Láser, burbujas de helio y el ‘profe’ de Verstappen para el Red Bull de Remco y Roglic
Dan BighamDe 33 años, no es una estrella de portada, pero en el pelotón su nombre pesa como garantía de precisión. Ingeniero, ciclista y especialista en aerodinámica, ahora trabaja para Red Bull-Bora-Hansgrohe tras ser pieza clave en el récord de horas del Ineos. Su última hazaña tuvo lugar en el Túnel de CatesbyUn corredor de 2,7 kilómetros en el norte de Londres se transformó en un laboratorio sobre ruedas.
Allí, llevó el ciclismo a un territorio previamente reservado a la Fórmula 1: hacer visible el flujo de aire. La técnica se llama PIV (Velocimetría de Imagen de Partículas) y permite observar en vivo el comportamiento de la corriente que rodea a un corredor. Para lograrlo, Bigham caminó por la galería a través de una pared de láseres, con el cuerpo cubierto de un pigmento negro mate para evitar el deslumbramiento. Ocho cámaras capturaron miles de fotogramas por segundo mientras pequeñas burbujas de helio trazaban un mapa de la turbulencia alrededor de su silueta. «Mover una pierna unos milímetros puede alterar toda la medida», explicó en el podcast Escape Collective.
El progreso es enorme: ya no se trata sólo de cuantificar la resistencia, sino de localizar exactamente su origen. «Antes había que tener intuición para muchas cosas. Ahora las vemos», resume el británico. Ésta es precisamente la clave de la experiencia. No se trata de buscar una postura milagrosa o un casco mágico, sino de validar los modelos informáticos (CFD) con los que trabajan los ingenieros. «Si no puedes verificar que tus simulaciones son realistas, son sólo números en una pantalla», explica.
La correlación entre CFD y pruebas reales es el gran desafío incluso para Red Bull Racing, pionero en este tipo de técnicas. Pero Bigham prefiere mirar el vaso medio lleno: «Llegamos tarde, sí, pero somos mejores que la Fórmula 1 en sus inicios». La sesión, valorada en unas 30.000 libras esterlinas y que genera terabytes de información, puede ser el punto de partida para un cambio profundo.
Si los modelos virtuales pudieran reproducir fielmente el comportamiento del aire, los equipos podrían probar posiciones, materiales y configuraciones sin entrar en un túnel de viento. El ciclista, en este futuro próximo, se pondría a prueba en un entorno digital. «No es una herramienta para encontrar pequeñas mejoras cada semana», advierte Bigham. «Es una forma de saber que lo que estás ganando es real». Y allí, en la frontera entre la ciencia y los pedales, el británico aparece como el hombre que vuelve a revolucionar los cimientos de la aerodinámica del ciclismo.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí