Trump amenaza con quitarle los partidos del Mundial a ciudades demócratas y mover las sedes a lugares afines republicanos
“Gianni, ¿puedo decir que nos mudaremos? (…) Vamos a trasladar el evento a un lugar donde sea apreciado y seguro”, dijo el presidente de EEUU, Donald Trump, en una de sus encerronas en la Casa Blanca, esta vez al presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Este respondió dándole la razón, pero con evasivas: “Sí, creo que la seguridad es la prioridad número uno para una Copa Mundial exitosa”. Evitaba cerrar del todo una puerta que, para muchos dentro de la FIFA, no debería haberse entreabierto nunca: arrebatar las sedes mundialistas a las ciudades demócratas y llevárselas sedes a lugares republicanos más afines.
[–>[–>[–>«Infantino pasa más tiempo en el Despacho Oval que el vicepresidente JD Vance, es lo nunca visto», cuenta a este diario Jules Boykoff, exjugador profesional de fútbol y olímpico, director del Departamento de Políticas en la Pacific University, en Oregon — donde, su capital, Seattle, es una de las que teme perder la sede mundialista. Esta escena, delante de las cámaras, vino a ilustrar los intentos de injerencia política de Trump, tratando de rentabilizar su amistad con el italiano, al que a veces llama ‘mi amigo Johny’, americanizando el nombre.
[–> [–>[–>Infantino tampoco hace por disimular: “Tengo mucha suerte. Tengo una excelente relación con el presidente Trump, lo considero un amigo muy cercano (…) creo que todos deberíamos apoyar lo que está haciendo, porque creo que pinta muy bien”, dijo en un foro empresarial en Miami hace unas semanas. El exresponsable del comité de gobernanza de la FIFA Miguel Poiares Maduro denunció entonces una violación clara de la neutralidad política, aunque el organismo optó por no abrir una investigación formal.
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Una línea roja para la FIFA
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La cercanía extrema entre los dos mandatarios incomoda a amplios sectores del fútbol internacional. “Infantino ha sido abiertamente servil con Trump, esforzándose en elogiarlo y apoyarlo en cada oportunidad”, coincide Andrew Zimbalist, profesor de economía y experto en finanzas deportivas del Smith College de Massachusetts.
[–>[–>[–>En su opinión, la “amenaza” lanzada por Trump compromete su credibilidad como entidad independiente y, si Infantino cediera a una presión de este calibre, “sería devastador para su carrera”, erosionaría la ya frágil confianza interna. “La FIFA nunca ha permitido que un presidente de un país decida qué ciudades pueden o no pueden albergar partidos, y no va a empezar ahora”, analiza.
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Quid pro quo
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La proximidad entre ambos comenzó en 2018, tras la concesión del Mundial de 2026 a Estados Unidos, Canadá y México, y desde entonces se ha consolidado con llamadas frecuentes, partidas de golf y viajes compartidos en la agenda presidencial.
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[–>El quid pro quo sucede a la luz del día. La FIFA alquiló una oficina en la Torre Trump de Nueva York, con foto incluida, estrechándose la mano con Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de la Trump Organization. Además, Ivanka Trump fue incorporada al consejo de un proyecto educativo de 100 millones de dólares.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, recogen el trofeo de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2025. / CJ GUNTHER / EFE
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Presión política
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Los Ángeles, sede inaugural del torneo para la selección de Estados Unidos, fue el primer lugar en el que Trump desplegó la Guardia Nacional argumentando que debía sofocar la violencia en ciudades controladas por los demócratas, combatir el crimen y respaldar las deportaciones impulsadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). En realidad, se trataba de represión contra los manifestantes en contra de las deportaciones indiscriminadas, con detenciones arbitrarias sin pasar por el proceso legal.
[–>[–>[–>El sorteo del Mundial de 2026 se celebra este viernes en Washington DC, otra ciudad progresista donde Trump nunca ha conseguido apoyo electoral ni social. La Guardia Nacional también está desplegada, argumentando un aumento del crimen que las estadísticas contradicen, pero la presencia de las fuerzas del orden se ha reforzado después del ataque del 26 de noviembre a dos miembros de este cuerpo, uno de los cuales falleció.
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Otras grandes ciudades gobernadas por demócratas bajo el foco de Trump y que son sede del torneo son Boston o Seattle. Allí, alegando problemas de seguridad que los datos contradicen, y alimentado por las negativas estatales y locales de alinearse a la represión migratoria, Trump también ha ordenado un despliegue de fuerza que, en todo el país, ya ha provocado choques con gobernadores y alcaldes y una cascada de recursos judiciales.
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Para Zimbalist, el margen de maniobra de Infantino es mínimo. Cree que intentará ganar tiempo, rebajar la tensión y no ceder en un punto clave. De hacerlo, concluye, no solo estaría en juego su futuro personal, sino la autoridad moral de la FIFA y su capacidad para impedir que el Mundial se convierta en una herramienta política del país anfitrión.
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