“Estuve nueve meses ingresado en el hospital sin saber si iba a sobrevivir»
Una vida en el cine
La historia de Ricardo Diez no se puede medir sólo en medallas, títulos o velocidades promedio. Esto se mide en resistencia, en fuerza de voluntad que aprendió demasiado pronto a no darse por vencido. Dix tenía ocho años cuando un accidente marcó su vida para siempre. Tocó un cable de alta tensión y perdió ambos brazos y su pierna izquierda. Pasó nueve meses en el hospital, tres de ellos en cuidados intensivos, en un momento en el que ni siquiera estaba seguro de sobrevivir.
Desde entonces, su carrera ha sido una sucesión de superación de retos. La primera, acepta tu nueva realidad. El segundo era demostrar –especialmente a sí mismo– que la discapacidad no era un obstáculo. El apoyo de su familia fue fundamental. Sus padres le inculcaron una idea que ha guiado toda su carrera: para saber que algo no se puede hacer, primero hay que intentarlo varias veces.
El deporte es el campo en el que Ricardo encontró su lugar. Participar en competiciones, incluso vencer a sus compañeros sin discapacidad, le ayudó a desarrollar su autoestima y aceptarse tal como era. Primero fue el éxito, luego la ambición. Y después, la bicicleta. Cuando decidió subirse a la moto, incluso en su propio entorno, hubo dudas. El salto parecía enorme. Pero Diez no entiende el deporte sin horas, sin método y sin exigencias.
Hoy en día es capaz de completar una contrarreloj a casi 45 km/h, una cifra impresionante incluso fuera del ciclismo paralímpico.. Su progresión fue tan rápida que sorprendió a quienes creían conocer la época del deporte. También hubo golpes, como aquel error de novato que acabó en un golpe de calor brutal y una caída cuando todo estaba en juego. Pero ni siquiera entonces la capitulación apareció. En el suelo, exhausto, su única obsesión era volver a subirse a la bicicleta.
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