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destinos costeros españoles donde disfrutar de las temperaturas más altas del país

destinos costeros españoles donde disfrutar de las temperaturas más altas del país
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  • Publisheddiciembre 29, 2025



Mientras la mitad del país debate si retirar el edredón o subir un grado más la calefacción, otros disfrutan de algunos beneficios. los lugares menos invernales de nuestra geografía. Enclaves privilegiados donde la estación es sinónimo de paseos en pocas capas, aperitivos en terrazas y una primavera que acaba llegando temprano. No es necesario cruzar fronteras para descubrir estos refugios climáticos que están en lo más alto del ranking nacional pero también ocupan una posición envidiable en el ranking europeo. El sol es el protagonista de esta breve lista de cuatro destinos llenos de proyectos, actividades y rincones especiales donde encontrar muchos guantes y gorros.

El “búnker solar” de Gran Canaria

El invierno en Canarias es, en general, un verano suave. Pero en Gran Canaria, y más precisamente en su zona sur y suroeste, el objetivo no es buscar el sol sino decidir directamente en qué rincón colocar la toalla. La orografía de la isla, de elevada elevación central, bloquea los vientos alisios del noreste, dejando la franja costera despejada durante la mayor parte del año.

El recorrido comienza en la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas., un ecosistema móvil de 400 hectáreas que alberga un palmeral y La Charca, una laguna salobre imprescindible para la observación ornitológica de aves migratorias, como la garza real en su ruta invernal hacia África. Un sendero señalizado conduce al faro, una construcción de 1890 que se eleva 60 metros hacia el cielo en el extremo sur de la isla.

Vista aérea de Puerto Mogán, Gran Canaria© Shutterstock
Vista aérea de Puerto Mogán

Desde este punto, la carretera GC-500 discurre hacia el oeste bordeando la costa, conectando varias ciudades clave, como Arguineguín. En la localidad aún se conserva la tradicional actividad pesquera, con su Cofradía de Pescadores donde se desembarca y subasta el pescado local, que prácticamente puede llegar hasta la mesa del restaurante. Además, los martes se llena de gente para visitar el mercado que reúne artesanía, ropa y productos locales.

Las hermosas playas resguardadas de nuestro especial Puerto Rico y su vecino Amante, con temperaturas medias entre 19 y 22 grados, Compiten con las excursiones para ver los cetáceos que parten de sus puertos y también permiten admirar el perfil de la isla en el océano. Pero aún nos espera otra joya: el Puerto de Mogán, marcado por una arquitectura de casas bajas situadas alrededor de un entramado de canales y calles llenas de flores que invitan a pasear por los muelles.

Barranco de Fataga, Gran Canaria© Shutterstock
Barranco de Fataga

Alejándonos de la costa, pero manteniéndola en la mira, las sinuosas carreteras del El barranco de Fataga, conocido como el Valle de las Mil Palmeras, Conducen al pueblo del mismo nombre, un ejemplo de arquitectura rural canaria entre acantilados volcánicos que ofrece un contraste inmediato entre el turismo solar y la geología de la isla. Cerca de allí, otro barranco, el Guayadeque, sorprende por conservar aún la tipología habitacional prehispánica de casas trogloditas.

La Costa del Sol en Málaga

El microclima favorecido por las Montañas Béticas, que frena los frentes fríos procedentes del norte, se suma al Influencia reguladora del Mar de Alboránpermite la existencia de dos zonas bien diferenciadas en la propia Costa del Sol: la oriental (Axarquía), de esencia subtropical, y la occidental, más urbana y cosmopolita.

El Balcón de Europa en Nerja, Málaga© Shutterstock
El Balcón de Europa en Nerja

En la zona más oriental, el clima permite el cultivo extensivo de deliciosas frutas tropicales que colorean las laderas de las carreteras. Nerja es un buen punto de referencia para descubrir su litoral, con su Balcón de Europa dominando desde lo alto de un antiguo fuerte, y sus cavidades kársticas de sorprendentes dimensiones que se pueden visitar durante todo el año. Unos kilómetros hacia el interior, Frigiliana sigue disfrutando de este clima entre las calles de su magnífico casco histórico, que mantiene intacto su trazado árabe, siendo uno de los pueblos blancos mejor conservados de Andalucía.

Bajando hacia el mar, esta vez en el centro de la bahía, la capital malagueña no deja indiferente a nadie, y menos con su renovada fachada marítima. La Palmeraie des Surprises y el Muelle Uno conectan el puerto con el animado centro, donde se encuentran la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro, pero no hay que olvidar la interesante oferta museística, con el Museo Picasso, el Centro Pompidou o el Museo Carmen Thyssen dispuestos a acercar el arte al visitante.

Lujo y exclusividad en un beach club en Marbella© Shutterstock
Lujo y exclusividad en un beach club en Marbella

Siguiendo hacia el oeste, la Costa del Sol cambia de fisionomía y ofrece su cara más occidental, una Marbella que contrasta las marcas de lujo y los grandes yates de su Milla de Oro y Puerto Banús con el casco antiguo que aún conserva las murallas del castillo árabe y la Plaza de los Naranjos con su belleza renacentista. Estepona no se queda atrás con su revitalizado centro, donde destacan la Ruta de la Pintura Mural y un gran orquideario acristalado.

Hacia dentro se abre un abanico de opciones. Los más aventureros se animarán con el Caminito del Rey, un paseo muy vertical por las paredes de las gargantas de los Gaitanes, mientras que los que busquen un deporte más tranquilo se maravillarán con la mayor densidad de terreno de España. Y para aquellos que siguen buscando cultura y ciudades únicas, Ronda, con su nuevo Puente del Tajo de 100 metros de profundidad, será una de las mejores excursiones posibles.

El litoral que bendice Alicante

La franja costera sur de la Comunidad Valenciana se caracteriza por su ubicación en la sombra pluviométrica del sistema montañoso prebético. Las tormentas del oeste llegan muy debilitadas a esta costa, lo que provoca inviernos extremadamente secos y con mucho sol. EL ausencia de humedad Esto aumenta la sensación térmica y da vida a ciudades como Alicante mirando al mar y, en este caso particular, hacia su fortaleza.

El Castillo de Santa Bárbara, situado a 166 metros sobre el monte Benacantil, es una de las fortalezas medievales más grandes de España y ofrece vistas panorámicas de la bahía. A sus pies, el barrio de Santa Cruz es un entramado de escaleras y casas bajas encaladas decoradas con maceteros que recuerdan la herencia musulmana de la ciudad. La vida social invernal gira en torno a las fiestas y la vida nocturna en lugares como el Mercado Central, la calle Castaños y la Plaza de los Luceros.

Palmeral de Elche, Patrimonio de la Humanidad, Alicante© Shutterstock
Palmeral de Elche, patrimonio de la humanidad

Aparece continuando hacia el sur Elche con el paisaje único de su palmeral, Patrimonio de la Humanidad, lo que refleja el sistema agrícola de los oasis que los árabes importaron en más de 200.000 ejemplares. El Huerto del Cura sigue sorprendiendo botánicamente con su jardín más emblemático, donde conviven especies de todo el mundo.

Sin embargo, hacia el norte la orografía se vuelve más accidentada y aparecen pequeños tesoros, como Villajoyosa, con su fachada marítima de casas pintadas de colores vivos y sus calles que huelen a chocolate gracias a la gran producción y a los museos cuya labor gira en torno a este delicioso producto. También son llamativas las cúpulas de azulejos azules de la Iglesia de Altea, que emergen de la carretera principal para dar paso a un casco antiguo de calles adoquinadas rebosantes de arte y artesanía.

Coloridas fachadas de Villajoyosa, Alicante© Shutterstock
Coloridas fachadas de Villajoyosa

Para finalizar el viaje, nada mejor que detenerse en Calpe, donde se encuentra el Parque Natural del Peñón de Ifach, un monolito calizo de 332 metros adosado a la costa cuya ascensión ofrece una vista que se extiende hasta las Islas Pitiusas. Y en el lado insular, Tabarca, accesible desde Santa Pola, es la única habitada de la comunidad y un remanso de paz que permite recorrer sus murallas y disfrutar del pebetero de Tabarquino con total tranquilidad bajo los rayos del sol invernal.

En busca del sol en el Golfo de Cádiz

El invierno atlántico, caracterizado por una luz muy intensa, cielos cambiantes y temperaturas suaves moderadas por el océano, se suma en Cádiz a una geografía marcada por la desembocadura del Guadalquivir y la proximidad de África, que influye en el clima, pero también en la historia. La ruta podría comenzar en Sanlúcar de Barrameda y su barrio marinero de Bajo de Guía, desde donde se divisa, en la margen opuesta, el Parque Nacional de Doñana.

Plaza de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz© Shutterstock
Plaza de Sanlúcar de Barrameda

Con Jerez de la Frontera y el Puerto de Santa María, Sanlúcar constituye el Marco de Jerez. En invierno, La actividad en las bodegas es constante.permitiéndole conocer el sistema de criaderas y soleras único en el mundo para la producción de sus Finos, Manzanillas y Olorosos. Jerez añade a la ecuación el Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, donde se conserva la tradición del caballo cartujo y un centro histórico con una fortaleza almohade y numerosas casas palacio.

La capital, considerada una de las ciudades más antiguas de Occidente, conserva en su urbanismo el arte de integrar toda su belleza en un espacio tan reducido. Sus calles estrechas desembocan en plazas abiertas y en el paseo Campo del Sur, que bordea el mar. Lugares como la Torre de Tavira, antigua torre de vigilancia de los transportistas a las Indias, ofrecen un cuarto oscuro para comprobar cómo esta estrecha ciudad consigue estar llena de luz.

El callejón de las monjas en Vejer de la Frontera, Cádiz© Shutterstock
El Callejón de las Monjas en Vejer de la Frontera

Siguiendo la costa hacia el sur, el paisaje se va volviendo más salvaje hasta llegar a Vejer de la Frontera, resguardado en su cerro a 200 metros sobre la comarca de Janda. Sus murallas y su castillo están rodeados de una impecable arquitectura popular andaluza. Ya en el estrecho, las playas de Tarifa y Bolonia, de amplia y fina arena, se complementan con el conjunto arqueológico de Baelo Claudia y la visión de caminantes, surfistas e incluso jinetes con la costa de Tánger al frente.



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