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el puerto más duro de Europa y atracción de una Gran Fondo de éxito

el puerto más duro de Europa y atracción de una Gran Fondo de éxito
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  • Publishednoviembre 30, 2025



Arucas no despertó: amaneció alterada. Como si la ciudad hubiera pasado la noche esperando a su ídolo, las calles estallaron de vida mucho antes de que sonara el primer pedal. Fue un evento social, una peregrinación moderna con leotardos en lugar de vestidos de gala. Familias enteras subieron por las laderas adoquinadas en busca de un buen lugar, las tiendas abrieron más temprano de lo habitual y banderas improvisadas ondearon en los balcones. Todo por una razón casi infantil en su pureza: ver de cerca Tadej Pogačar.

Imagen de carreras.

Imagen de carreras.

La isla, acostumbrada a convivir con volcanes inactivos, ha vivido la emotiva erupción de un ciclo que parece un mito cuando sale de la televisión y pasa a apenas un metro de distancia. La presencia del campeón del mundo transformó lo que debería haber sido un paseo en bicicleta en una celebración colectiva. Pogacar, sonriente, cercano, saludando cada mirada como si llevara años viviendo en la isla, actuó como catalizador de emociones.

Cuando se quitó el casco, muchos lo vivieron como una aparición. Hubo quienes temblaron al sacar sus celulares, quienes repitieron palabras que nunca salieron y quienes simplemente no pudieron dejar de llorar. Esa aura, esa mezcla de deportista superlativo y estrella improbable, funcionaba como una corriente eléctrica que recorría Arucas de un extremo a otro. Junto a él, estrellas como Jasper Philipsen, Magdeleine Vallières, Pavel Sivakov o Cian Uijtdebroeks (la nueva joya de Movistar) parecía caminar sobre un escenario que la isla llevaba décadas preparando sin saberlo.

Así se veía el Pico de las Nieves.

Así se veía el Pico de las Nieves.

En cada esquina, un niño pedía una firma; En cada rotonda, una familia se jactaba de haber visto al pelotón calentar antes que nadie. el grande Canarias 365 Había conseguido su objetivo: convertir esta semana la isla en el epicentro del ciclismo mundial.

Alberto Tomé, con Tadej Pogacar.

Alberto Tomé, con Tadej Pogacar.

La emoción aumentó a medida que avanzaba la mañana. El aroma del café recién hecho, los autobuses con aficionados, la música local, los altavoces gritando nombres imposibles y, siempre presente, la silueta del Pico de las Nieves que vigila el escenario como un guardián de piedra. No importa si la prueba es dura, interminable o cruel. El puerto, que aspira a ser etapa de LaVuelta, fue un pretexto. La mayor parte sucedía abajo, donde la pasión se medía en decibelios. Los ciclistas se marcharon rodeados de aplausos que parecían destinados a durar kilómetros. Salieron detrás para hacerse una foto con los políticos. Y al pasar se encontraron con Amatero. Había un murmullo constante entre el público: «Eso no se ve aquí todos los días». Cerca de 800 personas participaron en un evento que sigue creciendo.

Una imagen de la subida.

Una imagen de la subida.

Un dia inolvidable

El ascenso, por supuesto, fue monumental, pero el verdadero espectáculo estaba en la gente: en los vecinos que lanzaban altavoces a la calle, en los turistas que no entendían bien lo que pasaba pero aplaudían de todos modos, contagiados por una fiesta sin idioma (el 90% del turismo es extranjero). Era una fiesta que no necesitaba permiso. Un partido que se invitó a sí mismo. Pogacar coronó el Pico como quien firma un manifiesto, consciente de que sus pedaladas valen una declaración política: es un puerto de gran retorno. Ya lo ha dicho estos días. Su simple presencia legitimaba un deseo que ya no cabe en rumores ni cuchicheos. Gran Canaria no quiere imaginarlo. Quiere vivirlo.

Cuando todo se desvaneció, Arucas seguía despierto. Nadie quería irse. El sentimiento era unánime: algo había cambiado. Había una certeza en el ambiente de haber compartido un día que será contado muchas veces. Un día cuando una isla la descubrió quiso andar en bicicleta.





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