cierto reconocimiento de nuestras necesidades. Somos seres sociales para quienes las conexiones son importantes. Y en cierto modo nos va a importar y vamos a tener miedo de decepcionarnos y fracasar, pero a veces va a ser necesario hacerlo para no traicionarnos a nosotros mismos. Creo que para mí ese es el punto.
Hay personas que antes de tomar una decisión necesitan hacerse preguntas y perderse en las respuestas que los demás les ofrecen. Para mí lo importante es decir que está bien si necesitas preguntar, pero luego también pasa por tu filtro, que tienes tu criterio para saber qué quieres hacer con eso.
-Imagino que aquí los límites también juegan un papel importante. ¿Qué es lo más importante a la hora de fijar nuestros límites?
Este punto lo abordo precisamente en uno de los últimos capítulos, porque hay ocasiones en las que en las relaciones no sabemos qué está permitido, qué es correcto, qué hacer, qué se espera de nosotros.
Quiero decir, ¿quién tiene más razón? ¿La amiga que cuando tiene fiebre toma algo y se queda igual o la amiga que cuando tiene fiebre prefiere cuidarse y quedarse un día más para dar el 100%? En las relaciones se trata de quién lo hace mejor y creo que, en última instancia, los límites se refieren a que ambos tengamos el espacio para existir.
A veces sentimos que si no son como nosotros o no actúan como lo haríamos nosotros, entonces no nos valoran. Y cuando hemos dañado nuestra autoestima es más fácil que lleguemos a este tipo de conclusiones erróneas.
-Por último, si alguien nos lee y siente que tiene muy baja autoestima y se identifica con todo lo que decimos, pero no sabe por dónde empezar, ¿cuál sería su recomendación?
¡Lee el libro! [risas] Ahora, más en serio, creo que cuando detectamos esa baja autoestima debemos tomarla como una señal de alerta, de que quizás sea necesario detenernos a mirarnos y hacer lo que a veces tenemos miedo de hacer. Porque tendemos a ir en piloto automático y, nuevamente, no nos damos espacio para trabajar en una solución, para sentirnos diferentes.
A veces da miedo detenerse, comprobar y mirar dentro. A menudo digo que es a la vez un veneno y un antídoto. Da miedo y también es necesario.
Sobre todo, es importante revisar las heridas, pero profundizar en ellas duele, porque implica asumir la responsabilidad de cosas que hemos pasado por alto. Pero también es liberador, porque ahora, como adulto, puedo permitírmelo. O al menos puedo pedírselos a aquellas personas que creo que me los pueden ofrecer.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí