Las historias de sesión continua en el Roxy de Oviedo
La Argañosa tuvo el primer cine de barrio de todo Oviedo. El hito fue tal que el cine, promovido por «El Manilu», un emprendedor muy popular de la zona de mediados del siglo XX, fue bautizado con el mismo nombre de la calle, que vertebraba aquel barrio incipiente de los tiempos de posguerra. Aquella sala se especializó con los años en pases de sesión continua, hasta que echó el cierre en 1981 cuando las butacas del patio y del «gallinero» ya habían perdido el lustre y el glamour décadas atrás.
[–>[–>[–>El cine Argañosa levantó el telón por primera vez en el año 1948, pero fue reformado apenas a los siete años cuando «el Manilu», de los primeros que tuvo coche biscúter, llegó a a un acuerdo para que la cadena Fernández Arango asumiera la gestión y explotación de la sala, rebautizada desde entonces como el Roxy, un nombre muy del gusto de la época que llevaron también otros cines en distintas ciudades de España. El Roxy fue inaugurado el 11 de noviembre de 1955 con el pase de «El mayor espectáculo del mundo», película de Cecil B. De Mille sobre el mundo del circo protagonizada por James Stewart y Charlton Heston en 1952. El economista Fernando Casero, nieto de «El Manilu» , recuerda como su familia disponía de butacas en el Roxy para ver alguna de las películas aque allí se exhibían: «Con siete u ocho años ví allí ´El libro de la selva’», afirma. Son cosas que no se olvidan. Nada raro porque, además, la familia del Manilu vivía en el piso que estaba en la primera planta del mismo edificio del Roxy. Era, más o menos, cuando en la calle León y Escosura había un convento que vendía a la chiquillería de la Argañosa los recortes de las hostias que no se destinaban al culto en las iglesias ovetenses. El Roxy apostó por la fórmula de la sesión continúa. Allí igual podían verse una película Cantinflas seguida de otra de Clint Eastwood como «Harry el ejecutor», una de las últimas que se pasó en la sala, que cerró en 1981.
[–> [–>[–>El Roxy pasó prácticamente el testigo a los Cines Clarín, de la cadena del mismo nombre, que se convirtió en 1978 en la primera multisala de Oviedo, en la calle Valentín Masip, en un local donde ahora hay un supermercado tras echar el telón cinematográfico en 2004. Y los bajos del viejo cine de la posguerra se convirtieron en un gimnasio que ofrecía a su clientela, de una amplia horquilla de edades, desde clases de karate hasta pistas para jugar al squash, un deporte que causó furor en los ochenta para aliviar el stress.
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La Argañosa tampoco permaneció ajena a las reivindicaciones que afloraron con la llegada de la democracia a los ayuntamientos. Las asociaciones de vecinos metían presión para mejorar las condiciones de unos barrios donde los baches, las aceras, que a veces brillaban por su ausencia, y las calles a medio asfaltar formaban parte de la rutina diaria de los peatones y conductores. Y empezaron a hacerse las primeras zonas de juegos infantiles en Pedro Miñor.
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