¿Comprar o alquilar? El consejo del abogado Andrés Millán que nadie cuenta y que puede cambiar tu futuro financiero
Durante décadas, la dicotomía entre comprar o alquilar una vivienda ha sido una de las deliberaciones económicas más frecuentes en los hogares españoles. En el actual panorama, caracterizado por alquileres que escalan a cifras récord y precios de compraventa que alcanzan máximos históricos, la relevancia de esta discusión ha crecido exponencialmente. Mientras una corriente de economistas e influencers financieros aboga por el alquiler como la opción más rentable, siempre y cuando el dinero destinado a una entrada se invierta de forma estratégica en otros activos, el abogado y divulgador Andrés Millán presenta una perspectiva que desafía esta teoría con una advertencia contundente. Millán sostiene que vivir de alquiler en lugar de adquirir una propiedad es una estrategia reservada exclusivamente para personas con una elevada inteligencia financiera y un patrimonio considerable. Su análisis invita a una reflexión profunda sobre la capacidad real de la mayoría para ejecutar planes de inversión a largo plazo sin sucumbir a las presiones del día a día.
[–>[–>[–>La premisa incómoda: disciplina inversora y patrimonio
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La reflexión de Andrés Millán, compartida a través de un vídeo que ha resonado fuertemente en redes sociales, parte de una premisa sencilla, pero a menudo incómoda: la mayoría de las personas carecen de la capacidad, tanto económica como emocional, para mantener inversiones a largo plazo sin ceder a la tentación de disponer del dinero. Millán resume su argumento con una ironía reveladora: «Genial, todo suena precioso. ¿De verdad lo vas a hacer? ¿Tienes el temple para invertir todo tu dinero en un fondo indexado y tocarlo durante 25 años?». Esta interpelación busca confrontar la teoría con la realidad de la psicología humana y la disciplina financiera.
[–> [–>[–>Los defensores del alquiler a menudo argumentan que, en lugar de destinar una cuantiosa entrada a la compra de una vivienda, es más conveniente invertir ese capital en otros activos que prometen mayores rendimientos. Presentan cálculos que, sobre el papel, parecen irrefutables: con la inversión de un millón de euros en tres viviendas para alquilar, se podrían obtener, hipotéticamente, 4.500 euros mensuales en rentas. Esta cifra contrasta con los 3.000 euros que podría generar el alquiler de una única vivienda de lujo valorada en un millón. Millán, sin embargo, si bien reconoce la validez del planteamiento en términos puramente teóricos, insiste en que su aplicación práctica solo resulta viable para aquellos individuos que manejan con soltura conceptos complejos de inversión, gestión del riesgo y rentabilidad a largo plazo. La brecha entre la teoría económica y la práctica individual es significativa.
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La realidad de la mayoría: conocimiento y psicología
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Andrés Millán es categórico al afirmar que este argumento a favor del alquiler y la inversión alternativa es útil únicamente para quienes poseen una gran inteligencia financiera o un patrimonio substancial. Subraya que este modelo es poco aplicable para «el común de los mortales». En su opinión, la vasta mayoría de la población se ve impedida de aplicar esta lógica en su día a día debido a una combinación de factores: la falta de conocimientos sólidos en inversión y el papel preponderante de la psicología humana. La estabilidad y la seguridad que confiere la propiedad de una vivienda siguen teniendo un peso emocional considerablemente superior a cualquier cálculo financiero puramente racional. La sensación de arraigo y la seguridad de un techo propio continúan siendo valores irrenunciables para muchos, superando la fría lógica de la rentabilidad a corto o medio plazo.
[–>[–>[–>Millán también incide en un factor cultural profundamente arraigado en España: el ladrillo sigue siendo el símbolo por excelencia del ahorro y la seguridad económica familiar. La inversión en fondos bursátiles o activos volátiles aún genera una profunda desconfianza en buena parte de la sociedad, que prefiere la solidez tangible de la propiedad inmobiliaria como principal componente de su patrimonio. A pesar de que la realidad económica ha experimentado una transformación radical, con salarios que crecen a un ritmo muy inferior al precio de la vivienda, y a pesar de que la compra de una casa se ha convertido en un objetivo cada vez más inalcanzable para la población joven, la cultura del ladrillo mantiene su hegemonía.
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La vejez y el techo propio: una advertencia crucial
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El abogado defiende con firmeza que, a pesar de las complejidades del mercado actual, la compra de una vivienda sigue siendo la opción más sensata y prudente para la mayoría de las personas a largo plazo. Su argumento final es contundente y se centra en la previsión futura: «Cuando te jubiles y tus ingresos disminuyan, será el lugar en el que vivas mientras los alquileres no paran de subir». Esta conclusión, más que una mera recomendación financiera, se presenta como una advertencia crucial. Millán destaca que no todo el mundo puede permitirse asumir el coste de oportunidad de carecer de un techo propio en la etapa de la jubilación, cuando los ingresos se reducen drásticamente y la capacidad de afrontar alquileres crecientes se ve seriamente comprometida. La seguridad habitacional en la tercera edad se convierte, bajo esta perspectiva, en un pilar fundamental para la tranquilidad y el bienestar. La estrategia de Millán, por tanto, invita a una visión holística de las finanzas personales, donde la inversión en un hogar propio trasciende la mera rentabilidad económica para convertirse en una inversión en calidad de vida y estabilidad futura.
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