La filosofía no está para dar respuestas, está para hacernos ver que la forma de percibir un problema es ya parte del problema



A todos nos ha pasado esto en algún momento: seguimos dándole la vuelta a una situación. Quizás un conflicto, un miedo, una duda. Y no encontramos la salida. Cuanto más analizamos lo sucedido, más se confunde nuestra mente. Y pocas veces nos paramos a pensar que tal vez no se trata de pensar más, sino de pensar diferente. No es cuánto, pero cómo abordamos el problema. Damos esto por sentado. Creemos que la dificultad es externa y no interna.
Slavoj Žižek, uno de los filósofos más provocativos de nuestro tiempo, nos invita a hacer exactamente lo contrario. Esto nos recuerda que la filosofía no está ahí para darnos respuestas, sino para haznos las preguntas. Por extraño que parezca, cuando encontramos las preguntas correctas, las respuestas aparecen claramente ante nuestros ojos. Este filósofo es el mismo que nos advirtió que no prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados con compararnos con los demás. Slavoj Žižek es sin duda una de las voces más agudas de la filosofía actual.
No es el problema, es tu mirada.
Para Žižek, profundamente influido por la psicoanálisis Según Lacan, nunca vemos las cosas “como son”. los vemos Filtrado por nuestros miedosnuestras expectativas, nuestra historia personal y las normas invisibles de la sociedad en la que vivimos.
Desde esta perspectiva, no es que «tengas miedo de decepcionar a tu familia», sino que creas que la decepción es algo catastrófico, porque te han enseñado que tu valor depende de aprobación externa. No es que “tu relación sea un desastre”, es que estás asumiendo que una relación sana nunca tiene conflictos, y dentro de ese marco, cualquier desviación parece un fracaso.
Aquí es donde realmente entra en juego el poder de la filosofía. Su función no es decirnos “así debes actuar para no decepcionar a tu familia” o “así debe ser una relación sana”. La función de la filosofía es preguntarnos, ¿Qué es la decepción? ¿Qué es realmente el amor? Y cuando te haces las preguntas correctas, llega el resto. Porque, como dice Žižek, “la filosofía no está ahí para dar respuestas, sino para hacernos ver que la forma en que percibimos un problema es en sí misma parte del problema”.
La filosofía como acto de interrupción
Quizás lo más revolucionario de la filosofía en el mundo moderno es que requiere un momento de pausa, de reflexión tranquila, no obsesiva y compulsiva. Y en nuestra sociedad tenemos pocos espacios para esta lenta contemplación.
Pero lo cierto es que, desde Sócrates Hasta hoy, la filosofía siempre ha sido: una forma de detener el piloto automático. Wittgenstein dijo que el papel de la filosofía es «mostrar a la mosca el camino para salir de la botella». En otras palabras, enséñanos que Estamos atrapados en una forma de pensar que nos atrapa.pero del cual podemos salir.
Slavoj Žižek cumple esta misma función en el mundo moderno, subrayando con sus palabras un hecho indiscutible: somos nosotros, con nuestra manera de afrontar los problemas de la vida cotidiana, los que nos condenamos a situaciones que parecen insolubles.
Pero cuando enfrentamos la filosofía y aceptamos sus incógnitas, finalmente podemos cambiar nuestra apariencia. Y con este cambio se produce una transformación inesperada en cómo nos sentimos. De repente, ¿qué Parecía un bloqueo existencial, se convierte en un matiz. Lo que parecía una culpa eterna se convierte en una responsabilidad compartida. Lo que parecía un miedo insuperable se convierte en información valiosa sobre tus necesidades.
Filosofía para cambiar de marcha
No podemos hablar de grandes cuestiones sin hablar de Sócrates. El gran pensador nos enseñó que la filosofía siempre comienza con una pregunta. Y aunque su famoso método requiere de un buen amigo dispuesto a preguntar y escuchar la respuesta, podemos inspirarnos en él para crear un manual de emergencia para problemas imposibles:
-Detener. Antes de reaccionar, antes de buscar desesperadamente respuestas, respire profundamente y pregúntese si está seguro de que las cosas son exactamente como piensa. La mayoría de las veces no lo harás.
-Pregunta lo contrario. Si cree que no es suficiente, pregúntese: ¿se está midiendo con un estándar que es imposible de alcanzar? Si siente que no sabe cómo tomar decisiones, pregúntese: ¿Cree que hay respuestas perfectas para su problema? Si cree que todo va mal, pregúntese si el verdadero problema podría ser una cuestión de enfoque y no de hechos. El objetivo es hacer que las cosas sucedan, no encontrar una solución inmediata.
-Desmantelar la creencia. Toda preocupación se basa en una creencia absurda, como “tengo que tener todo claro” o “si fracaso, decepcionaré a todos”. Rastrea el origen y pregúntate de dónde surgió esta idea. ¿Es tuyo o heredado? ¿Es esta realidad? ¿Te hace sentir bien?
-Recortar de un lugar más agradable. Con el marco en movimiento, busque un acercamiento más amable consigo mismo. Descubrirás que detrás del miedo a la inconstancia se esconde la necesidad de avanzar con calma, detrás del miedo al fracaso el peso del autocastigo, y detrás del miedo a que todo salga mal, la ansiedad de salir de la zona de confort.
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí