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«Los equipos no se rompen por por falta de talento; se rompen por falta de confianza»

«Los equipos no se rompen por por falta de talento; se rompen por falta de confianza»
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  • Publisheddiciembre 21, 2025



En mis años trabajando con selecciones nacionales, equipos de élite y organizaciones empresariales, he aprendido algo que desafía la lógica tradicional: los resultados, lo medible, lo tangible… aunque suene paradójico, no son el fin, son una consecuencia. El fin son los intangibles, lo que no se puede ver o medir fácilmente, pero sí se puede sentir. Y es que lo más importante en la vida no se mide, se siente.

Durante décadas, en la empresa y en el deporte, hemos sobrevalorado lo técnico: conocimiento, procesos, métricas, metodologías o herramientas. Todo eso es necesario e importa, no nos engañemos: ningún equipo ha ganado una “copa del mundo” siendo malo en lo técnico. Pero ninguno de esos elementos determina, sin embargo, el rendimiento real.

La diferencia competitiva de un equipo no suele aparecer en los informes ni en los presupuestos, pero sí se siente en el ambiente y en cómo se sostienen los unos a los otros cuando la presión aprieta.

«Lo extraordinario ocurre cuando una persona siente que puede poner su voz sobre la mesa»

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He visto equipos ganar desde la desventaja total: menos recursos, menos experiencia, menos infraestructura… ¿Qué los hizo exitosos? Poner foco en permanecer unidos. Y es que estar unidos y estar juntos no tienen nada que ver. He observado reuniones de equipos directivos o vestuarios de equipos deportivos donde estaban juntos físicamente, pero donde no se respiraba ni un ápice de unión. Juntos tiene que ver con lo físico, con lo tangible. Unidos tiene que ver con las relaciones significativas, con lo intangible.

Ahí está la clave: confianza, respeto, gratitud, humildad, generosidad, lealtad… Y no, no son un “tema blando”: son la infraestructura estratégica de los equipos de alto rendimiento. Son lo que explica por qué alguien da el extra, por qué otro se queda cuando podría irse o por qué un equipo lucha cuando todo parece perdido. Los intangibles no aparecen en los KPI; sin embargo, son los que multiplican esos KPI.

Un equipo puede sobrevivir un error táctico, pero nunca sobrevivirá a la deslealtad. Puede levantarse después de perder un cliente, pero rara vez lo hará después de perder la confianza.

El líder del siglo XXI debe aceptar que su trabajo ya no consiste solamente en administrar tareas o perseguir indicadores. Su tarea es diseñar ecosistemas humanos donde prevalezca la seguridad psicológica y la gente pueda contribuir, pensar, discrepar y crecer sin miedo a la exposición o al juicio; y hacerlo con propósito, coherencia, pertenencia y legado.

Ese tipo de cultura no se predica; se ha de vivir. Hace algo más de un mes pude convivir con los All Blacks de Nueva Zelanda, posiblemente el equipo más exitoso en toda la historia del deporte a nivel global. Ellos usan un concepto maorí que es una auténtica belleza: Whakapapa, que viene a decir algo así como que somos eslabón, no cadena. Somos eslabón de una cadena infinita que une a quienes estuvieron antes con aquellos que estarán después. Consiste en dejar la camiseta de juego siempre mejor de como la encontraste cuando llegaste al equipo. Contribución. Propósito. Legado.

Lo extraordinario ocurre cuando una persona siente que puede poner su voz sobre la mesa, que es tomada en cuenta, que su trabajo importa y que forma parte de algo más grande que su propio rol.

Recuerda: el fin no es el marcador. El fin no es la cifra ni lo tangible. El fin es la persona; el fin es el factor humano. El fin es el equipo.

Y entonces el equipo se comprometerá con la misión. Y los KPI serán los mejores posibles.

Ahí, en lo humano, en lo intangible, en lo que no se puede medir, está la clave de los equipos que dominarán la próxima década. Mientras unos construyen estrategias, ellos construyen confianza, pertenencia y trascendencia.

Llegará un momento en que la tecnología será accesible para todos y todos la usaremos, pero la valentía de liderar desde lo humano, aunque esté al alcance de todos, no tantos estarán dispuestos a hacerlo. El futuro exigirá líderes capaces de mirar a los ojos, sostener conversaciones incómodas y construir equipos donde los intangibles no sean un discurso, sino una práctica diaria.

En el siglo de la inteligencia artificial, los intangibles, ese “factor X” que forja a los equipos de alto rendimiento, serán la gran ventaja competitiva.

¿Cómo vas a dejar a tu equipo gracias a tu paso por él? ¿Cómo vas a dejar a tu familia gracias a tu paso por ella?

Comienza por los intangibles.



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