así vivieron el sorteo de Navidad en las administraciones de los extremos geográficos de Asturias
Sin motivos para la alegría. Así se quedaron ayer los vendedores de lotería de Asturias tras un sorteo de Navidad aciago para la región, que apenas se llevó pellizcos sueltos. «Otra vez será», aseguran los dueños de las administraciones ubicadas en los puntos geográficos extremos del Principado, en una jornada para olvidar. De Norte a Sur y de Este a Oeste, confían en reencontrarse con la suerte en el Sorteo del Niño.
[–>[–>[–>«Tenemos la esperanza no de recibir, sino de dar», destacaba Begoña Gestera Álvarez, titular del estanco de Bustio (Ribadedeva), el punto de venta de loterías y apuestas más oriental de Asturias, a apenas unos metros de Cantabria. Sabe lo que es dar premios importantes de bonolotos y de quinielas y asegura que, cuando finaliza un sorteo como el de ayer y no cae ningún premio, se lleva un disgusto, más por los clientes que por ella.
[–> [–>[–>[–>[–>[–>Gestera pertenece a la Peña de Amigos de Bustio, que integran 79 personas que jugaban entre todos 500 décimos. «Ah, si hubiera tocado…», dice, lacónica. El de Navidad es el sorteo en el que más vende de todo el año, con diferencia. Y también el que más ilusión genera. La clientela del local está integrada por vecinos de la zona, gente de paso y turistas.
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Begoña Gestera, frente al establecimiento donde vende lotería en la localidad de Bustio (Ribadedeva). / LNE
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Su local se encuadra en la categoría de «Receptores mixtos», que corresponde a aquellos en los que se vende lotería y se sellan apuestas, pero se venden otros productos. En su caso, género propio de un supermercado. Solo puede vender décimos a través de máquina. «La mayoría de la gente sigue prefiriendo el décimo físico, pero cada vez se acepta más el resguardo ‘de máquina’. Toca lo mismo», destaca.
[–>[–>[–>Gestera ya sabe lo que es ganar: en 2013 se llevó 4.000 euros por una papeleta que compró «a última hora». Aquel año, el pueblo de Suarías repartió 7 millones de un cuarto premio. El número era el 67065, el de la papeleta que había comprado. Esta vez no pudo ser. «¡A ver El Niño!».
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Montserrat Álvarez, con cartel «optimista», en el mostrador de su estanco en Campomanes (Lena). / LNE
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Con toda «la ilusión del mundo» iniciaban la jornada de ayer en la administración de lotería Casa Salas de Vegadeo, la más occidental de la región y fundada en 1921. Al frente está Jorge Salas, bisnieto de los fundadores, que reconoce que siempre comienza el día de la lotería de Navidad «con la esperanza de que sea como las pocas veces que se repartió algo». Asegura que la rutina del día grande de la lotería siempre repite el mismo esquema: empieza pensando en dar un premio de los grandes, a medida que van saliendo se conforma con un quinto y, finalmente, cuando ninguno de los deseos anteriores se cumple, se aferra a repartir pedreas y terminaciones. «A medida que pasan las horas se van bajando las expectativas», reconoce.
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[–>Con más de un siglo de vida, la última vez que la administración repartió dinero con un premio principal de Navidad fue justo el año de su centenario, en 2021, con un quinto premio. Otro quinto lo dieron en 2009 y el más importante fue un tercero en 2001. El sorteo que se les resiste después de tantos años es el del Niño, así que el deseo de Salas es poder estrenarse en un par de semanas.
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Jorge Salas y Susana Quintana, ayer, en la administración de Casa Salas en Vegadeo. / LNE
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El sorteo de Navidad pasó de puntillas también por las Cuencas mineras, dejando poco más que migajas. Nada que ver con la histórica jornada vivida hace ahora dos años, cuando el Gordo repartió 137 millones de euros gracias al Club Atletismo Mieres, un premio que marcó un antes y un después en la memoria colectiva del valle del Caudal y que será recordado siempre como uno de los grandes hitos de la Lotería en Asturias. Desde entonces, la suerte ha sido esquiva en el sorteo más esperado del año. Sin embargo, lejos de apagarse, la ilusión sigue viva entre jugadores y vendedores, convencidos de que los premios siempre regresan.
[–>[–>[–>Así lo demuestra Montserrat Álvarez, responsable de un estanco en Campomanes, ya cerca de León y el más meridional de la región, que se ha ganado fama de repartir fortuna. Solo en 2024, su despacho distribuyó cerca de 160.000 euros en distintos premios, y el pasado mes de febrero vendió un décimo del primer premio de la Lotería Nacional, dotado con 60.000 euros. El establecimiento se encuentra a menos de 50 kilómetros en línea recta de Villablino, donde este año el Gordo ha vuelto a sonreír con decenas de millones repartidos. Una cercanía que alimenta la esperanza. «Seguro que para El Niño la suerte se anima a dar el salto por el Huerna», afirma Álvarez con optimismo. «Aquí no somos gafes, todo lo contrario: sabemos dar premios».
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Emilia Escobar, en la administración número 1 de Luanco, tras el sorteo de Navidad celebrado ayer. / LNE
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«Algo ha tocado, hay décimos con cien o ciento veinte euros, pero poca cosa más», lamentaba ayer Emilia Escobar, dueña de la administración número 1 de Luanco, la más septentrional de Asturias. A ella, como al resto de la región, la fortuna le ha sido esquiva, aunque cuenta con un amplio currículum en cuanto a premios re refiere. Sin ir más lejos, en 2023 repartió un quinto premio, además de dar varios primeros premios de la Lotería Nacional. «Este año parece que estamos gafados, y eso que se ha vendido más lotería que el año pasado», comenta la luanquina, que destaca que en su administración los clientes más asiduos son los turistas veraniegos. «La gente, en general, se animó mucho», subrayaba.
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Tras el «varapalo» del sorteo de Navidad, Escobar espera ahora que la suerte se porte y que, para el sorteo del Niño, reparta los premios que no tocaron ayer. «Nos toca a nosotros. Seguro que la gente que viene a cobrar las pedreas se anima y aprovecha para jugar, que seguro que algo tiene que salir», afirmaba por la tarde la lotera.
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