Si algún día construimos una sociedad más justa, ‘el camino de la Reina’ dejará de ser necesario para las mujeres. Y eso me haría muy feliz



Stacey Simmons es licenciada en Humanidades y doctora en Filosofía por la Universidad de Nueva Orleans y posteriormente realizó un posgrado en el Pacifica Graduate Institute de Santa Bárbara (California). Tras pasar unos cuantos años sufriendo pesadillas, Stacey abandonó su carrera en el sector del entretenimiento para estudiar psicoterapia.
Actualmente, además de terapeuta familiar y de pareja, es especialista en terapias psicodélicas e investigadora voluntaria en la clínica de psiquiatría integrativa del Instituto de Neurociencia y Comportamiento Humano de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) e investigadora asociada del TranceScience Research Institute de París.
Su último libro es El camino de la Reina (editorial Sirio), donde explora los rumbos que se marcan a las mujeres en perjuicio de sí mismas desde muy temprana edad. Pero ha descubierto que existe un «camino de la Reina» que las mujeres pueden recorrer para superar obstáculos y convertirse en reinas de su vida por derecho propio. En esta entrevista con Cuerpomente explica cómo emprender ese camino y a dónde conduce.
–¿Podríamos decir que tu libro es la versión feminista de El viaje del héroe de Joseph Campbell?
Me encantaría reclamar ese título, pero creo que sería demasiado limitante. Lo que aprendí durante mi investigación es que la diferencia entre mi trabajo y el de Campbell es que las mujeres están en un viaje hacia la soberanía: hacia conocerse a sí mismas y vivir desde su valor intrínseco y su autogobierno.
Cuanto más viajo con el libro y converso con lectoras y lectores (sorprendentemente, muchos hombres), más claro veo que la soberanía es necesaria para todos. No son solo las mujeres quienes están privadas de ella en nuestra cultura actual. Toda persona que se cuestione si debe o no “someterse” a la autoridad está ya en el camino hacia su soberanía.
El libro partía de la idea de que las mujeres, estructuralmente, tienden a tener más dificultades. Pero, volviendo a tu pregunta sobre Campbell y «el viaje del héroe», «el camino de la Reina» es un análogo. No deriva de él, ni es lo mismo, ni pretende ser una respuesta.
El «camino de la Reina» puede encontrarse en la literatura desde el primer poema narrativo escrito en la antigua Sumeria hace 6.000 años. Está presente en mitos antiguos de distintas culturas, en la Torá y en el Nuevo Testamento. Siempre ha estado ahí, solo hacía falta descubrirlo en lo que ya conocíamos. Me siento muy honrada de haberlo encontrado.
–¿Cómo describirías «el camino de la Reina»?
El «viaje del héroe» narra cómo los hombres (y muy pocas veces las mujeres) emergen del grupo y asumen la responsabilidad de traer algo nuevo al mundo. El héroe debe abandonar su entorno familiar, encontrar un maestro, enfrentarse a su oscuridad interior, superar una prueba y regresar con el “elixir de la vida” para su pueblo.
Una mujer puede recorrer «el camino de la reina» junto al héroe: mientras él busca el don para compartirlo con su gente, ella construye un reino de soberanía para sí misma y para quienes ama. La versión original de Star Wars (1977) es un ejemplo perfecto: Luke está en «el viaje del héroe» y Leia, en «el camino de la reina».
Una mujer siempre debe ser mejor que todos los hombres para ser vista, y aun así, a menudo es vilipendiada.
–¿En qué se diferencia el camino de una mujer del de un hombre?
Si observamos la experiencia de vida de las mujeres, vemos que muchas veces no se las considera jugadoras del juego, sino el premio para quien lo gana. Las mujeres no son participantes, sino objetos dentro del «viaje del héroe». El propio Campbell dijo: “La mujer es el centro al que todos intentan llegar”. Eso implica que son pasivas, no que luchen o se esfuercen.
El mito que mejor ilustra esto es el de Atalanta, cuyo nombre en griego significa “igual”. Era una cazadora y guerrera excepcional. Mató a dos centauros que intentaron violarla y triunfó en la cacería del jabalí de Calidonia. Sin embargo, los demás cazadores prefirieron matarse entre sí antes que concederle el honor del héroe.
Una mujer siempre debe ser mejor que todos los hombres para ser vista, y aun así, a menudo es vilipendiada. No puede recorrer el «viaje del héroe» igual que un hombre: primero debe ser Reina. Debe tener soberanía, estar por encima del reconocimiento. Hay trece pasos en «el camino de la Reina» y, aunque guarda algunas similitudes con «el viaje del héroe», no es lo mismo.
El objetivo del héroe es irse de casa y regresar con un don; el de la mujer es reconocer su propia división y reconectarse con las partes de sí misma que tuvo que amputar para ser “aceptable”. Solo entonces puede encarnarse plenamente en su cuerpo y, a través de él, alcanzar la soberanía: la posesión total de su ser. Nadie la posee. Ella se pertenece solo a sí misma.
–En nuestra cultura, ¿se han pasado por alto las historias de liberación femenina?
Es una pregunta muy importante. No creo que se hayan pasado por alto, sino que no teníamos un marco para comprenderlas. Una vez que Campbell definió «el viaje del héroe», esas historias cobraron sentido dentro de ese marco.
Ahora, con la descripción clara de «el camino de la reina», podemos reinterpretar muchísimas narraciones: desde Lilith y Eva hasta Wonder Woman o Barbie. El patrón se revela, y eso nos ayuda a contar mejores historias y a entendernos mejor.
–¿Qué significa tu frase “una mujer debe ser reina antes de intentar ser heroína”?
El propósito del héroe no es la búsqueda en sí, sino regresar con el don para su comunidad. Sin embargo, en Occidente nos obsesiona la aventura, no su razón de ser, y las mujeres quedan excluidas de ella.
No es que no sean capaces de realizar las hazañas del héroe: pueden matar dragones, comandar naves o luchar batallas. El problema no está en ellas, sino fuera. A menudo no se les permite ofrecer el don o el “elixir de la vida”.
Pensemos en las científicas cuyas investigaciones fueron atribuidas a hombres, o en la experiencia cotidiana de mujeres expertas cuestionadas por colegas sin preparación. Una vez que la mujer construye su propio reino, su dominio y su tribu, puede compartir su elixir con ellos. Pero hasta que no haya conquistado su soberanía, no puede ser heroína, porque no se le reconoce su valor del mismo modo que a un hombre.
Si algún día construimos una sociedad más justa y no patriarcal, «el camino de la Reina» dejará de ser necesario. Y eso me haría muy feliz.
–¿Puede existir un camino único para los seres humanos, más allá del género?
Estoy segura de que llegaremos a eso. Muchos hombres me han dicho que El camino de la Reina describe también su proceso: cómo fueron reducidos por la cultura o por figuras de autoridad a versiones más pequeñas de sí mismos. Eso demuestra que la soberanía es para todos.
Como escribió bell hooks (Gloria Jean Watkins), el patriarcado destruye tanto a los hombres como a las mujeres: les enseña que solo valen por la violencia o el dinero. Si algún día construimos una sociedad más justa y no patriarcal, «el camino de la Reina» dejará de ser necesario. Y eso me haría muy feliz.
–¿Qué obstáculos enfrentan las mujeres hoy?
–Muchos y muy graves. El lugar más peligroso para una mujer sigue siendo su propio hogar, por la violencia de pareja. El 91% de los feminicidios los comete alguien conocido por la víctima.
Además, los estudios muestran que cuando las mujeres hablan un 30 % del tiempo, los hombres perciben que lo hacen tres veces más.
Las leyes apenas protegen a las mujeres hasta que hay evidencia de daño físico, por lo que deben vivir con miedo. Y aún hoy, las mujeres asumen la mayor parte del trabajo doméstico, además de sus empleos. Tienen igual responsabilidad, pero no igual autoridad. Si eligen una vida tradicional, dedicadas al hogar, carecen de protección legal o económica. Aunque ya no estamos tan oprimidas como nuestras abuelas, las estructuras y expectativas siguen limitando nuestra libertad.
–¿Sirve la ficción como referencia para las aventuras femeninas? ¿Cuáles son tus favoritas?
¡Muchísimas historias me inspiran! Soy gran admiradora de Leigh Bardugo, sobre todo de La casa del nueve y El familiar, ambientada en la España medieval.
También adoro las adaptaciones cinematográficas: La señora Harris va a París, Miss Austen y, especialmente, dos películas que representan casi a la perfección «el camino de la Reina»: El color púrpura (1985, Steven Spielberg) y Barbie (Greta Gerwig). Ambas son obras maestras.
El “y vivieron felices para siempre” es una mentira, tanto en la ficción como en la vida real.
–¿Por qué estás en contra del “final feliz”?
El “y vivieron felices para siempre” es una mentira, tanto en la ficción como en la vida real. En esas historias, la felicidad ocurre antes de que comience la vida auténtica de la mujer. Casarse, conseguir el castillo, el príncipe… no es su realización, sino el fin de su identidad individual.
¿Por qué los cuentos no van más allá? Porque a las mujeres no se las espera más allá de ese punto. Ser esposa y madre implica, simbólicamente, una muerte: dejan de ser personas completas para convertirse en funciones.
–Utilizas dos conceptos, “encarnación” y “territorio”. ¿Qué significan actualmente para las mujeres?
Desde niñas nos enseñan que nuestros cuerpos no nos pertenecen: existen para otros. Deben ser bellos, dóciles, pequeños, complacientes. Así, se nos priva de nuestro cuerpo, que pasa a ser una cáscara vacía.
Pero el cuerpo es la evidencia de nuestra totalidad y de nuestra naturaleza sagrada.
Para los hombres, negar el cuerpo puede ser un acto espiritual; para las mujeres, esa negación perpetúa la opresión. Por eso, la verdadera trascendencia femenina consiste en encarnarse: habitar plenamente el cuerpo y reconocerlo como territorio propio, perfecto tal como es. La soberanía empieza en el cuerpo: es el primer territorio que una mujer debe reclamar.
–Eres terapeuta psicodélica. ¿Cómo usas esta terapia para ayudar a las mujeres?
Las mujeres y las personas marginadas cargan mucho trauma y defensas profundas. A menudo creen que sanar debería ser fácil o que su dolor es culpa suya.
Los psicodélicos, bien utilizados, permiten acceder al material inconsciente y facilitar su sanación.
Muchas mujeres llegan con la idea de ser la “niña buena”, esperando que portarse bien les traiga amor o éxito. Pero ser “buena” suele significar buscar aceptación a costa de la autenticidad. Los psicodélicos pueden ayudar a romper la ilusión de la “niña buena”, pero debe hacerse con guía profesional, porque destruir un ideal tiene consecuencias psicológicas. Solo con acompañamiento adecuado puede resultar sanador.
El «camino de la Reina» no es solo para feministas, es para toda persona que desee participar plenamente en su vida.
–¿Qué te ha enseñado El camino de la reina en tu vida personal y profesional?
Ha sido un proceso durísimo. Volví a la universidad sin entender qué me estaba pasando a nivel arquetípico. Intentaba ser una heroína en todos los ámbitos: me imponía metas altísimas y las lograba, pero nadie me reconocía.
Solo al terminar mi tesis comprendí que había estado recorriendo «el camino de la Reina sin saberlo». Más tarde, con los datos de mitos, películas y experiencias de mis pacientes, pude trazar el mapa. Como terapeuta, ahora reconozco enseguida en qué punto del camino está una mujer, aunque solo abordamos la soberanía cuando llega su momento.
Hoy vivo desde la soberanía, que para mí significa apoyar a otras mujeres. En casi todas las culturas se nos enseña a competir entre nosotras, pero somos reflejos del mismo desafío. La madre y la ejecutiva viven dos versiones de la misma división interna. Por eso hago todo lo posible por apoyar a mis hermanas. El «camino de la Reina» no es solo para feministas, es para toda persona que desee participar plenamente en su vida.
–¿Quieres decir algo a nuestras lectoras hispanohablantes?
El español fue uno de mis primeros amores. Mi primer gran amor era argentino, y gracias a él descubrí la calidez, la comida, la música y la profundidad cultural de su país. Amo a Mercedes Sosa, los alfajores y las empanadas, y aún conservo el acento argentino cuando hablo español, ¡y quizás no quiera perderlo! Estoy profundamente agradecida a Editorial Sirio por acercar este libro al público hispanohablante.
Me honra haber descubierto «el camino de la Reina», un viaje arquetípico que ha estado siempre ahí, esperando ser reconocido. Deseo que ayude a las mujeres de todo el mundo a comprender el valor de su voz. Necesitamos la soberanía de cada mujer, hable el idioma que hable. El mundo hispano está lleno de escritoras y narradoras maravillosas; su voz es esencial para la comprensión humana. Espero seguir esta conversación durante muchos años, y prometo seguir practicando mi español para poder tenerlas en persona.
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