Los cinco privilegios que seguirá disfrutando Andrés Mountbatten tras ser ‘destronado’ como príncipe
A día de hoy, la figura del expríncipe Andrés (65 años) no puede estar más desacreditada. Tras ser despojado de sus títulos y cargos oficiales, se ha convertido en un auténtico proscrito.
Su vinculación con Jeffrey Epstein y las graves acusaciones que ha lanzado sobre él Virginia Giuffre, lo han situado en el disparadero. En sus memorias póstumas, la víctima del magnate pedófilo asegura que fue forzada a mantener relaciones sexuales con el hasta ahora duque de York, al que conoció siendo menor de edad, con apenas 17 años (él tenía 41).
Esto sumado a otras informaciones, como el viaje de cuatro días que hizo a Tailandia en 2001 y en el que contrató a 40 prostitutas con dinero público, o la fiesta sexual con el millonario estadounidense durante un fin de semana de caza en el año 2000, han provocado que su hermano, del rey Carlos III (76) haya cortado por lo sano.
El soberano ha tomado una decisión sin precedentes y le ha arrebatado su más alta distinción: su categoría como Príncipe. También lo ha ‘desterrado’ a Sandringham, la residencia privada de la Familia Real británica en Norfolk. Y aunque ante los ojos de la opinión pública internacional pudiera parecer que todo en su vida está echado a perder, aún le quedan beneficios por disfrutar.
El príncipe Andrés y Carlos III, en una imagen de archivo.
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1. Sigue en la línea sucesoria
El pasado jueves, 3 de noviembre, la decisión de Carlos III ha sido publicada por la Oficina de la Corona en The Gazette, el registro oficial del Reino Unido.
En dicha publicación consta que Andrés «ya no tendrá derecho a ostentar ni disfrutar del tratamiento, título o atributo de Alteza Real ni de la dignidad titular de Príncipe».
Así pues, el actual Andrés Mountbatten-Windsor, -que es como hay que llamarlo de ahora en adelante-, es un ciudadano casi de a pie: sin rango nobiliario.
No cabe duda de que este varapalo supone su expulsión total de la vida institucional. Aun así, todavía mantiene algunos privilegios privados como miembro de la Familia Real británica.
Cierto es que ya no puede utilizar «Su Alteza Real» ni sus títulos nobiliarios. Pero hay un matiz importante: Andrés sigue siendo «príncipe» por derecho de nacimiento.
¿Qué quiere decir esto? Que aunque el rey Carlos III le ha retirado el tratamiento de «Su Alteza Real», los títulos militares honoríficos y todo papel oficial en la Familia Real británica, legalmente Andrés sigue conservando el título de príncipe como dignidad personal y familiar.
Según Andrew Lownie, la reina Isabel II de Inglaterra fue cómplice de sus hijos en su corrupción financiera.
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Dicho de otra manera: ha perdido todos los honores y privilegios asociados a la representación oficial de la monarquía. Y ya no lo ejerce públicamente ni tiene funciones institucionales.
Pero es príncipe por nacimiento. Lo lleva en el ADN. Es algo inherente, e inalienable, a su condición.
Este matiz no debe hacer saltar las alarmas. Se trata, en todo caso, de un ‘beneficio’ privado como miembro de la realeza. Un derecho exclusivamente personal.
El detalle que llama poderosamente la atención es que Andrés Mountbatten-Windsor sigue estando en la línea de sucesión. Actualmente ocupa la octava posición.
Mantiene este derecho sucesorio por nacimiento, aunque sus posibilidades de llegar a reinar son únicamente teóricas. Y remotas.
Su exclusión de la línea de sucesión solo podría hacerse a través de una ley específica aprobada por el Parlamento británico. Para tomar una medida de este calibre se requeriría de medidas institucionales. Actualmente no se ha puesto en marcha procedimiento alguno al respecto.
Uno de los títulos que ha perdido el príncipe Andrés es el título honorífico de Vicealmirante de la Marina.
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2. Mantiene medallas y condecoraciones
El pasado fin de semana, el secretario de Defensa británico, John Healey, anunciaba que el Gobierno está trabajando en la retirada de un rango militar al expríncipe Andrés.
Se trata del título honorífico de Vicealmirante de la Marina, que le fue otorgado en 2015 y que ha conservado incluso después de renunciar a otros cargos militares en 2022.
Cabe recordar que el hijo de la reina Isabel II sirvió en la Marina Real británica durante más de 20 años. Incluso fue piloto de helicóptero durante la guerra de las Malvinas, en 1982.
Durante el conflicto entre Argentina y el Reino Unido sirvió a bordo del portaaviones HMS Invincible, participando en misiones de rescate, traslado de tropas, patrulla y operaciones de engaño electrónico para confundir a los radares argentinos.
El expríncipe Andrés mantendrá la medalla por su participación en la guerra de las Malvinas.
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En declaraciones a BBC One, el político ha explicado que los ministros están trabajando con el rey Carlos III para retirar las condecoraciones navales a Mountbatten Windsor.
Asimismo, aclaraba que no tiene por qué perder sus medallas y condecoraciones, ya que estas las ha ganado por méritos propios. No ha lugar, por tanto, a arrebatárselas. «Son medallas por servicio», puntualizaba.
Esto explica por qué a Andrés se le ha permitido conservar algunas de sus medallas, como la de la Guerra de las Malvinas, en reconocimiento a su servicio como veterano.
Mantiene algunas medallas y honores personales, relacionados con su servicio militar y distinciones individuales, aunque no puede usarlas en ceremonias públicas oficiales.
El príncipe Harry, con su tío Andrés, en la fiesta Trooping the Color, en Londres, en 2011.
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3. La protección de la Familia Real
Uno de los privilegios que el hasta ahora Príncipe sí podrá mantener es la protección financiera de la Familia Real británica.
Tras ser despojado de sus títulos, el tío del príncipe Guillermo (43) y el príncipe Harry (41) seguirá recibiendo protección y apoyo económico por parte del rey Carlos III.
Es importante recalcar que los fondos para ayudarlo a subsistir provienen del ámbito privado. O sea, de las arcas particulares del monarca, esas que atañen a la fortuna personal de los Windsor, gestionado por su hermano.
En ningún caso contará con seguridad financiada por el gobierno británico. Al igual que le sucedió a su sobrino Harry tras el ‘Megxit’, a partir de ahora deberá costearse su propia protección y seguridad privada, evaluada en varios millones de euros anuales.
Este punto, por cierto, ha sido un asunto que ha reclamado ante la justicia el príncipe Harry desde que decidió, junto a su mujer, Meghan Markle (44), dejar de ser «miembro activo» de la realeza.
El hijo menor del rey Carlos III aún reclama su derecho a contar con guardaespaldas financiados por los contribuyentes.
En el caso del príncipe Andrés, tras perder la protección pública financiada por el Estado en 2022 y después por decisión del rey Carlos III, el coste estimado de la seguridad privada necesaria para mantener el nivel de Royal Lodge asciende a unos 3,5 millones de euros al año.
Con la supresión de este servicio deberá afrontar personalmente, -y reducir tan elevados costos-, si quiere mantener su seguridad en el futuro.
El expríncipe Andrés tendrá que abandonar Royal Lodge y trasladarse a una de las residencias de Sandringham tras ser despojado de sus títulos.
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Pensión y asignación económica
El expríncipe Andrés conservará el derecho a la pensión militar por su servicio en la Marina Real.
Fue a partir de febrero de 2025, tras cumplir 65 años, cuando empezó a recibir su pensión de jubilación como exmiembro de la rama naval de las fuerzas armadas británicas, encargada de la defensa marítima y la protección de las rutas comerciales, entre otras misiones.
Esta pensión anual declarada asciende a unas 20.000 libras al año (unos 23.400 euros) y es su principal ingreso oficial.
Además, contará con una asignación anual “varias veces superior” procedente de fondos privados de su hermano el rey Carlos.
El expríncipe Andrés se irá a vivir a Sandringham, en Norfolk, al Este de Inglaterra.
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4. Indemnización por mudanza
Tras la decisión del rey Carlos III de apartarlo de la institución, Andrés recibirá una cuantía de 558.000 libras (633.279 euros) por parte de la Corona.
Dicho monto le sería ingresado en concepto de «compensación» tras la rescisión del contrato de arrendamiento de Royal Lodge, la casa de 30 habitaciones en la que llevaba viviendo las últimas dos décadas.
Y, dicho sea de paso, Andrés no ha pagado el alquiler de su mansión, ubicada en Windsor Great Park, Berkshire, durante 22 años.
Según las últimas informaciones que circulan en la prensa británica, el hermano de Carlos III recibirá un pago único que ascenderá a seis cifras con el objetivo de cubrir los gastos de la mudanza.
Al igual que sucederá con su asignación anual, el dinero para costear su traslado, relacionada con la cláusula de desalojo, será costeado a cargo del bolsillo del soberano.
Esta cantidad podría variar en caso de posibles deducciones para reparaciones o deudas del que ha sido su hogar hasta la fecha.
Andrés Mountbatten-Windsor tendrá que trasladarse a Sandringham tras ser despojado de todos sus títulos.
Montaje de EL ESPAÑOL.
5. Su residencia privada
Andrés ha perdido el Royal Lodge (que es una propiedad real), pero Carlos III le ha garantizado alojamiento privado en la finca de Sandringham.
Los gastos que deriven de su nueva residencia, que aún está por determinar (hay unas 150 viviendas en la finca de Sandringham), serán costeados con fondos familiares.
El objetivo es asegurarle un nivel de vida digno, y a la altura de su categoría familiar, aunque fuera del entorno oficial de la realeza.
El exduque podrá seguir residiendo en propiedades privadas gestionadas por los Windsor, como Sandringham, pero nunca en residencias oficiales ni con privilegios palaciegos.
Con todo lo que acontece en torno al expríncipe Andrés, bien cabe recordar una frase que pronunció la reina II de Inglaterra, en la Navidad de 2002, cuando se cumplían 50 años de su reinado, pero acababa de perder a su madre y a su hermana Margarita.
“Cada día es un nuevo inicio. Sé que la única manera de vivir mi vida es intentar hacer lo que es justo, mirar lejos, dar lo mejor de mí en todo lo que trae el día y confiar en Dios”, dijo entonces.
Sus palabras podrían resultar inspiradoras para su hijo, quien nunca en sus 65 años de vida se ha visto en una encrucijada semejante.
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