El cerebro no distingue del todo entre realidad y ficción. Con la imaginación recuperas parte del poder perdido




Muchas veces vivimos en piloto automático y soportamos situaciones y personas que no nos hacen nada felices. Y es común que nos encontremos agotados y sin ganas de alejarnos de aquello que no nos conviene.
4 factores que provocan agotamiento mental
Eso El burnout se debe principalmente a 4 factores sobre el que conviene reflexionar.


RBA
1. Un cerebro demasiado negativo
Este órgano, de hecho, esta programado Detectar el peligro antes que el placer. Es un antiguo mecanismo de supervivencia: primero observamos qué puede salir mal.
- El problema es que Hoy vivimos sobreestimulados: Recibimos más información, imágenes y comparaciones de las que nuestro cerebro puede procesar. Al no tener descansos, el sistema nervioso se satura y se desencadena el miedo, la irritabilidad o el agotamiento.
- es lo que Los neurocientíficos llaman un cambio evolutivo: Es un cerebro diseñado para sobrevivir en la sabana, que hoy intenta adaptarse constantemente a un entorno digital, acelerado y lleno de exigencias constantes.
También debemos tener cuidado porque la negatividad es contagiosa porque somos profundamente sociales. Por eso, Es recomendable entrenar el cerebro para buscar aquello que da vida: momentos de gratitud, conexión o ternura que equilibran esta marea constante (afortunadamente, la alegría o la calma también son contagiosas).
2. El desgaste al que nos expone continuamente la vida
La erosión pasa desapercibida y, antes de que te des cuenta, has perdido la esperanza y la alegría. A lo largo del siglo XX aprendimos a cuidar nuestra salud física. Pero… Todavía estamos aprendiendo a cuidar nuestra salud mental. y generar espacios para poder recuperarnos.
3. Nuestras experiencias y presión social hoy
A menudo, nuestros problemas no son tan difíciles de resolver como pensamos. Lo que los hace complejos es la presión que sentimos: lo que los demás esperan de nosotros, el miedo a decepcionar, la culpa, la costumbre.
4. Las historias que nos contamos sobre nosotros mismos
Nos convencemos de quiénes somos, qué hacemos y hacia dónde vamos; Y A veces este “carácter” significa más para nosotros que la vida misma.
mostrar imaginación
Ante estos cuatro factores, que no siempre tenemos la posibilidad de superar, podemos utilizar una herramienta muy eficaz: la imaginación.
La imaginación es una gran aliada porque a veces no es falta de amor o de salud lo que más nos asfixia (o esa presión y desgaste del que hablé), sino la falta de posibilidades, la sensación de vivir una vida demasiado pequeña.


iStock
La imaginación abre el espacio.
La imaginación nos permite recordar que hay otros caminos, otros ritmos, otras formas de vivir. De hecho, el cerebro no distingue completamente entre realidad y ficción. Cuando imaginamos algo nuevo, ya estamos preparando el cuerpo, la mente y el corazón para ese cambio. No se trata de escapar, sino de pensar en un futuro. Recuerda que nada está completamente cerrado.
Con la imaginación recuperamos parte del poder perdido: nos lleva a otros mundos, a otras situaciones. Y este puede ser el comienzo del cambio.
Piensa, por ejemplo, en lo que sucede Cuando te imaginas mordiendo un limón: sientes saliva en la boca. La mente reacciona como si fuera real. Por tanto, imaginar una vida más grande es el primer paso para empezar a construirla. Con tu imaginación recuperas parte de tu poder.
Para ejercitar la imaginación, Puedes probar ejercicios sencillos: visualizar cómo sería tu día perfecto o imaginar el próximo año vivido sin sentir arrepentimientos. La imaginación, utilizada de esta manera, no es un escape. Es una forma de orientar la vida hacia lo que realmente importa.
Incluso si crees que es difícil de imaginar, Todos nacemos con esta habilidad. Lo que pasa es que las prisas y el control le dan sueño. Como mencioné antes, la buena noticia es que la creatividad se puede entrenar. ¡Es como un músculo!
Si quieres iniciar esta formación de una forma sencilla, intenta hacer algo cada día de una manera diferente como lo has hecho hasta ahora; o simplemente mira con curiosidad tu entorno.
Hazlo deliberada y constantemente, como gimnasia mental. Y date tiempo, porque esto, junto con la paciencia, te permitirá adoptar el buen hábito de mirar la vida de forma creativa.
Haga su plan para “volar” nuevamente
Una vez que tu imaginación te haya ayudado a ver otros espacios y otras relaciones posibles, podrás seguir avanzando para tener una vida más plena y feliz.
1. Primero, reconoce las líneas rojas.
Cuando no sabemos descifrar lo que nos rodea, y especialmente cuando no prestamos atención a estas pistas o bandera rojatropezamos. Cuando nos enfrentamos a una situación que realmente nos perjudica –aunque intentemos justificarla, y luego veremos por qué– el cuerpo nos avisa.
El cuerpo nos habla todo el tiempo (y lo hace mucho antes de que la mente descubra nuestra desgracia), el problema es que no lo escuchamos. Pero notar tensión en una determinada zona, cruzar de repente los brazos… son señales de que algo anda mal.
Lamentablemente vivimos en una cultura que nos anima a adaptarnos, a minimizar cómo nos sentimos. Sin embargo, es importante prestar atención a estas señales y tomar medidas.
2. Cuando la necesidad de poner excusas es una señal de alerta
Otra señal de advertencia muy clara es la necesidad de poner demasiadas excusas. apoyar lo que otra persona hace (nos hace) o dice (nos dice). Si lo perdonas continuamente es muy probable que esta relación no sea del todo sana.


iStock por Getty Images
3. Atrévete a decir NO
lo reconozco Es difícil porque desde muy pequeños aprendemos a complacer. sentirse amado. Y esto es especialmente evidente en las mujeres: nos enseñan a priorizar el placer y la atención.
Durante generaciones, el valor de una mujer se ha asociado con su capacidad para cuidar de sí misma y complacer. Además, tendemos a tener una empatía muy desarrollada, lo que nos hace percibir con mayor intensidad las reacciones de los demás. ENTONCES… Tendemos a no priorizarnos y vemos el cuidado personal como algo egoísta.
Cuando Aprendemos a decir “no” con calma, Sin buscar excusas, dejamos de reaccionar por miedo y por ganas de agradar.
En estos momentos es muy útil dejar de mirar hacia afuera, a lo que pensarán los demás, y empieza a escuchar en tu interior. Pregúntese «¿Qué necesito ahora?» », “¿Qué me pide mi cuerpo o mi energía? »
Aprende a decir que no lo es Recuperar el control de nuestras vidas, establecer límites claros y conectarnos internamente con lo que nos hace sentir bien y con lo que necesitamos. No estar tan preocupado y continuamente entregado es también una forma de cuidarse, empezando sólo desde dentro, desde uno mismo.
4. Siempre es bueno mejorar tus habilidades de negociación
Para completar el apartado anterior, o para cualquier otro momento. Esto siempre te será muy útil.
negociar bien No es imponerse, es aprender a expresar lo que necesitas sin miedo ni agresión. Y en este caso, también puedes entrenarlo con pequeños gestos: escuchar de verdad, hablar en primera persona (“necesito”, “siento”) y buscar soluciones que cuiden a ambas partes.
5. Busca pequeñas alegrías
Si te cuesta ser feliz pero no te atreves a dar grandes pasos en pos de un medio ambiente mejor, busca el bienestar a una escala menos ambiciosa.
Mire las pequeñas cosas que ya traen alegría a nuestras vidas. (el susurro de las sábanas limpias, el aroma del café recién hecho, el canto de un gorrión…), pero que generalmente ignoramos porque nuestro cerebro, programado para sobrevivir, tiende a ignorarlos.
6. El humor como medio de esperanza
Para situaciones en las que crees que no puedes cambiar nada, que todo está fuera de tu control, que te sientes herido, utiliza el humor. Es, sin lugar a dudas, una forma de inteligencia emocional. Reír, incluso de lo que duele, no minimiza el dolor, no lo anula, sino que lo humaniza.
El humor libera tensiones, cambia la perspectiva y activa los mismos circuitos en el cerebro que la esperanza. A veces no podemos cambiar lo que está sucediendo, pero podemos cambiar la forma en que vemos las cosas.
7. Deshazte del miedo a la soledad
Lo rechazamos porque somos seres sociales: para nuestros antepasados, estar fuera del grupo significaba no sobrevivir. Por eso, El cerebro interpreta la soledad como una amenaza.
Pero no todas las soledades son iguales: hay una soledad fértil (el tiempo que pasamos con nosotros mismos, pensando, sintiendo, reflexionando) y una soledad que aísla.
La primera es necesaria porque Nos permite escucharnos a nosotros mismos, organizar nuestra mente y recuperar energía emocional. Es el espacio donde nacen las ideas, la calma y la claridad interior.
En cambio, el La soledad vivida como aislamiento es muy dañina. Pero no debemos descuidar la calidad de nuestras relaciones por miedo. No se trata de estar rodeado sino de estar bien rodeado. La verdadera camaradería no se mide por la presencia física sino por la presencia emocional: sentirse visto, escuchado y aceptado.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí