Macron insiste a Xi para que fuerce un alto el fuego en Ucrania
Más cooperación en geopolítica, comercio y medioambiente. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha repetido este jueves en Pekín los lamentos europeos, que se resumen en el desequilibrio comercial y Ucrania, sazonados hoy con el calentamiento global. La invariable letanía durante años sugiere escasos avances por más que las cumbres rezumen cordialidad y terminen con emocionantes compromisos conjuntos. Macron y su nutrida delegación empresarial partirá este viernes de China con los previstos acuerdos económicos.
[–>[–>[–>Macron rivaliza con Pedro Sánchez en el cortejo a China. Es esta su cuarta visita desde que ocupó el cargo en 2017 y se percibe en Pekín el ánimo de premiar su empeño. Xi Jinping le acompañó en la última a Guangzhou y en esta lo hará a Chengdu. Son cortesías extremas en un presidente que suele dar por finiquitadas las visitas oficiales tras discutir los asuntos mollares en la reunión oficial en el Gran Palacio del Pueblo.
[–> [–>[–>«Ahora, más que nunca, el diálogo entre Francia y China es vital», le ha animado esta tarde Macron a Xi en ese imponente edificio de aroma soviético de la plaza de Tiananmén. «Afrontamos el riesgo de la desintegración del orden internacional que trajo la paz al mundo durante décadas», ha continuado. Más concretamente, le ha pedido que se una a los esfuerzos europeos para conseguir lo antes posible un alto el fuego «en la forma de una moratoria de ataques a infraestructuras críticas«. Xi, según la transcripción oficial, no se ha desviado del guión: apoya todos los esfuerzos para una paz que debe de conseguirse con negociaciones.
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Alternativa al plan de Trump
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La liturgia de los más de cuatro años de guerra en Ucrania es un diálogo de sordos. Europa le exige a China que presione a Moscú, atribuyéndole una ascendencia sobre su política exterior que Pekín niega. China reclama la neutralidad, defiende el comercio con Rusia y recuerda que ni creó esta guerra ni, a diferencia de Bruselas y Washington, la ha alimentado con armas. También le genera estupor que Bruselas reclame ahora con insistencia el alto el fuego cuando años atrás desdeñó su plan de paz que lo incluía con la excusa de que sólo serviría para que Moscú tomara aire. «Tenemos que seguir esforzándonos en favor de la paz y la estabilidad global», ha repetido este jueves Macron, quien defiende una alternativa europea al plan de Donald Trump por entenderlo demasiado comprensivo con las demandas rusas. Aprovechando los focos ha anunciado Xi 100 millones de dólares adicionales para la reconstrucción de Gaza.
[–>[–>[–>Unas 80 personas han acompañado a Macron hasta China. Entre ellos se cuentan varios ministros y una cuarentena de 40 altos ejecutivos. Un objetivo es enjuagar el paquidérmico y creciente déficit comercial con Europa de 357.000 millones de dólares. Desde París lo explicaban en las vísperas: es necesario que China consuma más y exporte menos y que los europeos ahorren menos y fabriquen más. Macron ha recordado que Francia invierte 46.000 millones de euros en China mientras los proyectos del país asiático en el suyo apenas suman 12.000 millones. Ha repetido el diagnóstico de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su reciente visita a Pekín: la gravedad de la situación ya es «insostenible». Urge, pues, abrir una nueva etapa de diálogo que arregle los desajustes sin necesidad de una guerra comercial.
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Xi ha prometido apoyar a las empresas francesas que deseen «aprovechar las oportunidades del mercado chino» y un entorno de negocios «justo, transparente, no discriminatorio y previsible». Las cámaras de comercio estadounidenses y europeas han denunciado durante años que las promesas chinas de levantar las barreras a su mercado son olímpicamente incumplidas.
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[–>Aranceles al coche eléctrico
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En el orden del día estaban las investigaciones chinas al porcino y los lácteos europeos. No han trascendido los resultados pero no hay mucho optimismo mientras Bruselas no levante los aranceles a los coches chinos que las motivaron. Tampoco lo había sobre la orden de compra de 500 aviones a Airbus porque China, enfrascada en delicadas negociaciones comerciales con Washington, cuenta con la salud financiera de Boeing como medida de presión. Sí han firmado una docena de acuerdos de cooperación en los sectores aeroespacial, energía nuclear, inteligencia artificial y economía verde, entre otros.
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«No importa cómo cambie el entorno internacional, nuestros dos países deben demostrar siempre la independencia y visión estratégica de las grandes potencias», ha afirmado Xi. Francia y China han coleccionado roces: la iniciativa de gravar los vehículos eléctricos, sin ir más lejos, partió de París. Pero en Pekín aprecian esa independencia francesa, especialmente cuando se desmarcó de las voces más hostiles que triunfaban en Bruselas, e incluso en los tiempos más fragorosos se ha notado el respeto chino. El viaje de Xi y Macron a Chengdu revela la sintonía. En la capital de los pandas es previsible que acuerden un nuevo préstamo de esos plantígrados encantadores después de que la pareja que había vivido en Francia durante 13 años regresara a casa el mes pasado para una merecida jubilación.
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