Se habla continuamente de la excelencia, pero en el fondo no se reconoce
Juan Tamargo Menéndez (Posada de Llanera, 1946) se licenció en Medicina con Premio Extraordinario, hizo el doctorado y se especializó en Farmacología Clínica. Ha sido catedrático de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid y director del Instituto de Farmacología y Toxicología (UCM-CSIC). Es académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina y académico numerario de la Real Academia Nacional de Farmacia y de la Real Academia de Ciencias Veterinarias. Fue presidente de la Sociedad Española de Farmacología y forma parte del Advisory Board of the European Societies of Pharmacology and Clinical Investigation. Este martes ingresa en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) como miembro de honor con el discurso titulado “Severo Ochoa de Albornoz, alumno, becario, profesor y maestro en el Departamento de Fisiología de la Universidad Central (1923-1936)”. El acto se desarrollará a partir de las 19.00 horas en el salón de actos del RIDEA (plaza de Porlier, de Oviedo).
[–>[–>[–>¿Qué significa para usted ingresar en el RIDEA?
[–> [–>[–>En la vida profesional y, también en la personal, hay instantes que superan todas las expectativas que uno podría haber imaginado y nos colman de gratitud. Mi ingreso en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) pertenece, sin duda, a esta categoría. No solo me distingue de forma especial sino que como asturiano, es un orgullo pertenecer a una Institución que realiza tan importantes esfuerzos para conservar, elevar, aumentar y difundir el acervo científico, cultural y artístico asturiano.
[–>[–>[–>
¿En qué medida estrecha su relación con Asturias?
[–>[–>[–>Todos los que me conocen saben que mis vínculos con Asturias son muy fuertes, pero estoy seguro de que mi ingreso en el RIDEA aumentará mis lazos de unión con Asturias puesto que adquiero un compromiso con la Institución y espero poder responder al honor que se me otorga dentro de mis posibilidades y conocimientos.
[–>[–>[–>
Usted se marchó muy joven de Asturias, pero no le ha faltado el reconocimiento de la gente de su tierra….
[–>[–>
[–>Efectivamente, he tenido el reconocimiento de mis paisanos de Llanera que me han nombrado Llanerense del año y pregonero de la fiesta de los Exconxuraos.
[–>[–>[–>
¿Qué vínculos de colaboración ha mantenido con Asturias a lo largo de su trayectoria médica e investigadora?
[–>[–>[–>Desde hace muchos años participo en los cursos de doctorado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo y en todas las reuniones a las que me invitan diversas instituciones médicas del Principado.
[–>[–>[–>
Haciendo balance de su andadura, ¿cuáles han sido los principales hitos en su forja como médico y científico?
[–>[–>[–>
En primer lugar, destacaría el papel de mi profesor de Farmacología, Perfecto García de Jalón, que acababa de llegar procedente de Estados Unidos a la Facultad de Medicina de Valladolid. Él puso en marcha un excelente laboratorio en el que di mis primeros pasos en un laboratorio de investigación. Tras su nombramiento como catedrático de la Universidad Complutense, me invitó a completar mi formación en la Facultad de Medicina de Madrid. A él le debo que dedicara mi vida a la investigación, pues me ayudó a disfrutar con el trabajo diario en el laboratorio (para mi ir al laboratorio no ha sido ni es un trabajo, sino un hobby) y a enfrentarme a los retos que se plantean diariamente (diseñar el experimento adecuado, asumir el fracaso) y me inculcó el valor de la rigurosidad científica. Disfruté luego de la gran oportunidad de formarme en Estados Unidos con el padre de la electrofisiología cardiaca, el profesor Gordon G. Moe, y en México, en el Instituto Politécnico Nacional, bajo la dirección del profesor Carlos Méndez. A mi regreso a Madrid tras la prolongada estancia postdoctoral, alcancé con 28 años la plaza de profesor agregado de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
[–>[–>[–>
¿Con qué maestros se siente más en deuda?
[–>[–>[–>
Me siento en deuda con muchos maestros. Por supuesto ya he mencionado al profesor García de Jalón. Pero no me quiero olvidar de mi maestro en la escuela de Posada de Llanera, don Ovidio Muñiz Sánchez. En esta escuela, en los años 50, leíamos y realizábamos los problemas de matemáticas en grupos independientes, se nos enseñaba historia con películas o escuchando un programa de Radio Madrid y disponíamos de biblioteca y de una mutualidad, y los mayores podían hacer marquetería o dibujo con acuarela. Sin duda, era una pedagogía adelantada a su tiempo. Más tarde, ingresé en el colegio de los Dominicos, de Oviedo, donde cursé el Bachiller; de él guardo muy buenos recuerdos y unos excelentes amigos. Posteriormente, tuve la suerte de tener tres mentores: los ya mencionados Gordon Moe y Carlos Méndez y el profesor Wolfgang Trautwein, el máximo exponente de la electrofisiología cardiaca alemana. Todos tenían unas mentes privilegiadas y me enseñaron cómo diseñar los experimentos que mejor podrían responder a la pregunta formulada, a abordar problemas complejos, a superar los reveses de la investigación y a publicar los resultados en las mejores revistas científicas en nuestra área de conocimiento. Nunca podré agradecerles lo importantes que han sido en mi devenir como persona y como investigador.
[–>[–>[–>
¿Y otras personas relevantes en su biografía?
[–>[–>[–>
Todos aquéllos que me han ayudado son parte de mi vida. Un especial recuerdo a mis padres, que me inculcaron los valores inmutables (valor del trabajo bien hecho, la honestidad, la ética y unas sólidas creencias), mis hermanos y mi familia. A mi esposa Eva, con quien comparto un proyecto de vida feliz, y a mis hijos, María y Luis, a quienes nombro con ternura y con un orgullo que no puedo expresar con mis pobres palabras.
[–>[–>[–>
En su trayectoria ha recibido múltiples distinciones. Por ejemplo, es miembro de tres Reales Academias de España. ¿De qué reconocimiento se siente más orgulloso?
[–>[–>[–>
Me siento muy orgulloso de pertenecer a tres academias, ya que yo soy un farmacólogo que estudia los fármacos y cada una de estas academias analiza, desde puntos distintos, pero complementarios, la eficacia y seguridad de los medicamentos en el ser humano y en los animales. El pertenecer a estas tres Instituciones permite complementar cada día mi formación.
[–>[–>[–>
De sus logros en investigación, ¿podría destacar dos o tres que considere más descollantes o con mayor impacto vistos ya con la perspectiva temporal?
[–>[–>[–>
Nuestro grupo de investigación se ha centrado en el análisis del mecanismo de acción de fármacos que se utilizan en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Podría destacar nuestros estudios con los fármacos que controlan el ritmo del corazón (antiarrítmicos) o incrementan su fuerza contráctil (inotrópicos), sin olvidar los que regulan la presión arterial o la circulación coronaria. El segundo aspecto diferencial es que yo siempre he trabajado codo con codo con médicos clínicos, pues no concibo investigar sobre fármacos sin estar en contacto con quien los prescribe. Uno puede tener una idea brillante, identificar una diana para prevenir o tratar una enfermedad y publicar esta información en una revista muy importante. Pero, como médico, debo preguntarme no solo cuál es su eficacia, sino también cuál es su seguridad, es decir, si presenta reacciones adversas o interacciones con otros fármacos que podrían limitar su utilidad. Un buen ejemplo de este trabajo conjunto con los médicos clínicos ha sido el reciente Proyecto ITACA, en el que los profesores Eva Delpón y Ricardo Caballero han conseguido aunar los esfuerzos de los servicios de arritmias de siete grandes hospitales de Madrid para estudiar los mecanismos implicados en la muerte súbita cardiaca en pacientes que presentaban alteraciones genéticas en unas proteínas que permiten el paso de sodio, calcio o potasio a través de las membranas de las células cardiacas. Por último, cuando a una persona le hacen jefe a una edad muy joven, cual es mi caso, tiene el reto de demostrarse a sí mismo y a los que le han aupado que no se habían equivocado en su elección. Por ello, mi mayor orgullo es haber podido formar un potente grupo de investigación del que han salido numerosos profesionales que hoy dirigen con notable éxito grupos de investigación muy competitivos en facultades de Medicina y de Farmacia españolas y extranjeras. Ellos son los que me han permitido llegar a donde he llegado, y mi mayor orgullo es ver que aquellos jóvenes que se formaron a mi alrededor han triunfado.
[–>[–>[–>
¿Cómo ve la situación actual de la investigación biomédica en España?
[–>[–>[–>
En España hay grupos de excelencia que nos deslumbran y no permiten ver el bosque. Y el bosque es el gran número de profesores en las universidades y centros públicos de investigación que no investigan, la falta de apoyo de unas instituciones que en muchos casos son poco competitivas (en un mundo global esto conduce a la ineficacia), la sobrecarga docente y/o asistencial y una burocracia asfixiante y creciente que no ayuda, pero sí entorpece, ya que limita el tiempo de los investigadores pueden dedicar a lo que deben de hacer (investigar) y los convierte en gestores dedicados a tareas administrativas. Por otra parte, la carrera investigadora implica más de diez años de encadenar situaciones profesionales inestables y a veces precarias. Esta inseguridad, desincentiva a muchos jóvenes y los desanima de perseverar en el esfuerzo de proseguir en ella. Por último, se haba continuamente de la excelencia, pero en el fondo existe una falta de reconocimiento de la excelencia por parte de muchas instituciones.
[–>[–>[–>
¿Por qué eligió la figura de Severo Ochoa para su discurso de ingreso?
[–>[–>[–>
A la hora de elegir mi discurso, pensé glosar la figura de un investigador y asturiano universal, Severo Ochoa de Albornoz, Premio Nobel de Medicina en 1959. Soy consciente de que se ha escrito mucho sobre Severo Ochoa, pero casi siempre se menciona que es el gran biólogo molecular español y se ensalza su extraordinaria labor investigadora en Estados Unidos. Ello no es ninguna sorpresa, ya que muchos de sus biógrafos son bioquímicos y biólogos moleculares que fueron sus alumnos en la Universidad de Nueva York, aunque olvidan mencionar que, en 1944, Severo pasó a ocupar una cátedra de Farmacología. Sin embargo, se habla muy poco del paso de Severo Ochoa por la Universidad Central de Madrid entre 1923 y 1936. Allí fue, primero, alumno interno de Fisiología, luego profesor de Fisiología General (Bioquímica) y Especial (Fisiología) y, finalmente, maestro de jóvenes investigadores. Fue en la Universidad Central (hoy Universidad Complutense de Madrid) donde Ochoa contó con la ayuda inestimable de un maestro y mentor (Juan Negrín López), quien le enseñó a investigar y planificó su formación en centros de excelencia en Alemania e Inglaterra. Por tanto, tras haber trabajado durante más de 50 años como profesor de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, he querido rendir un homenaje y recordar los primeros pasos y andanzas del alumno más brillante de dicha Facultad, el profesor Severo Ochoa.
[–>[–>[–>
¿Qué interés ofrece el periodo vital de Ochoa en el que centrará su conferencia?
[–>[–>[–>
Ochoa vivió unos años del siglo pasado en los que se produjeron grandes cambios en la sociedad y que, a la postre, condujeron al enfrentamiento entre los españoles. La revolución científica se produjo en 1907 de la mano de Santiago Ramón y Cajal, que cristalizó con la fundación de la Junta de Ampliación de Estudios y de Investigaciones Científicas, organismo destinado a promover la investigación y la educación científica mediante la creación y dotación de nuevos laboratorios, e impulsar la política de pensiones (becas) para que las nuevas generaciones de universitarios entraran en contacto directo con los centros de investigación extranjeros más avanzados de la época. Era el momento del cambio para la Universidad española y Ochoa supo, bajo la dirección de Juan Negrín, catedrático de Fisiología General y Especial de la Universidad Central, aprovechar la oportunidad que se le brindaba para completar su formación en centros de excelencia. Fue también el momento en el que muchos de su alrededor entran de lleno en una actividad política cada vez más convulsa, de la que Ochoa se mantuvo apartado porque, como afirmaba, “yo sólo quería que me dejaran investigar”.
[–>[–>[–>
¿Puede citar algún dato o sucedido particularmente llamativo?
[–>[–>[–>
Quizás el hecho más relevante fue su fracaso en 1936 en unas oscuras oposiciones a cátedra en las que Juan Negrín y su mejor amigo, José María García Valdecasas, no le votaron, lo que le llevó a abandonar la escuela de Negrín. Poco después, la Guerra Civil truncó definitivamente su carrera investigadora en España.
[–>[–>[–>
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí