La otra versión de las casadiellas asturianas de Navidad que es más ligera (y más sabrosa para muchos)
Las casadiellas son una joya de la repostería asturiana: una especie de empanadilla dulce, alargada, con un relleno aromático de nueces, azúcar y anís. Tradicionalmente se asocian a las fechas frías —Navidad— y a las celebraciones de Carnaval (Antroxu), cuando vuelven a aparecer, con especial fuerza, en muchas casas y confiterías.
[–>[–>[–>Aunque la versión frita es la más conocida y ampliamente extendida, las casadiellas al horno son el plan perfecto si buscas un resultado más ligero: mantienen el relleno jugoso, la masa queda crujiente (si se elabora o utiliza un buen hojaldre) y te ahorras el aceite de freír (y ese punto de “pesadez” que a veces dejan… sobre todo cuando caemos con todo el equipo ante las delicias de este postre y nos pasamos comiéndolo). En muchas cocinas se preparan incluso con hojaldre ya compradpo para ir más rápido, y el resultado es sorprendentemente bueno.
[–> [–>[–>Para preparar una bandeja (unas 10–12 unidades, según tamaño), lo primero es ser certeros con el relleno, que es el alma del dulce: 200 g de nueces picadas o molidas, 80–100 g de azúcar (ajusta al gusto), 30–40 ml de anís y 1–2 cucharadas de agua para ligar. Mezcla hasta conseguir una pasta húmeda, que se pueda colocar sin que se desparrame; si te queda demasiado blanda, añade un poco más de nuez.
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Casadielles preparándose en el horno / LNE
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Para la masa, tienes dos caminos. El más cómodo: 1 lámina de hojaldre (mejor rectangular), que estiras un poco y cortas en rectángulos. Si prefieres una masa más “de casa”, parecida a la tradicional, puedes hacerla con harina, grasa y vino blanco (mantequilla/aceite y un reposo corto) para que quede maleable y luego se estire fina; al hornearse, no queda igual que el hojaldre, pero sale riquísima y muy asturiana, con el toque casero especial que la hace incluso superior. En ambos casos, la clave es trabajar la masa finita para que el bocado resulte crujiente.
[–>[–>[–>El montaje es sencillo: coloca una porción de relleno en el centro de cada rectángulo, enrolla o dobla formando el “canutillo” alargado y sella los bordes presionando con un tenedor (así queda la marca típica y evitas fugas). Un truco útil: deja las piezas 10–15 minutos en la nevera ya formadas mientras precalientas el horno; se mantienen mejor cerradas y el horneado queda más uniforme.
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Y al horno: precalienta a 190 ºC (calor arriba y abajo), coloca las casadiellas en una bandeja con papel de hornear y hornéalas 12–20 minutos, hasta verlas doradas. Si quieres un acabado más brillante, puedes pincelar con huevo batido antes de hornear (opcional). Al salir, espolvorea azúcar (glas o normal) cuando aún están calientes para que se adhiera bien. Déjalas templar… y entiende por qué hay quien defiende que, al horno, resultan incluso más “finas” de sabor. Aunque, claro, la versión frita (más extendida) seguirá siendo la opción elegida por otros muchos…
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