Una propuesta fiscal de verdad que atraiga talento y riqueza
Asturias necesita una estrategia de crecimiento que potencie sus industrias, los servicios avanzados y el conocimiento, y que haga volar sus indicadores. La política tributaria resulta esencial para marcar el camino. Apostar por una vía fiscal asturiana de verdad implica atraer capital y proyectos liberando recursos para crecer, invertir e innovar, y aliviar a las clases medias y bajas.
[–>[–>[–>La primera demagogia insufrible a la hora de hablar de impuestos es atemorizar a los asturianos relacionando directamente su recorte con un deterioro de la educación y la sanidad. Aumentar la tributación no garantiza ampliar servicios, ni gestionarlos mejor. Responsabilidad fiscal no significa mover los tributos en una sola dirección, al alza, sino obtener el mayor rendimiento posible de ellos. Según la coyuntura y circunstancias de una región, tan adecuado puede resultar reducir las aportaciones como incrementarlas.
[–> [–>[–>Siempre que el Gobierno asturiano aprieta en renta, patrimonio o herencias asegura que los afectados son escasos y de clase alta, un tramo que al final, en el cómputo general, aporta poco. Para tan bajo rendimiento, carece de sentido hacerlo, o solo lo tiene como trampantojo. Para afianzar el relato de que quienes nadan en la abundancia soportan la carga, cuando, en realidad, recae sobre profesionales y trabajadores.
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Otro mantra campa a sus anchas: reducir gravámenes merma ingresos. No necesariamente. Las donaciones se han disparado desde que la Consejería de Hacienda les proporciona un tratamiento favorable recortando tipos. Y, en fin, a la hora de afrontar estas cuestiones, nadie habla de controlar dispendios, suprimir gastos superfluos o combatir el fraude, otra vía para disparar la recaudación sin recurrir a la asfixia. España es el tercer país de Europa con mayor economía sumergida.
[–>[–>[–>La tormenta perfecta
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La izquierda defiende que la reforma aprobada en la Junta el miércoles baja el IRPF. La derecha, que, en realidad, se eleva al no deflactarlo. La cuestión no consiste en porfiar en el regate corto para determinar quién tiene más parte de razón, sino en profundizar sin sectarismos ni prejuicios en lo que más le conviene a Asturias en este momento.
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Los diagnósticos coinciden. Los asturianos arrastran un peso mayor en su mochila que daña la capacidad de competir de sus productos, les impide luchar en igualdad, desarraiga patrimonios y aleja inversores. Una discriminación en función del lugar de residencia inaceptable. Reducir estas evidencias a santificar lo público o a ajustar supuestamente cuentas con los millonarios denota el simplismo en el que se ha instalado el debate. Los ricos cuentan con medios para afrontar los castigos o emigrar. No existe escapatoria para el resto.
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[–>Esto va de apuntalar la actividad e intensificar el relanzamiento: Asturias no precisa convertirse en paraíso fiscal, sí en un territorio de gravámenes razonables y competitivos
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Esto va de transformar el Principado en un lugar estimulante para el asentamiento, el talento, el trabajo y el emprendimiento. De apuntalar la actividad e intensificar el relanzamiento. Asturias no precisa convertirse en paraíso fiscal. Sí en un territorio de gravámenes razonables y competitivos. Insistir por inflexibilidad en planteamientos ideológicos trasnochados, desconectados del mundo contemporáneo real abierto y global, terminará por atrincherar a los asturianos en un reducto, la reserva. El enésimo tren volverá a pasar por delante sin parar.
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Las discusiones sobre la fiscalidad y el dinero autonómico empezaron a cruzarse esta semana. La peor amenaza consiste en que ambos desencadenen una tormenta perfecta. Una reforma de la financiación inspirada por quienes tienen capacidad para el chantaje combinada con una tributación disuasoria, que retraiga a los foráneos y ponga en guardia a los propios, causaría estragos. ¿Y si las posibilidades de la región se multiplican con un cambio fiscal en profundidad enfocado a incentivar el dinamismo? Nada se pierde por intentarlo. Y es muy probable que todos salgamos ganando.
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