Seis restaurantes nuevos y 1 histórico para disfrutar del puente de la Constitución en Madrid
Con la llegada del puente de diciembre, conocido también como el puente de la Constitución, Madrid se prepara para recibir a miles de visitantes ansiosos por sumergirse en la magia prenavideña de la capital. Las luces navideñas comienzan a brillar, la agenda cultural se intensifica y las calles invitan a pasear y hacer las primeras compras. Pero, sin duda, uno de los mayores atractivos es la inigualable oferta gastronómica.
[–>[–>[–>Para que no te pierdas nada durante tu escapada, hemos seleccionado siete restaurantes del centro y de los barrios de Chamberí y Salamanca que están triunfando y que prometen complacer hasta los paladares más exigentes.
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En la confluencia de María de Molina, 4 con el paseo de la Castellana, Madrid acoge una nueva propuesta gastronómica: Aleteo, el mar de Rocacho. Este establecimiento orienta su concepto hacia el género marino, manteniendo la filosofía del grupo centrada en la brasa, la excelencia de la materia prima y una cocina basada en el sabor.
Aleteo se distingue por la selección de pescados frescos y mariscos vivos que llegan diariamente desde diversos puntos de la geografía española. Su oferta culinaria incluye piezas exhibidas en vitrina como rodaballos, corvinas y merluzas, junto a mariscos que se mantienen en una pecera en el centro del salón. Entre las especialidades del restaurante, destaca la nécora gallega a la sal y el bogavante azul nacional a la ibicenca. Los pescados se preparan a la brasa de carbón, mientras que los mariscos pueden degustarse cocidos, a la brasa o en arroces caldosos.
La carta se complementa con entrantes como el bombón de anchoa y vieira, o la ensaladilla de cigala, y ofrece también una selección de carnes a la brasa y platos con huevo, como los huevos con angulas o con caviar Osetra. El establecimiento opera con cocina ininterrumpida y dispone de una bodega con más de 200 referencias, además de una selección de cócteles y destilados. Aleteo ofrece su barra para una comida rápida. Para una velada más extendida está su salón o la terraza. El precio medio es de entre 70-80 euros.
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Chef Jairo Soria en Aleteo. / AyC.
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El renovado Hotel Único, en el barrio de Salamanca, presenta El Patio de Claudio, un nuevo espacio que busca integrarse en la vibrante dinámica madrileña para ofrecer una experiencia versátil a lo largo de todo el día. Diseñado por la interiorista María Santos, el local tiene una estética de bistró clásico, con una mezcla de telas, sillas de mimbre y piezas que llevan a uno a un ambiente hogareño y sofisticado. El objetivo es que funcione como punto de encuentro desde el desayuno hasta la cena, adaptándose al ritmo de la capital.
La propuesta gastronómica, asesorada por Mario Vallés (conocido por su trayectoria en Hortensio y Narciso), se inspira en los bistrós europeos con influencias mediterráneas y españolas. La carta incluye desde reinterpretaciones de clásicos como un pâté en croûte de codorniz o un ‘steak tartar’, hasta la icónica croqueta que rinde homenaje a Mas de Torrent. También se ofrecen platos como el cochinillo de Segovia confitado y arroces melosos. Para el aperitivo, el jardín se convierte en un escenario ideal para disfrutar de tapas como el montadito de ensaladilla de buey de mar, ostras o una tortilla abierta de carabineros, acompañadas de cócteles clásicos. El precio medio es de 50 euros.
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Ensalada de montadito de rape. / AyC.
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En el distrito de Chamberí, Marmalé se consolida como una de las propuestas más relevantes de la capital mientras defiende una hostelería arraigada en la cocina de raíces y la hospitalidad. Este proyecto personal de Víctor Asenjo, joven hostelero de segunda generación, apuesta por el producto nacional de temporada y técnicas ancestrales, con la parrilla de carbón de encina como eje central de su identidad culinaria.
La parrilla de encina es el alma de Marmalé, donde se cocinan cortes nobles, grandes pescados y vegetales de temporada. Víctor Asenjo subraya cómo este carbón, de combustión lenta, realza el sabor natural de cada producto. Entre las especialidades de la brasa destacan la piel crujiente del rodaballo o la lubina nacional, la jugosidad de las carnes de vacuno madurado, y la intensidad de un pulpo asado con humo de serrín de olivo.
La carta se complementa con entrantes de lonja y elaboraciones populares como los callos a la madrileña, mollejas de cordero o la lasaña de ‘txangurro’. Además de las brasas, Marmalé ofrece arroces de capa fina y, en temporada, asados tradicionales en horno de leña, como el cordero lechal IGP Castilla y León y el cochinillo IGP Segovia, herencia de las raíces segovianas de Asenjo. El espacio, con diferentes salas, un reservado y una zona de bar para tapeo, garantiza el disfrute de la buena mesa en un ambiente acogedor con un precio medio de 50 euros.
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Filete de Marmele a la parrilla. / AyC.
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Tribeca Bistró se consolida poco a poco en el panorama gastronómico madrileño con una propuesta que reinterpreta la cocina clásica europea en un ambiente cosmopolita a un paso de la Puerta de Alcalá. Este proyecto es la materialización del sueño de Diego Santa Rosa, joven cocinero mexicano formado en el País Vasco, quien junto a su socio Diego Amigo y el chef Gerardo Méndez (estuvo en Her y Rosetta), ha creado un espacio que apuesta por el sabor y un servicio cercano.
La carta, pensada para compartir, ofrece clásicos como el lenguado ‘meunière’ terminado en sala, un ‘steak tartar’ con un sutil toque de chipotle o los mejillones a la marinera al estilo belga. Gerardo Méndez, al frente de los fogones, prioriza el producto nacional de calidad: pescados gallegos, carnes seleccionadas de Norteños y verduras de la huerta de Aranjuez. Sus elaboraciones, aparentemente sencillas, esconden un trabajo depurado. Destacan el tartar de gamba con salsa americana, la ostra Rockefeller o la costilla glaseada.
La experiencia se complementa con una cuidadosa selección de vinos. El local, con su decoración cálida y una atmósfera que evoca el bullicio neoyorquino, invita a disfrutar desde una comida casual hasta una cena especial, con un gasto medio de entre 45 y 50 euros.
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Vieiras belgas de Tribeca. / AyC.
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El reconocido restaurante Thai Arturo Soria amplía su propuesta al centro de Madrid con la apertura de Thai Retiro en la calle de Villanueva, 33, a un paso del parque de El Retiro. Estefanía Serrano Dobbs, ‘alma máter’ y propietaria, lidera este crecimiento manteniendo la filosofía que la ha distinguido: una cocina tailandesa sofisticada y auténtica, fundamentada en el equilibrio de sabores y una rigurosa selección de ingredientes.
El compromiso de Thai Retiro con la calidad se refleja en su elección de proveedores, como el pato de Rougié y las carnes de Los Norteños, para garantizar la excelencia en cada plato. Entre las especialidades de la carta, se encuentran clásicos como las brochetas depollo (‘kai satee’) y los triángulos de pato (‘parn thong’), junto a novedades como las perlas ‘thai’.
Los principales destacan por su refinamiento, con opciones como los taquitos de merluza, el aromático ‘massaman thai’ con aguja de Angus, y el ‘pad thai’, disponible en diversas versiones. Los curris, como el ‘chu-chi plaa’ de salmón, son un ejemplo del dominio de las especias. Para maridar, el restaurante ofrece una cuidada selección de vinos nacionales e internacionales de pequeñas bodegas, además de una coctelería distintiva. El espacio, inspirado en la atmósfera de Chiang Mai con maderas naturales y textiles auténticos, ofrece además la posibilidad de disfrutar de un menú degustación. El tíquet medio es de entre 35 y45 euros.
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Brochetas de pollo Kai Satee. / N.V.
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Madrid acoge una nueva propuesta gastronómica en la calle de Orfila, 7, con la apertura de Brazza, el primer restaurante europeo del chef argentino Franco Malacisa. Tras una trayectoria de más de tres décadas y una reconocida presencia en Buenos Aires, Malacisa aterriza en la capital española con una cocina que fusiona los sabores de su tierra natal con las influencias de su extenso recorrido internacional por Europa y Rusia.
La propuesta de Malacisa, descrita como «libre, insólita y profundamente personal», se caracteriza por la intensidad y el uso de pocos ingredientes para extraer todo su potencial. La carta, que invita a compartir y cambia semanalmente, refleja un viaje culinario. Entre las especialidades actuales se encuentran un potente paté de campo casero, falafel y hummus que remiten al Mediterráneo oriental, y empanadas de carne argentinas.
Las mollejas con ‘crème fraîche’ de chimichurri son un ejemplo de su fusión de influencias. Como su nombre indica, la brasa es el hilo conductor, presente desde entrantes como el brócoli con salsa ‘kimchi’ o el pulpo a la brasa, hasta los principales protagonizados por una variada selección de carnes argentinas y europeas (entraña, ojo de bife, chuletón) y pescados como el atún rojo, el salmón rosado o el calamar a la brasa. La bodega, en evolución, ofrece vinos singulares de pequeñas parcelas, con predominio de etiquetas españolas, francesas y argentinas, junto a una carta de coctelería clásica. Su hijo Donato, a cargo de la dirección, acompaña a Franco en este nuevo desafío cuyo precio medio es de entre 60 y 70 euros.
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Calamares a la plancha. / AyC.
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En la efervescente Madrid, La Carmencita, calle de la Libertad, 16, fundada en 1854, se mantiene como un referente de la gastronomía castiza. Reabierta en 2013 por Carlos Zamora, esta taberna celebra casi 170 años de historia, cimentada en la calidad del producto, el oficio y la memoria. Es un espacio que, ajeno a las modas, ofrece una cocina auténtica.
Al frente de los fogones, José María Nieto es el alma del restaurante. Con más de una década en la casa, su filosofía se basa en la selección directa de ingredientes, desde el pescado que llega a diario de Santander hasta los productos de pequeños productores de la sierra de Madrid y pastores de Liébana. Su cocina persigue el reconocimiento de sabores familiares: guisos que te trasladan al hogar y pescados con el sabor del mar. La carta es un testimonio de esta tradición: las albóndigas de ternera ecológica con receta de 1854, los callos a la madrileña, las lentejas ecológicas Pepe Lamarca y las rabas de calamar peludín de Santander son algunos de los imprescindibles. El gasto medio es de 40 euros.
Los huevos fritos de gallinas felices y platos como el pollo en pepitoria completan una oferta donde cada elaboración defiende un legado. La taberna, además de su propuesta culinaria, conserva el espíritu de tertulia y calidez que la convirtió en refugio de la Generación del 27 para ofrecer una experiencia que va más allá de la mesa, un pedazo vivo de la historia madrileña.
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Colas de calamar peludas de Santander. / N.V.
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