Manual de resistencia
Me dirán, con cierta razón, que me repito más que el ajo. Pero les juro que no puedo evitarlo.
[–>[–>[–>Verán: vienen los Reyes, y hay que buscar regalos para hijos, nietos, marido, hermanas, sobrinos, sobrinos-nietos, etc. Tengo un trabajo que me tiene loca (bueno, ligeramente trastornada), la casa sin acabar de adornar, las niñas cambiando la carta a cada segundo, y estoy sin dormir porque la cabeza me da vueltas como a la niña del exorcista. Me dirán que son minucias… y lo son. Pero hay algo que, de verdad, me tiene loca. Yo quiero tener ese manual de resistencia de ese señor, para aguantar todo lo que me pase… Como hace él. Porque, en el fondo, creo que realmente hay algo demoníaco, algún pacto con el diablo, para que no se le mueva la silla con este terremoto. Por eso mi reflexión de hoy vuelve a mi serie favorita, que ahora coge tinte sexual (que algo ya tenía), pero ahora también delictivo. Resulta que el capo estaba rodeado de norte a sur por rijosos de esos que ya no quedan. Leyendo las barbaridades que cuentan las mujeres que estaban bajo el mando de los compis del susodicho, me muero de asco, hasta el punto de provocarme arcadas. A mí jamás me pasó lo que a esas pobres chicas: encontrarte de repente con un acosador sexual al que, si te enfrentas, te quedas sin curro y sin posibilidades. Porque, en estos casos, los hombres de ese tipo se convierten en una piara en la que se protegen unos a otros. Pero en este caso, las que más asco me dan son ellas. Las que mandan. Las superfeministas que callan, tapan y esconden para no hacer daño al partido que las mantiene en sus sillones del «sí es sí», que se ha convertido en un «sí es sí… o depende».
[–> [–>[–>Las que elaboran un protocolo antiacoso que se queda, como casi todo lo que hacen, en papel mojado. Asco, mucho. Y rabia y pena. Porque aquí no pasa nada, porque han defraudado a muchas mujeres que confiaban en ellas (a mí no, nunca creí en esos feminismos) y les han fallado, dejándolas desamparadas. Así que ya ven: él se rodea de corruptos, puteros y acosadores sexuales… pero nada, que tiene un manual de resistencia que ya lo querría yo.
[–>[–>[–>
Suscríbete para seguir leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí