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Así es el pueblo andaluz con un conjunto megalítico más antiguo que Stonehenge

Así es el pueblo andaluz con un conjunto megalítico más antiguo que Stonehenge
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  • Publisheddiciembre 17, 2025



Hay amaneceres que parecen diseñados para recordar al viajero dónde se encuentran. En Antequera, cuando la luz se cuela entre la bruma de la llanura y dibuja en el horizonte el perfil dormido de la Peña de los Enamorados, entendemos por qué los pobladores de la antigüedad consideraban este rincón un enclave sagrado. A sus pies se extiende un caserío blanco, coronado por la silueta de la ciudadela y las torres de sus iglesias. Más allá, la mirada se pierde en las fantasías pétreas de El Torcal y en la llanura donde, hace miles de años, se construyeron algunos de los dólmenes más extraordinarios de Europa.

Atardecer sobre la Peña de los Enamorados, en Antequera© Javier García Blanco
Atardecer sobre la Peña de los Enamorados

Pocas ciudades concentran, en un espacio tan reducido, una una desbordante cantidad de historia, arte, paisaje y buena comida. Antequera fue un cruce de caminos en la Antigüedad, cuando la Vía Domitiana Augusta transformó la Antikaria romana en paso obligado hacia las distintas provincias de Hispania. Hoy sigue siendo un nudo de carreteras y ferrocarriles que cosen el mapa andaluz, que la ciudad reivindica con un miliario plantado en la plaza de San Sebastián para recordar su condición de “kilómetro cero” de Andalucía.

Plaza del Coso Viejo de Antequera© Javier García Blanco
Plaza del Coso Viejo

Este ir y venir de personas dejó capas de memoria superpuestas. Antes de que los antiguos egipcios construyeran las pirámides, aquí ya se encontraban grandes montículos megalíticos. Luego vienen las villas romanas, la medina andaluza encaramada en la colina, una fortaleza fronteriza en época nazarí y, a partir de 1410, la próspera ciudad cristiana nacida tras la conquista del infante don Fernando –aquel que, se dice, se lanzó a la batalla con un “que salga el sol por Antequera y sea lo que Dios quiera”–. Hoy en día, con poco más de 40.000 habitantes, Antequera conserva alma de pueblo tranquilo, pero su patrimonio y entorno natural la sitúan al nivel de muchas capitales.

Alcazaba de Antequera© Javier García Blanco
Alcazaba de Antequera

EL STONEHENGE ESPAÑOL: UN DIÁLOGO CÓSMICO

Si hay un lugar donde el tiempo parece detenerse o más bien extenderse hacia el infinito es en el Sitio de Dólmenes, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Aquí las rocas no son testigos mudos: hablan, cuentan, señalan. Son el alma original de la ciudad.

Dolmen de La Menga en Antequera© Javier García Blanco
Dolmen de La Menga
Tholo de El Romeral, Antequera© Shutterstock
Tholo de El Romeral

Introduzca el Dolmen de Menga Es una experiencia impactante. No se trata sólo de arqueología, sino también de arquitectura sagrada. Hace 5.700 años –mucho antes de que se construyera el círculo de Stonehenge– los antiguos antequerianos movieron losas que pesaban hasta 150 toneladas para crear un vientre de piedra, una catedral neolítica. Lo que hace que Menga sea único en toda Europa continental no es su tamaño, sino su aspecto. A diferencia de la mayoría de dólmenes que buscan el amanecer, Menga está orientado hacia la Peña de los Enamorados, como si sus constructores hubieran quedado hechizados por esta montaña sagrada.

Dolmen de Menga y Dolor de los Amantes al fondo© Shutterstock
Dolmen de Menga y Dolor de los Amantes al fondo
Dolmen de La Menga en Antequera© Shutterstock
Acceso al dolmen de Menga

A unos metros de distancia, el dOlmen de Viera Juega con los equinoccios: el sol penetra hasta lo más profundo de su cámara funeraria en un espectáculo de precisión matemática. Un poco más lejos, el Tholos de El Romeral, Con su falsa cúpula que evoca las tumbas micénicas, orienta su corredor hacia el otro gran hito geográfico: el Camorro de las Siete Mesasen El Torcal. Esta tríada megalítica constituye lo que los expertos llaman una “obra de arte total” de la prehistoria, una perfecta integración entre arquitectura y paisaje que conecta la tierra con el cielo. Cruzar estos pasillos de sombra y emerger a la luz cegadora de Andalucía es quizás la forma más intensa de conectar con nuestros antepasados, especialmente los tholos de El Romeral, donde Celebran actividades especiales con el solsticio de invierno, 20, 21 y 22 de diciembre, cuando el sol ilumina el pasillo y el gran dormitorio, dejando la cámara de la muerte en oscuridad.

UN PASEO POR LA MEMORIA

Desde este viaje a la Prehistoria, Antequera te invita a seguir leyendo sobre su pasado en las laderas que se elevan hacia la ciudadela. La entrada natural es Arco de los gigantesun imponente arco triunfal del siglo XVI que reutiliza inscripciones y relieves romanos como si de un museo al aire libre se tratara. Más arriba, la antigua fortaleza nazarí domina la ciudad con su Torre del Homenaje y Torre Blanca. Pasear por sus senderos al atardecer -con la vega a los pies, La Peña asomando en el horizonte y las crestas del Torcal cerrando el paisaje- ofrece unas vistas increíbles y permite comprender de un vistazo la importancia estratégica de este balcón rocoso sobre la Andalucía central.

Las torres de las iglesias de Antequera se elevan hacia el horizonte© Javier García Blanco
Las torres de las iglesias de Antequera se elevan hacia el horizonte

A un lado de la plaza superior se encuentra el Real Colegiata de Santa María la Mayor, Primer gran templo renacentista de Andalucía. Su fachada de piedra de proporciones armoniosas presenta pilastras, arcos y detalles que resuenan con Italia, mientras que en su interior perviven ecos góticos y mudéjares en una hermosa lección de convivencia artística. Frente a ella aparecen los restos de unas termas romanas, vestigio de la antigua Antikaria.

Real Colegiata de Santa María la Mayor, Antequera, Málaga© Javier García Blanco
Real Colegiata de Santa María la Mayor
Real Colegiata de Santa María La Mayor de Antequera© Javier García Blanco
Real Colegiata de Santa María La Mayor

Bajando hacia el centro, Antequera nos revela su otra gran personalidad: el convento y el barroco. No es exagerado decir que aquí caminamos de iglesia en iglesia. Hubo un tiempo en que la ciudad soñaba con ser sede episcopal, y esta ambición dejó un inmenso legado religioso: más de treinta templos, conventos y monasterios salpican la localidad.

Pasear por el centro histórico significa descubrir fachadas que se joyas del arte andaluz. La iglesia del Carmen, con su impresionante retablo, o la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, patrona de la ciudad, son paradas obligadas. Pero el barroco antequerano no es sólo visual: también es olfativo y sonoro. El repique de campanas marca las horas y, al pasar por conventos de clausura, como el de Belén, el aire huele a dulces recién horneados.

Iglesia de San Juan de Dios, Antequera, Málaga© Javier García Blanco
Iglesia de San Juan de Dios

Quienes busquen una inmersión pausada en esta historia pueden reservar parte del día en los museos. Él MVCA, instalado en el Palacio Barroco de Nájera, viaja por las “Tierras de Antequera” desde la Prehistoria hasta el siglo XX: allí te esperan las famosas Efebo de Antequera –un bronce romano de delicada elegancia–, mosaicos y esculturas, esculturas barrocas y una sorprendente sala inmersiva de 360 ​​grados que permite “pasear por Las Vegas” durante la Semana Santa antequerana sin salir del edificio.

Efebo de Antequera en el MVCA© Javier García Blanco
Efebo de Antequera

Cerca de allí, MAD Antequera llena la ciudad de arte contemporáneo. Casa Colarte: Piezas de las colecciones de la Diputación interactúan aquí con la arquitectura historicista del edificio.

Salas del MVCA de Antequera© Javier García Blanco
Salas MVCA
Salas de escultura barroca del MVCA de Antequera© Javier García Blanco
Salas de escultura barroca del MVCA

EL TORCAL: UNA FANTASÍA GEOLÓGICA

Pero Antequera se reserva otra dimensión: la del paisaje y la naturaleza en estado puro. Unos kilómetros al sur se levanta el Paraje natural del Torcal, uno de los complejos kársticos más maravillosos de Europa: un laberinto de torres, setas y paredes de piedra caliza modeladas durante millones de años por el agua y el viento. Varios itinerarios señalizados, de diferente dificultad, salen del centro de acogida y acceden a este Bosque de piedras donde es fácil jugar y descubrir formas fantásticas en las rocas.s – y fósiles – o detenerse a escuchar el silencio interrumpido sólo por el viento y las lejanas campanas de una manada. Al caer la noche, las vistas desde el Punto de vista de Windows – con la campiña dorada y, en un día despejado, incluso la costa y África asomando en el horizonte – son puro espectáculo.

Paisaje kárstico de El Torcal de Antequera© Javier García Blanco
Paisaje kárstico de El Torcal

Si hay tiempo para seguir haciendo senderismo, las rutas que serpentean por las montañas y prados cercanos ofrecen una versión más íntima de la tierra. Senderos como el de Escaleruela, al pie del Torcal, o los de Las Arquillas y Las Adelfas -que combinan olivares, bosques mediterráneos y cauces de ríos- permiten descubrir miradores secretos, fincas aisladas y la biodiversidad de una región donde aún sobreviven aves esteparias y rapaces que planean sobre los campos de cereal.

Paisaje kárstico de El Torcal Antequera© Javier García Blanco
Paisaje kárstico de El Torcal

Aquellos que viajen con ganas de aventura pueden reservar un día para visitar el Caminito del Rey, el espectacular sendero que domina el desfiladero de los Gaitanes. A un paso de Antequera, esta ruta entre paredes verticales, puentes colgantes y miradores vertiginosos permite contemplar, a vista de pájaro, uno de los paisajes más impresionantes del interior de Málaga antes de regresar a la calma monumental de la ciudad.

DELICIAS ANTIGUAS

Después de tanto rock y tanto caminar, Antequera conquista por el estómago. Lo habitual es empezar el día con una muffin recién tostado: crujiente por fuera y esponjoso por dentro, rociado con aceite de oliva o relleno de jamón, tomate y lo que la barra del bar sugiera. Este pan tierno, con Indicación Geográfica Protegida, nació como un alimento humilde en el siglo XVI y es hoy el símbolo comestible de la ciudad.

Porra Antequerana, deliciosa gastronomía típica del pueblo de Antequera en Málaga© Javier García Blanco
Bastón de Antequera

Al mediodía envía el palo antequerana, una crema fría y densa, emparentada con el salmorejo, que aquí se prepara con tomate maduro, pan, aceite de oliva y pimiento verde, y suele ir rematada con huevo duro, tomate y taquitos de jamón o atún. Es ideal para veranos extremadamente calurosos, pero igualmente sabroso en cualquier época del año. El menú local se complementa con gazpacuelo, cabra pastoril, migas o pio antequerano, recetas de raíz campesina que aparecen hoy en tabernas y restaurantes contemporáneos, muchas veces reinterpretadas con toques creativos.

Los dulces se dejan para el final. Repostería local (como La Perla), numerosos establecimientos de hostelería y algunos conventos de clausura entregan a domicilio mantecados, Polvorones y, también, el famoso bienmesabe, un postre que combina bizcocho, yema de huevo, almendra en polvo y canela en una mezcla tan rotunda como adictiva. Acompañado de un café o un licor, y quizás degustado en una tranquila plaza al atardecer, es la mejor forma de entender que en Antequera la vida, como su gastronomía, se toma con calma.



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